INFANCIA-PALESTINA: El horror no termina en la cárcel

«Estaba desesperado. No hablaba con nadie. No quería salir de casa. Estaba muy nervioso y me irritaba por las cuestiones más simples», contó el palestino Hamza, de 17 años, quien no pasa un día sin recordar sus padecimientos en la prisión militar israelí de Ofer.

Hamza, quien no quiso mostrar su rostro, aún no supera el trauma. Crédito: Jillian Kestler-D’Amours/IPS
Hamza, quien no quiso mostrar su rostro, aún no supera el trauma. Crédito: Jillian Kestler-D’Amours/IPS
El año pasado, Hamza fue detenido en medio de la noche acusado de haber lanzado piedras contra colonos israelíes cerca de su escuela en Cisjordania. El adolescente dijo a IPS que fue esposado, vendado y golpeado mientras era llevado a un centro de interrogatorios.

"Me preguntaron dónde había lanzado las piedras y cómo, en qué momento exacto, si fue de noche o por la mañana, y quién estaba conmigo", narró.

"Cuando me llevaron a la prisión me colocaron en una pequeña celda. Solían pasarme la comida por debajo de la puerta. Comíamos en el mismo lugar en que orinábamos. A veces nos desnudaban y se burlaban de nosotros, y nos golpeaban al mismo tiempo", añadió.

Hamza pasó cinco meses en la prisión militar israelí de Ofer. No tuvo contacto con sus padres ni con otros familiares.
[related_articles]
Tres meses después de ser liberado, ingresó a un programa de rehabilitación de la Asociación Cristiana de Jóvenes (ACJ) en Beit Sahour, cerca de su hogar en la aldea cisjordana de Takoua. El cambio, aseguró, fue casi inmediato.

"Me sentí cómodo con las sesiones (de consejería) y sentí que estaba cada vez mejor, mejor aun que antes de ir a prisión", dijo Hamza, quien ahora estudia carpintería.

"Luego de que comencé a trabajar como carpintero, me hice más fuerte, ya nada me asustaba. Comencé a ver el futuro de manera positiva", agregó.

Las últimas estimaciones indican que Israel arresta y encarcela a unos 700 menores palestinos cada año. Esto ha obligado a organizaciones en Cisjordania y Jerusalén oriental a desarrollar programas que atiendan los fuertes traumas que sufren estos menores al salir de prisión.

Fundado en 1989, poco después de la primera Intifada (levantamiento popular palestino contra la ocupación israelí), el programa de rehabilitación de la ACJ en Jerusalén oriental es el primero en su clase. Ofrece apoyo psicosocial y procura que los adolescentes regresen a la escuela o ingresen a planes de capacitación laboral.

Según el director del programa, Nader Abu Amsha, el objetivo es darles a los menores mecanismos para evitar revivir el trauma.

"Damos lo mejor de nosotros no solo en la terapia, sino también en la construcción de mecanismos de superación y en ayudarlos a que aprendan a recuperarse de las experiencias traumáticas", explicó.

"Un trauma puede ocurrir una vez en la vida", dijo Abu Amsha a IPS. "Pero aquí (en Palestina), donde se viven experiencias difíciles a diario, con los puestos de vigilancia, los soldados por todos lados, los colonos atacando a personas… Todo lo que te rodea puede revivir un trauma que has vivido", indicó.

La organización Save the Children y el programa de la ACJ presentaron el 11 de este mes un informe sobre el impacto de los arrestos israelíes de menores palestinos.

Las organizaciones estiman que, desde 2000, Israel detuvo a más de 8.000 niños y adolescentes palestinos en Jerusalén oriental y Cisjordania, entre ellos algunos de apenas 12 años de edad.

Atados de manos y con los ojos vendados, los niños y niñas, en general arrestados bajo sospecha de haber lanzado piedras, son transportados a prisiones israelíes o asentamientos en Cisjordania para ser interrogados.

Estos interrogatorios casi siempre son realizados sin la presencia de los padres o del abogado del detenido, según el informe.

Todos los palestinos en Cisjordania están sometidos a un sistema de tribunales militares creado desde que Israel ocupó el territorio en 1967.

Según el informe, estos tribunales "no tienen la misión de funcionar como un completo sistema legal", sino más bien "como un ‘brazo judicial’ de la potencia ocupante, lo que significa que hace más énfasis en la seguridad que en la justicia".

El informe también concluyó que casi todos los niños y niñas (98 por ciento) fueron víctimas de violencia física o psicológica durante su arresto, y que 90 por ciento padecen desorden de estrés postraumático, con pesadillas, enuresis nocturna, ansiedad y otras señales de trauma.

"Todos estos síntomas pueden superarse. Deben ser tratados, y nuestro interés principal es ayudarlos a superar el impacto psicológico del encarcelamiento y de la dura experiencia que atravesaron", dijo Abu Amsha. "Su derecho es ser rehabilitados".

En el caso de Mouath, de 19 años, quien también pasó ocho meses en la prisión de Ofer acusado de lanzar piedras, el proceso de rehabilitación fue beneficioso no sólo para él, sino también para su familia y sus amigos.

"Fui a la escuela después (de ser liberado), pero se negaron a inscribirme. Me quedé ocioso en casa. Tenía problemas con mis padres y con mis amigos todo el tiempo. Me sentía deprimido, aplastado. Tenía pensamientos frecuentes sobre la prisión. Estaba muy asustado", contó a IPS.

Pero hoy, luego de las sesiones de consejería, no siente más miedo. "La ocupación (israelí) continúa, pero ahora los soldados no me molestan. Me siento mucho más aliviado", contó Mouath, quien ahora trabaja en electrónica automotriz. "Mis problemas disminuyeron, y mis dificultades psicológicas y los pensamientos negativos desaparecieron".

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe