Si el proceso de reintegrarlos a sus vidas normales se cumple en tiempo y forma, los niños soldado de Sudán del Sur habrán dejado de pertenecer a las milicias de este país en dos años.
El Ejército de Liberación Popular de Sudán (SPLA) se había comprometido a liberar en marzo a todos los niños que combatían en sus filas.
Esa fuerza, que es el ala militar del partido político sursudanés Movimiento de Liberación Popular de Sudán, es una de los pocas del mundo que figuran en la lista de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como partes de un conflicto que reclutan y usan niños.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) estima que en Sudán del Sur hay 2.000 niños soldado. Aunque ninguno está dentro del SPLA oficial, sí están afiliados a milicias a las que el gobierno ha amnistiado, y están integrados a las Fuerzas Armadas nacionales.
El país puede quedar fuera de esa lista en dos años si el SPLA sigue el plan de acción que trazó y firmó, que incluye quitar a todos los niños de las milicias y trabajar para darles oportunidades educativas.
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Sin embargo, el proceso de reintegración puede llevar mucho más tiempo en el caso de los niños, a medida que ingresen a escuelas o aprendan habilidades que les permitan ganarse la vida fuera de los barracones militares.
El proceso empezará identificando y garantizando la liberación formal de todos los niños soldado, dijo Fatuma H. Ibrahim, jefa de la unidad de protección a la infancia de Unicef en Sudán del Sur.
Cuando vayan liberándose, se les dará vestimenta civil, porque «lo que es militar se queda con los militares», señaló.
Los muchachos, cuyas edades pueden oscilar entre 12 y 18 años, serán sometidos a sesiones de terapia de grupo con trabajadores sociales para intentar entender cómo llegaron a integrarse a las milicias y para hablar de cualquier tipo de violencia que hayan podido afrontar.
Según Ibrahim, habrá alrededor de uno por ciento que «realmente necesite manejo clínico», aunque sus opciones serán limitadas en un país con pocos recursos psiquiátricos. «Es un problema muy grande. La mayoría recibe píldoras, pero eso es todo».
Los familiares también se reunirán con trabajadores sociales para hablar sobre la reintegración y garantizar que los niños serán bienvenidos de regreso, desalentándolos de volver a enrolarse.
«Los padres tienen que estar listos para recibirlos», dijo Ibrahim. En algunas comunidades de Sudán del Sur, eso incluye una simbólica ceremonia de transición.
En un país que vivió en guerra durante más de dos décadas, a menudo la fuerza militar es una de las pocas oportunidades económicas viables para los hombres jóvenes.
Muchos de los niños que Unicef y sus aliados sacan de filas militares siguieron ese patrón, buscando un lugar en una milicia para brindar seguridad financiera a sus familias.
Uno de los grandes desafíos de Unicef es dar oportunidades que disuadan de volver a enrolarse a los niños soldado que salen de esas fuerzas.
Después de que tengan lugar las nuevas rondas de liberaciones, se dará a los jóvenes la oportunidad de elegir entre ir a la escuela o aprender un oficio.
El limitado mercado laboral del país significa que los jóvenes de más edad son alentados a aprender habilidades como carpintería, que tiene cada vez más demanda en localidades de rápido crecimiento. En el futuro se les enseñará dos habilidades, por si la primera no resulta redituable.
Unicef y otras organizaciones también trabajan para brindar incentivos a fin de impedir que los niños soldados vuelvan a alistarse. Ibrahim mencionó un proyecto de cría de ganado en el que a esos muchachos se les da una cabra para que la críen.
Si el programa funciona, los incentivos serán «significativos», dijo.
El nuevo plan de acción para Sudán del Sur fue firmado oficialmente el 16 de marzo por el Ministerio de Defensa, la fuerza de paz de la ONU en el país y la representante especial del secretario general para la Cuestión de los Niños y los Conflictos Armados, Radhika Coomaraswamy.
Desde que se independizó el año pasado, Sudán del Sur experimentó episodios esporádicos de violencia en todo su territorio. En el norte se mantienen las hostilidades con Sudán. Y en otras partes, especialmente en el nororiental estado de Jonglei, hay conflictos intertribales por los derechos a la tierra y al ganado.
Coomaraswamy dijo que la mayor parte de los niños soldado del país están en el norte, donde la violencia ha sido más consistente.
Sudán del Sur está en la lista de la ONU desde mucho antes de su independencia, en julio de 2011.
En 2006, un Acuerdo Exhaustivo de Paz fue firmado entre el norte y el sur de Sudán, poniendo fin a décadas de enfrentamientos y cimentando el camino para la independencia sursudanesa.
En ese momento, el SPLA se comprometió con un plan de acción para liberar a sus niños soldado, aunque no lo cumplió en su totalidad.
Para 2009, las organizaciones de vigilancia no habían hallado niños soldado en filas centrales del SPLA, aunque todavía existían en las milicias.
Según Coomaraswamy, el renovado compromiso del país procede del «poder de la lista» y de la presión de los socios internacionales.
Y aunque la ONU nunca sancionó a Sudán del Sur por su inclusión en esa lista, Coomaraswamy dijo que siempre estaba la posibilidad de que eso ocurriera. La República Democrática del Congo, por ejemplo, padeció sanciones a consecuencia de figurar allí.
Coomaraswamy señaló que su oficina negocia actualmente con la República Democrática del Congo, con Birmania y con Somalia, los únicos gobiernos militares que todavía no suscribieron un plan de acción.
*Andrew Green informa desde Sudán del Sur en el marco de una beca del International Reporting Project, un programa de periodismo independiente con sede en Washington, D.C.