AFGANISTÁN: Relaciones con EEUU dividen al gobierno de Karzai

La creciente influencia del círculo conservador pashtún en torno al presidente de Afganistán, Hamid Karzai, impide la firma de un acuerdo estratégico con Estados Unidos que trazaría el futuro de las relaciones bilaterales a partir de 2014.

La abierta postura antiestadounidense de ese círculo ha frustrado a los diplomáticos de Karzai a la hora de negociar con funcionarios de Washington, y ha causado también enfrentamientos.

El 8 de este mes, un día antes de que ambos países firmaran un acuerdo para transferir gradualmente el control de las prisiones afganas a Kabul, el vicecanciller Jawid Ludin y el jefe de gabinete, Karim Khurram, fueron convocados a asesorar a Karzai para una videoconferencia con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama.

En la misma habitación se encontraban el general John Allen, comandante estadounidense de las fuerzas de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) en Afganistán, y Ryan Crocker, embajador de Estados Unidos en Kabul.

Minutos antes de que comenzara la videoconferencia entre los dos mandatarios, Karzai dejó la sala para un descanso, según tres fuentes separadas dentro del palacio de gobierno.
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En los minutos siguientes, se desató un enfrentamiento verbal entre Khurram y Ludin que estuvo a punto de llegar a la violencia física. Ambos se acusaron entre sí de espiar, uno para Pakistán y el otro para Estados Unidos. Finalmente fueron separados por el comandante de la OTAN y por el embajador estadounidense.

Acusaciones

El incidente comenzó con un reclamo del general Allen, dijeron fuentes del palacio.

La embajada estadounidense y la OTAN declinaron hacer comentarios para este artículo.

Allen habría asegurado que el control sobre las prisiones sería gradualmente entregado a Kabul, una de las condiciones de Karzai para firmar el acuerdo estratégico. Pero el general insistió en que, en contrapartida, la oficina de prensa del gobierno afgano debía atemperar su discurso antiestadounidense.

El Centro de Información y Medios del Gobierno (GMIC) de Afganistán se encuentra bajo directa autoridad de Khurram, el jefe de gabinete de Karzai.

Ludin se dirigió a Khurram y reiteró el reclamo de Allen, señalando que el tono de las declaraciones del GMIC estaba socavando las negociaciones con Washington.

Khurram, según fuentes del palacio, respondió que el GMIC solo defendía los intereses de Afganistán, lo que Ludin interpretó como un insulto.

Lo que Khurram insinuó, explicó un funcionario cercano a Ludin, es que la cancillería estaba traicionando a Afganistán en las negociaciones con Estados Unidos.

Ludin entonces replicó que él mismo tomaría medidas para impedir que el GMIC cambiara su discurso, a lo que Khurram habría respondido: «Ni su padre puede hacer eso».

«Usted es un espía para los estadounidenses, y hace todo lo que ellos le dicen», le dijo Khurram a Ludin, según un funcionario.

El vicecanciller, por su parte, acusó a Khurram de espiar para Pakistán. En ese punto, el general Allen y el embajador Crocker impidieron que los dos funcionarios afganos se enfrentaran a golpes.

Ludin se negó a hacer comentarios para este artículo, y Khurram, luego de que se le informara en persona cuáles serían los términos, prometió conceder una entrevista, pero luego se negó a contestar su teléfono.

«La diplomacia fue dejada a un lado», dijo un alto funcionario de gobierno a la cadena árabe Al Jazeera en referencia al incidente. «Volvieron a la forma afgana de discutir».

Cuando Karzai regresó a la habitación, la videoconferencia comenzó. El acuerdo sobre las prisiones fue firmado ante las cámaras de los medios internacionales al día siguiente, como estaba planificado.

Pero el enfrentamiento entre los funcionarios afganos revela cuán dividido se encuentra el círculo interno de Karzai frente al tema de las relaciones con Washington.

Palacio dividido

«Han pasado ya un año y medio desde que el palacio se vio fracturado en dos grupos», dijo el analista Abdul Waheed Wafa, director del Centro de Afganistán en la Universidad de Kabul.

«Por un lado están los que dicen: ‘No hemos logrado lo que queremos, pero necesitamos mantenernos con la comunidad internacional porque la alternativa es el caos’. Luego hay otros elementos que se oponen a (temas como) las redadas nocturnas y a la presencia a largo plazo de Estados Unidos y de fuerzas internacionales», explicó.

Se supone que el acuerdo estratégico le daría a Afganistán –un país pobre que necesita donaciones internacionales para cubrir aproximadamente 90 por ciento de su presupuesto anual— cierta seguridad para continuar con su reconstrucción luego de décadas de guerra.

Aun más importante es el hecho de que el apoyo de Estados Unidos fortalecería la posición de Afganistán en una volátil región, donde los vecinos han sido acusados frecuentemente de interferir en asuntos internos afganos.

Para Washington, prolongar su presencia en Afganistán significa poder seguir operando contra «amenazas a la seguridad nacional estadounidense», persiguiendo escondites de supuestos terroristas.

Pero la creciente influencia del conservador jefe de personal de Karzai y sus enfrentamientos con quienes considera funcionarios pro- estadounidenses han socavado las negociaciones al punto de que, en las últimas semanas, Estados Unidos anunció que era «más importante lograr un acuerdo correcto que simplemente lograr un acuerdo».

Algunos interpretaron esto como una pérdida de interés de Washington en un tratado con Kabul.

Sin embargo, Wafa dijo que se trataba de una estrategia para ejercer más presión sobre los negociadores afganos, que inmediatamente se comprometieron más en las discusiones y postergaron algunas de las condiciones que estaban exigiendo.

«El cambio de tono en Estados Unidos se dio en parte para presionar a los afganos», dijo Wafa.

«Pero algunos afganos creen que es verdad, que esas personas (los funcionarios estadounidenses) se sienten totalmente frustrados».

«Que la opinión pública de Estados Unidos e incluso algunos de los senadores que fueron firmes partidarios de la guerra ahora están diciendo que esta no tiene sentido», continuó.

En el proceso de negociaciones entre los dos países, tres temas han causado especial controversia: el control de Estados Unidos sobre los detenidos afganos, las redadas nocturnas y las bases militares permanentes.

Las dos partes acordaron eliminar los temas de la transferencia de las cárceles y de las redadas nocturnas del acuerdo estratégico, permitiendo que fueran discutidos en forma separada.

La transferencia de las prisiones fue firmada el 9 de este mes, mientras que esta semana será finalizado un memorando de entendimiento sobre las redadas nocturnas, según un funcionario del Consejo de Seguridad Nacional afgano. Pero el tema de las bases militares permanentes es un hueso duro de roer.

La discusión del 8 de este mes no fue simplemente un incidente causado por la euforia del momento. La polémica se repitió en subsiguientes entrevistas.

«Khurram claramente tenía una agenda, y quiere distorsionar cualquier progreso en las relaciones con Estados Unidos», dijo un funcionario cercano a Ludin pocos días después del incidente.

La otra parte no es muy diferente.

«Por supuesto, hay círculos que se mantienen con los beneficios de Occidente, y no piensan en la nación», dijo el director del Centro Afgano de Investigación y Consulta, Ghulam Gilani Zwak.

«Ellos insisten en no negociar ni regatear (con Estados Unidos), y actúan como esclavos» de Occidente, agregó.

«Pero hay otros que tienen en mente los intereses de la nación, que no quieren repetir lo que Abdalá Abdalá y Younus Qanooni firmaron con Estados Unidos en 2001, poniendo en duda nuestra independencia», sostuvo.

Zwak se refería a un supuesto acuerdo firmado entre el gobierno de Estados Unidos y representantes de la Alianza del Norte, el grupo que entonces combatía al movimiento islamista Talibán y que ayudó a las fuerzas de Washington a derrocarlo.

Pero el acuerdo sobre el «estatuto de las fuerzas» actualmente vigente, que le da al personal militar estadounidense inmunidad penal ante la justicia afgana, fue de hecho firmado por el gobierno de transición de Karzai en 2003, según un informe del Congreso legislativo de Estados Unidos.

La disfunción del Ministerio de Relaciones Exteriores de Afganistán también es polémica. El canciller Zalmai Rasul es considerado un operador pasivo sin mucha experiencia. Ludin, exportavoz y exjefe de personal de Karzai, carga con la mayor parte de la responsabilidad en la cartera, donde muchos cargos serían designados por parentesco familiar.

«Nuestra debilidad es que no hemos tenido una política exterior estable ni una clara visión. Todo ha sido reaccionario, ad hoc», señaló Wafa.

Por su parte, el analista afgano Ahmad Shuja, radicado en Washington, cree que el palacio de gobierno continuamente pasa por encima de los diplomáticos, lo que dificulta su trabajo.

«Las declaraciones de Karzai y su dinamismo eclipsan los esfuerzos del Ministerio de Relaciones Exteriores para fijar una política. Es diplomacia ‘al estilo afgano’, y no política en el sentido convencional», añadió.

Y la fuerte influencia de Khurram sobre el presidente en el último año dificultó aun más el trabajo de diplomáticos como Ludin, señalaron los analistas.

Frustraciones

Khurram, polémico exministro de Cultura, asumió como jefe de gabinete a comienzos de 2011, puesto que le ha dado un creciente poder en el país.

Como ministro de Cultura, Khurram fue un severo censor de programas de televisión.

Shuja explicó el origen de las posturas antiestadounidenses de Khurram. «Su ideología fue formada por su alineamiento con (la facción política-militar fundamentalista islámica) Hizb e Islami», señaló.

Liderada por Gulbuddin Hekmatyar, Hizb e Islami comenzó como un partido político que combatió a la invasión soviética (1979-1989), luego jugó un importante papel en la guerra civil de los años 90 y ahora es considerada la tercera y más débil facción de la insurgencia antiestadounidense.

Khurram realizó una purga en el GMIC, cuyos principales fondos proceden de la embajada de Estados Unidos, y anunció su intención de controlar el mensaje del gobierno.

Ante esto, la representación de Washington canceló el financiamiento por un breve periodo de tiempo y retiró a sus asesores.

Khurram también impidió la presencia de consejeros estadounidenses en las conferencias de prensa del gobierno de Karzai, dijo a Al Jazeera un funcionario del palacio.

La embajada de Estados Unidos declinó hacer comentarios para este artículo, pero un funcionario estadounidense en Kabul confirmó que había frustración por la situación dentro del gobierno afgano.

«Para la embajada ha sido difícil acceder al palacio de gobierno desde que fue cambiado el jefe de personal», señaló.

Khurram controla, directa o indirectamente, al menos tres periódicos privados, un canal de televisión y una estación de radio, indicó un funcionario que trabajó en el pasado con él.

«El mensaje no es solo antiestadounidense, sino también divisivo internamente», dijo el excolega de Khurram. «Su marca de pashtún conservador fortalece la idea de que todos los pashtunes son unilateralistas y conservadores por naturaleza».

«Los aliados no pashtunes del presidente están cada vez más aislados. El daño que Khurram infligió en la imagen de Karzai en un año no podría haber si logrado por sus propios enemigos», agregó.

* Artículo publicado en acuerdo con Al Jazeera.

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