El año pasado estuvo plagado de extremos para la pequeña aldea srilankesa de Verugal. Primero fueron las inundaciones y luego la sequía; todo conspiró contra una buena cosecha arrocera.
Ubicada en la costa nororiental de la isla, Verugal inició el año con lluvias incesantes. Entre enero y febrero de 2011, las precipitaciones destruyeron 7.000 hectáreas de arrozales en este poblado, y alrededor de 17 por ciento de la cosecha anual de arroz del país.
Algunas aldeas quedaron aisladas durante varias semanas.
"Trabajé dos semanas usando chaleco salvavidas", dijo Ponnabalam Thanesvaran, director de la secretaría de la división de Verugal y máximo funcionario del gobierno en la región.
En septiembre, apenas amainaron las lluvias, la naturaleza volvió a ensañarse con Verugal, aunque esta vez mostró la otra cara de la moneda: una sequía.
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Thanesvaran dijo a IPS que entre septiembre y octubre su principal tarea fue brindar agua potable a aldeas apartadas, algunas de las cuales quedaron aisladas por las inundaciones hace apenas nueve meses.
"Fue increíble cómo, en menos de un año, tuvimos una inundación y una sequía", observó.
Al acercarse la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río+20), que se realizará del 20 al 22 de junio en Brasil, expertos locales promueven mayores esfuerzos por transmitir el mensaje sobre los cambiantes patrones climáticos a las poblaciones más afectadas y menos informadas, como los productores arroceros de la Sri Lanka rural.
Un patrón nacional
La cosecha arrocera de Sri Lanka cayó de 4,3 millones de toneladas en 2010 a alrededor de 3,9 millones de toneladas en 2011, dijo a IPS el director del Instituto de Investigación y Desarrollo Arrocero, Nimal Dissanayake.
La mayor parte de la pérdida de cosechas se atribuye a las inundaciones, pero Dissanayake dijo que la sequía también era responsable de los bajos rendimientos.
Desde las fuertes pérdidas de 2011, el país está determinado a lograr una cosecha históricamente alta este año, a medida que los eventos meteorológicos extremos amainen, pronosticó a comienzos de este mes la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Se espera que la cosecha mundial de arroz para este año supere los registros de 2011, al disiparse las erráticas condiciones climáticas causadas por el fenómeno de La Niña y al aumentar los agricultores sus siembras, según el pronóstico.
Thanesvaran dijo a IPS que muchos de los agricultores de Verugal esperan mejores cultivos para este año. En el vecino distrito de Polonnaruwa, que también fue muy perjudicado por las inundaciones, hubo declaraciones similares.
"Esta vez, todo parece ir bien", dijo Karunaratne Gamage, cultivador del área arrocera de Madirigiriya, en Polonnaruwa, principalmente porque los patrones meteorológicos se han mantenido estables.
Pero expertos como Dissanayake señalan investigaciones según las cuales los cambiantes patrones del tiempo han impactado de modo severo en la producción arrocera de Sri Lanka, y que deberían abordarse muy seriamente.
Cualquier cambio en la producción de arroz tiene y continuará teniendo efectos en el país. Según el Departamento de Censos y Estadística, un típico hogar srilankés consume 36 kilogramos de arroz por mes, lo que convierte a este alimento en el más popular por amplio margen. Para las familias rurales, es el insumo básico de las tres comidas diarias.
Investigaciones de la Fundación de Sri Lanka para el Ambiente, el Clima y la Tecnología señalan que la influencia de los cambiantes patrones de lluvias sobre los rendimientos arroceros anuales fue "significativa" en las últimas dos décadas. También señalan que durante los periodos del fenómeno El Niño – Oscilación del Sur (ENOS), las cosechas de arroz fluctuaron.
Durante la fase de El Niño, en que aumentan las temperaturas, los estudios indican que la producción arrocera aumenta. Esto ocurre en la temporada de cosecha que tiene lugar entre octubre y marzo. Luego cae durante la cosecha secundaria, de abril a agosto.
Este patrón cambió durante la fase de La Niña, más fría, causando ciclones e inundaciones, no solo en Sri Lanka sino también en otras partes de Asia.
Dissanayake cree que esto se debe a que los agricultores srilankeses usan agua de lluvia para irrigar los arrozales, y dependen de un débil sistema de manejo hídrico.
"La cosecha secundaria del año pasado fue mejor, porque las aguas de la inundación (ayudaron) a la siembra", dijo.
"El problema es que los agricultores no entienden la gravedad de la situación. Todavía están acostumbrados a esperar las lluvias, y a que el gobierno les dé agua de las reservas", agregó.
Gamage admitió que, en el terreno, son limitados los conocimientos sobre los cambiantes patrones climáticos y las estrategias de adaptación.
"La población sabe que ocurrió algo extraño con los últimos patrones meteorológicos, pero más allá de eso no hay mucho conocimiento o planificación (con vistas a) posibles cambios", expresó.
El Instituto de Investigación y Desarrollo Arrocero desarrolló variedades de este grano que pueden soportar severos cambios del tiempo, pero Dissanayake dijo que actualmente se las usa solo en áreas que llevan más de tres meses sin agua.
También se lamentó de que los agricultores tengan poco o ningún interés en usar nuevas variedades del producto que sean resistentes a los cambios meteorológicos.
Independientemente de las precipitaciones, los agricultores continúan usando semillas cuya maduración incluye hasta cinco meses durante la principal zafra de cosecha, o tres meses durante la temporada secundaria.
Dissanayake dijo a IPS que el arroz es considerado un "cultivo de pobres", que genera magras ganancias y no atrae a las grandes empresas.
A consecuencia, "no se invierte mucho dinero en nuevas tecnologías" o en métodos de adaptación, sostuvo.