Cuando concluya la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, conocida como Río+20, que se realizará del 20 al 22 de este mes en Brasil, ¿cuál será el criterio para medir sus éxitos y fracasos?
El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, tiene sus propios parámetros.
Según él, la reunión de Río de Janeiro debe concluir al menos con un renovado compromiso político con la economía verde, una serie de metas de desarrollo sostenible, un marco institucional para implementar el nuevo plan de acción y asociaciones con la sociedad civil.
"Necesitamos inventar un nuevo modelo", dijo Ban a periodistas la primera semana de junio, "un modelo que ofrezca crecimiento e inclusión social, un modelo que sea respetuoso de los recursos finitos del planeta".
Sin embargo, para Patricia Lerner, consejera política de la no gubernamental Greenpeace International, definir metas para 2030 no es suficiente.
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"La atención debe estar concentrada en esta década, pues las opciones que se tomen en este momento son fundamentales para prevenir el catastrófico cambio climático, salvar nuestros océanos y proteger los recursos forestales remanentes, todos los cuales son fundamentales para el desarrollo y el bienestar humano", dijo Lerner a IPS.
Mientras, el intergubernamental Centro del Sur, con sede en Ginebra, tiene expectativas mucho más altas.
El director ejecutivo de la institución, Martin Khor, dijo a IPS que era imperativo reafirmar los compromisos adoptados en la llamada Cumbre de la Tierra, celebrada hace 20 años también en Río de Janeiro. "Al menos eso demostraría que los líderes, y especialmente de los países industrializados, no están retrocediendo ni renunciando de lo que acordaron", añadió.
El principio más importante que debe ser reafirmado en la conferencia, sostuvo, es el de responsabilidades comunes pero diferenciadas.
Esto significa que los países del Norte deben aceptar que tienen un deber mayor de reducir la contaminación y las emisiones de gases invernadero, causantes del recalentamiento planetario.
Y, por tanto, deben proveer financiamiento y tecnología a los países del Sur, para que todos puedan avanzar en el sendero de la economía verde, explicó Khor, exdirector de la oficina en Malasia de la Red del Tercer Mundo.
Ban dijo a comienzos de mes que había 26 áreas prioritarias, que los propios estados miembros del foro mundial habían identificado en el curso de las negociaciones hacia Río+20.
Entre estas se destacan la seguridad alimentaria, la pobreza, la educación, la salud, la energía renovable, los océanos, el agua y el saneamiento, la agricultura, la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.
"Puede tomar tiempo alcanzar un acuerdo en las 26 áreas", admitió, pero señaló que al menos se debía pactar en lo que él considera "temas obligados".
Ban también instó a los estados miembros a acordar nuevas metas de desarrollo sostenible basadas en los Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio, a los que la comunidad mundial se comprometió a alcanzar para 2015.
"Tenemos solo dos años y medio", urgió.
En tanto, Khor dijo a IPS que los líderes del mundo debían reconocer que la crisis en el ambiente y en la economía es mucho más grave hoy que hace 20 años, y debían adoptar nuevos compromisos sistemáticos.
El experto llamó a un acuerdo que fortalezca significativamente las instituciones encargadas del desarrollo sostenible, de forma seria y adecuada.
La Comisión de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible era toda una promesa en sus comienzos, pero resultó ser demasiado débil: solo se reúne dos o tres veces al año.
"Tiene que ser reformada radicalmente o transformada en un nuevo consejo o foro que pueda encarar los desafíos impuestos por la crisis global en sus tres dimensiones: ambiental, económica y social", dijo Khor.
Además, sostuvo que la Comisión debía mantener reuniones regulares, y que su secretaría debía ser fuerte, con más personal y dinamismo.
Río+20 debería robustecer ese órgano para que realice un seguimiento de las decisiones adoptadas por los líderes políticos, mientras que el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) debería a su vez fortalecer sus operaciones, sostuvo.
"Tienen que haber claros compromisos para apoyar a los países en desarrollo con el objetivo de que estos asuman más responsabilidades en los problemas ambientes, sociales y económicos", dijo Khor.
La cumbre no puede quedar rezagada en materia de implementación, subrayó.
"Debe haber un nuevo compromiso y recursos financieros adicionales para el desarrollo sostenible y la transferencia de tecnología en términos favorables y preferenciales, como se acordó hace dos décadas en Río y muchas veces después", agregó.
"A mí me preocupa que en los últimos meses hubo señales de muchos países industrializados de que no desean mantener esos compromisos. Eso sería desastroso", alertó.