Tesoro vital para la regulación del cambio climático, la República Democrática del Congo (RDC) es el quinto país con mayor biodiversidad del mundo. También es el que cuenta con más variedad de mamíferos y aves, y el tercero con más vida vegetal de África.
Los analistas consideran a la RDC como una de las más importantes para el futuro del planeta. Sin embargo, necesita un fuerte marco legal e institucional que garantice soluciones sostenibles para la conservación de estos recursos naturales inmensos, pero amenazados.
La RDC se ubica en el último puesto entre los 187 países incluidos en el Informe sobre Desarrollo Humano 2011, titulado "Sostenibilidad y equidad: Un mejor futuro para todos", que ofrece muchos motivos para ese bajo desempeño. Entre ellos, las falencias en materia de gobernanza, la recurrencia de los conflictos armados, particularmente en el este, inadecuados servicios ambientales y falta de inversiones públicas.
Las cuencas de los ríos Congo y Nilo, que nacen en la región de Kivu, en el oriente de la RDC, necesitan atención urgente para estabilizar los ecosistemas acuáticos y terrestres.
El desplazamiento de cientos de miles de personas a raíz de sucesivas guerras ha ejercido presión sobre bosques y ríos, dado que la población local busca refugio y un medio de supervivencia.
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Los grupos armados han contribuido directamente con los daños ambientales, a través de la caza furtiva y de la minería y la tala sin regular.
Sin embargo, es posible revertir esta tendencia, según José Endundo, exministro de Ambiente, quien dijo que la política de recursos naturales de la RDC ha recorrido un largo trecho.
En un discurso pronunciado en marzo en Kinshasa ante un comité directivo que desarrolla políticas nacionales de conservación, manejo de bosques y biodiversidad, Endundo dijo que en agosto de 2002 el país implementó un nuevo código forestal que incorporó modernos principios de manejo de recursos naturales y convenciones ambientales internacionales.
Hasta 1982, cuando el gobierno presentó un primer borrador para reformar la legislación forestal, el sector estaba regulado por una ley de la era colonial, de 1949, cuya aplicación estaba resultando complicada a la luz de los cambios políticos, económicos, sociales y culturales que experimentaba el país.
Algunos expertos congoleños consideran que el código forestal de 2002 es ambicioso, pero advierten que no fue seguido de una implementación en el terreno.
Sin embargo, Endundo insistió en que el país ha avanzado mucho.
Según el director de investigaciones y planificación del Ministerio de Ambiente, José Ilanga, se han implementado muchas reformas importantes.
Por ejemplo, se retiraron casi 3.000 agentes forestales para permitir reclutar a unos 1.000 nuevos funcionarios más calificados, aumentando la cantidad de personal formado en universidades y capaz de responder, en una proporción de 10 por ciento, a los modernos desafíos ambientales del país.
Al parlamento se presentó un nuevo proyecto que cubre el manejo y la protección del ambiente, la conservación de la naturaleza y el turismo. También se prevé la pronta aprobación de una nueva Ley de Agua.
En el terreno, el Ministerio ha puesto en marcha importantes proyectos que han resultado exitosos, incluido el Programa de Monitoreo Satelital de la Cobertura Forestal, con apoyo de Japón.
En una entrevista telefónica, Marc Kabunda, director de parques del Instituto Congoleño para la Conservación de la Naturaleza, dijo que se crearon varias nuevas áreas de conservación.
Según Kabunda, el Proyecto de Rehabilitación de Áreas Protegidas se creó en 2005, y cubre 16 reservas, entre ellas cinco zonas piloto: Salonga, Virunga, Garamba, Upemba y Maiko. Es financiado conjuntamente por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (más conocido por sus siglas en inglés, GEF) y por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Además, políticos y otros actores se han concientizado sobre la importancia de considerar el cambio climático al elaborar políticas y programas para el desarrollo.
Ilanga dijo que la cuenca del Congo, que ocupa 125 millones de hectáreas, cubre la mitad de la superficie del país y representa 47 por ciento de los bosques tropicales del continente, o sea seis por ciento del total mundial.
La cuenca se extiende más allá de las fronteras de la RDC, y abarca la República del Congo, Camerún, Gabón, la República Centroafricana y Angola.
Pero el ambiente de la RDC está seriamente amenazado por el previsto aumento de la explotación minera y petrolera en los años venideros. El oriente del país, particularmente la región de Kivu, goza de abundantes aguas y lagos, que incluyen las ricas reservas pesqueras del lago Tanganica.
La región también es rica en petróleo, metano, coltán, oro y diamantes. Pero tiene necesidades especiales de protección ambiental debido a la recurrencia de los conflictos armados. Las guerras han brindado una fachada para que los grupos armados exploten valiosos minerales y muchos tipos de madera sin respetar ninguna regulación.
El país ya siente los efectos de la destrucción ambiental. Esta se manifiesta en la degradación de los bosques y la erosión del suelo, que se ven agravados por las consecuencias del cambio climático en la cuenca del Congo, con intensas olas de calor e irregularidades en la duración de las temporadas lluviosa y seca.
Según el ambientalista Patrick Nyamatomwa, de Kivu del Sur, por el momento la RDC dista de cumplir los estándares internacionales en materia de manejo sostenible de los bosques.
A los operadores forestales solo les interesa obtener dinero a costa de la sostenibilidad ecológica y dejando de lado las necesidades de las comunidades que viven en esas zonas.
* Este artículo es parte de una serie apoyada por la Alianza Clima y Desarrollo (CDKN).