El papa Benedicto XVI presentó en Cuba un primer discurso moderado y concentrado en respaldar espacios para los católicos de este país, a quienes instó a luchar con las «armas» de la paz y la comprensión «por una sociedad abierta y renovada».
"Yo esperaba palabras más fuertes, luego de que antes de llegar comentara que la ideología marxista ya no responde a la realidad", dijo a IPS un analista que pidió no dar su nombre. "Quizás se esté reservando para su encuentro privado de este martes con (el presidente) Raúl Castro", agregó la fuente.
Benedicto XVI amaneció en la casa de retiro del santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, a la que hizo una visita privada en las primeras horas de este martes 27, antes de dejar Santiago de Cuba, situada a unos 860 kilómetros al este de La Habana, primera escala de su visita a este país caribeño de gobierno socialista, que se inició el lunes 26 y terminará el miércoles 28 de marzo.
Postrado ante la pequeña imagen de no más de 25 centímetros, el alemán Joseph Ratzinger pidió a la patrona de Cuba y símbolo de la unidad nacional que "guíe los destinos de esta amada nación por los caminos de la justicia, la paz, la libertad y la reconciliación", palabras repetidas en más de una ocasión desde su llegada.
El Papa se trasladó a la capital de este país alrededor del mediodía, para reunirse horas después con el presidente Castro, quien presentará su familia al visitante. Una de las hijas del mandatario es la sexóloga Mariela Castro Espín, tenaz defensora de los derechos sexuales como derechos humanos.
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Para algunos analistas, ese podría ser el momento adecuado para un encuentro del Papa "con los dos Castro", en referencia al líder histórico de la Revolución Cubana y hermano mayor del mandatario, Fidel Castro. Este había atendido en persona y con esmero a Juan Pablo II (1920-2005), antecesor de Benedicto XVI, cuando estuvo en Cuba por cinco días en 1998.
Fidel Castro enfermó gravemente en julio de 2006 y, tras delegar de manera provisional la Presidencia en su hermano menor, dejó oficialmente todos sus cargos en 2008. Raúl fue elegido presidente del Consejo de Estado en febrero de ese año por la Asamblea Nacional (legislativa) y el primer dignatario extranjero en saludarlo tras su investidura fue justamente un enviado del Vaticano.
El cardenal Tarcisio Bertone, actual secretario de Estado del Vaticano, se encontraba por entonces en La Habana para asistir a la conmemoración del décimo aniversario de la visita de Juan Pablo II, quien, según, Benedicto XVI, inauguró "una nueva etapa en las relaciones entre la Iglesia y el Estado cubano, con un espíritu de colaboración y confianza".
En sus primeras declaraciones en territorio cubano, Benedicto XVI destacó, sin embargo, que "todavía quedan muchos aspectos en los que se puede y debe avanzar", especialmente en cuanto al aporte "imprescindible que la religión está llamada a desempeñar en el ámbito público de la sociedad".
A su vez, el presidente Castro recordó en su discurso de bienvenida que el bloqueo económico que Estados Unidos impone a su país se ha recrudecido 14 años después de la primera visita papal, pese a lo cual Cuba continúa "cambiando todo lo que debe ser cambiado", conforme a las aspiraciones y "libre participación" del pueblo en las decisiones transcendentes de la sociedad.
Castro destacó que, pese a sus carencias, su país "nunca ha faltado al deber de compartir con los que tienen menos", y que, en virtud de esa cooperación internacional, en una década "se ha devuelto o mejorado la visión a 2,2 millones de personas de bajos ingresos y se ha contribuido a enseñar a leer y escribir a 5,8 millones de analfabetos".
El presidente asistió a la misa oficiada por Benedicto XVI en la Plaza de la Revolución de Santiago de Cuba, al igual que unas 250.000 personas, según cifras oficiales. En su homilía, el Papa instó a la feligresía católica a luchar con "las armas de la paz, el perdón y la comprensión" para construir "una sociedad abierta y renovada, una sociedad mejor, más digna del hombre".
Sus declaraciones dejaron descontentos a quienes esperaban pronunciamientos más fuertes sobre asuntos sociales como la familia, la juventud o los derechos humanos. "Este Papa es un teólogo tradicional, de ahí la ausencia de referencias de carácter social como las que acostumbrada hacer Juan Pablo II", explicó a IPS el profesor Enrique López Oliva.
En la misa de Santiago de Cuba, la caracterización de la situación interna quedó a cargo del arzobispo de esa ciudad, Dionisio García, quien aclaró que el pueblo cubano recela de "toda injerencia extranjera" en sus asuntos y se siente comprometido a lograr, "con esperanza y decisión, una república próspera, incluyente y participativa".
"Somos un solo pueblo, pero con diferentes criterios en cuanto al camino a seguir para buscar un futuro mejor", añadió García, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (COCC). En su "corta historia, ese empeño común se ha visto oscurecido" por la incapacidad de diálogo y de respeto al otro, entre otros problemas, agregó.
Como presidente de la COCC, García debe reflejar la opinión de todos los obispos, sostuvo López Oliva. "En sus palabras predomina la búsqueda de un nuevo consenso para un futuro en que quepan todos", dijo el especialista en historia de las religiones, quien descartó que esas expresiones pudieran introducir roces en las relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado.
La opositora Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN) exigió a las autoridades que identifiquen e informen el paradero de un hombre joven que fue detenido tras gritar consignas a favor de la libertad y contra el comunismo poco antes de comenzar la misa en Santiago de Cuba.
Según la versión de la CCDHRN, atribuida a "uno de los feligreses allí presentes", el hombre fue agredido por "individuos desconocidos vestidos de civil". Las imágenes recogidas por la transmisión internacional y vídeos distribuidos por Internet muestran que el detenido fue atacado por dos hombres: abofeteado en el rostro y golpeado en la cabeza con un cartel arrollado, mientras era protegido por un agente que lo sacó del lugar.