El activista ciego Chen Guangcheng cambió de opinión y ahora dijo que quería radicarse en Estados Unidos, lo cual arrojó un manto de dudas sobre el acuerdo que permitió su salida de la embajada de Washington en China y distendió el impasse que tensó las relaciones entre ambos países.
El asunto es especialmente problemático para el gobierno estadounidense de Barack Obama, pues Chen declaró este jueves 3 que teme por su seguridad y la de su familia pese al acuerdo con el que, según funcionarios estadounidenses, él estaba muy contento.
Chen, un abogado ciego defensor de los derechos humanos originario de una aldea de la provincia de Shandong, está bajo custodia de las autoridades de su país en un hospital de Beijing desde que el miércoles 2 abandonó la embajada de Estados Unidos, donde estuvo refugiado seis días tras escapar de la detención domiciliaria, en la que vive desde hace siete años.
Dejó la sede diplomática gracias a una solución diplomática en la que, según Estados Unidos, el gobierno chino prometió que Chen podría reunirse con su familia y comenzar una nueva vida en una ciudad universitaria, a salvo de las autoridades rurales que, según denunció, abusaron de él en prisión.
Pero Chen dijo a la agencia de noticias Reuters este jueves por teléfono desde el hospital, al que llegó escoltado por funcionarios estadounidenses, que había cambiado de opinión tras hablar con su esposa, quien le informó de las últimas amenazas recibidas por su familia.
[related_articles]
«Me siento muy inseguro. Mis derechos y mi seguridad no están garantizados aquí», declaró. Su familia lo apoyó en la decisión de irse a Estados Unidos, indicó.
Agregó que su esposa, Yuan Weijing, le dijo que funcionarios chinos los amenazaron e invadieron la casa donde vive con los dos hijos del matrimonio.
«Cuando estuve en la embajada no tuve a mi familia y no entendí algunas cosas. Después que estuve con ellos cambié de opinión», explicó.
Situación precaria
«Parece estar en una situación muy precaria. Casi la misma que cuando se asiló en la embajada de Estados Unidos», dijo el corresponsal de Al Jazeera en Hong Kong, Rob McBride.
La decisión de Chen tensa aún más las relaciones ya tirantes entre Beijing y Washington.
La secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Hillary Rodham Clinton, quedó en medio de la tormenta diplomática este jueves, cuando se dirigía a la apertura de las conversaciones bilaterales que se realizan todos los años en Beijing y que esta vez se vieron eclipsadas por el caso de Chen, aunque nos trastocadas.
Clinton aprovechó la oportunidad para urgir a China a proteger los derechos humanos, pero no mencionó al activista, con quien conversó el miércoles después de que abandonó la embajada.
«Creemos que todos los gobiernos deben atender las aspiraciones de sus ciudadanos en materia de dignidad y de respeto de sus derechos, y que ninguna nación puede o debe negárselos», señaló Clinton en la apertura del diálogo económico y estratégico.
El presidente de China, Hu Jintao, dijo que su país y Estados Unidos debían respetarse mutuamente, aun en el desacuerdo.
«Dadas nuestras condiciones nacionales diferentes es imposible, tanto para China como para Estados Unidos, concordar en todos los asuntos», añadió.
Pedido de disculpas
China exigió disculpas a Estados Unidos por acoger a Chen en la embajada, informó la agencia de noticias estatal Xinhua.
El portavoz de la cancillería, Liu Weimain, declaró: «China está muy molesta con esto. La acción de Estados Unidos constituye una injerencia en los asuntos internos de este país y es inaceptable».
«Chen Guangcheng, originario del condado de Yinan, en la oriental provincia de Shandong, entró a la embajada de Estados Unidos en Beijing a fines de abril y se fue por voluntad propia a los seis días», añadió.
Organizaciones internacionales de derechos humanos se han mostrado preocupadas en varias ocasiones por el trato dispensado a Chen, quien perdió la vista de niño.
El activista denunció cómo las autoridades locales de Linyi obligaron a miles de mujeres a realizarse abortos o esterilizarse en el marco de la política de hijo único vigente en este país.
En 2010 fue confinado a prisión domiciliaria tras cuatro años de cárcel por perturbar el tránsito y daños a la propiedad.
Allegados a Chen relataron que el escape de la prisión domiciliaria llevó meses de planificación y que se concretó con ayuda de amigos y activistas.
Trepó el muro que las autoridades construyeron alrededor de su casa y fue trasladado a Beijing, donde colaboradores lo alojaron en varias casas antes de ingresar a la embajada de Estados Unidos.
* Publicado en el marco de un acuerdo con Al Jazeera.