Un escalofrío recorrió el cuerpo de Habiba Kanaté* cuando esta leyó que un policía había matado a tiros a su esposa en Abidyán, la capital económica de Costa de Marfil. «Esa podría haber sido yo», dijo.
IPS conoció a esta mujer de 28 años en un centro social del sureño barrio de Treichville, en Abidyán. Ella y otras mujeres buscaban ayuda contra la violencia doméstica.
"En los últimos tres meses no hubo un solo día en que yo no fuera insultada, amenazada o golpeada por mi esposo", dijo Kanaté, madre de tres hijos.
"Mi esposo me regaña por desafiarlo cuando él toma una decisión con la que no estoy de acuerdo. Es humillante y frustrante", agregó.
En el centro de Treichville también estaba Céline Konan*, con heridas aún abiertas en su rostro. "Recibí golpes dos veces en una semana, frente a mis hijos, solo porque mi pareja estaba de mal humor", explicó.
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Konan dijo a IPS que también le dolía el abdomen, donde su esposo le había propinado puntapiés.
No era la primera visita de Konan al centro. Trabajadores sociales ya se habían acercado varias veces a su hogar, pidiéndole a su pareja que desistiera de esas prácticas violentas. "Lamentablemente, eso no surtió efecto", señaló la mujer.
Otra visitante habitual del centro es Juliette Téo*. "Usted puede contar las marcas que las bofetadas han dejado en mis mejillas. Cada vez pierdo por lo menos dos dientes", relató.
Téo contó que que su pareja la golpeaba porque ella se quejaba de sus infidelidades. "Mi esposo me dijo que, como él era el jefe del hogar, cada vez que yo le hiciera una escena sería corregida", expresó.
En junio, el Comité Internacional de Rescate, una organización no gubernamental con sede en Estados Unidos, publicó un informe sobre la violencia doméstica en Costa de Marfil, Liberia y Sierra Leona, en el que concluyó que los abusos -incluidos quemaduras, lesiones, violación y violencia psicológica- son comunes en esos tres países del occidente africano.
El reporte señaló que más de 60 por ciento de las mujeres de los países estudiados son sobrevivientes de la violencia, perpetrada principalmente por sus compañeros íntimos.
Cada vez más mujeres llegan buscando ayuda, dijo a IPS la directora del centro de Treichville, Gladys Marie-Angela Asso Bally.
"Desde la crisis postelectoral, los hombres se han vuelto más violentos en sus hogares. De dos o tres casos, hemos pasado a decenas que tratar cada día", explicó.
Cada semana, el centro da lo mejor de sí para ofrecer ayuda psicológica y asistencia legal a cientos de víctimas de todo tipo de violencia.
"Debido a normas culturales y religiosas, realmente nos esforzamos por combatir este flagelo", dijo Asso Bally.
"Muchas mujeres tienen miedo de testificar. Piensan que terminarán mandando a sus esposos a prisión, o expulsándolos de sus hogares", agregó.
Las preocupaciones de Kanaté ilustran el conflicto. "Imagine que mi esposo está en prisión. ¿Dónde hallaré los medios para mantenerlos a él y a los niños? ¿Y mis familiares políticos? ¿Qué pensarán al saber que yo fui la causa de esa situación?", planteó.
Según la directora del centro, la otra dificultad es que la ley pertinente, aprobada en 1981, es ineficaz en la lucha contra la violencia doméstica.
"La ley pide que las mujeres aporten evidencias concretas de que fueron golpeadas. O el hombre debe ser atrapado en el acto mismo de la agresión a fin de que lo lleven a la justicia. Es como esperar que alguien muera antes de reaccionar", dijo Asso Bally.
A comienzos de julio, Sarah Fadiga Sako, la primera vicepresidenta de la Asamblea Nacional de Costa de Marfil, dijo que la próxima revisión del Código Personal y de Familia fortalecerá la legislación para apoyar esfuerzos más determinados contra los males de la violencia doméstica.
Pero Fanta Coulibaly, quien preside la Comisión Nacional de Combate a la Violencia Contra Mujeres, Niñas y Niños en el Ministerio de Familia, Mujeres e Infancia, cree que erradicar los abusos domésticos requiere actuar en varios frentes.
"El fenómeno es alarmante, y la ley sola no es suficiente. Toda la población tiene que trabajar contra este mal", dijo Coulibaly, llamando a realizar una campaña para concientizar a las comunidades sobre este flagelo.
Ferdinand Kouassi, un empresario de la construcción en Abidyán, sostuvo que "es irresponsable que los hombres continúen comportándose de esta manera".
"Para mí, si (llevar a los perpetradores a) prisión es un problema, entonces hay que sentenciarlos a trabajos forzados, a fin de educarlos", opinó.
* Los nombres fueron cambiados.