Venezuela y Estados Unidos sostienen como estrategias reducir su recíproca dependencia petrolera actual, entre proveedor y cliente, pero esta provechosa relación se mantiene casi sin tropiezos mientras pasan los años y los discursos confrontados.
"Una primera razón es que un gran consumidor como Estados Unidos no puede fácilmente conseguir un proveedor menos incómodo", advirtió en entrevista con IPS el profesor de economía petrolera Mervin Rodríguez, de la Universidad Central de Venezuela.
Venezuela enviaba por día a Estados Unidos casi 1,5 millones de barriles de crudo de 159 litros hace una década atrás, mientras que el año pasado fueron 979.000 barriles diarios lo despachados en promedio. En tanto que China, que no le compraba a Caracas ni un barril a fines del siglo XX, ahora recibe cerca de 400.000 barriles por jornada.
"También está el tema del refinado. Hay plantas en Estados Unidos diseñadas para recibir petróleo venezolano. Cambiar ese patrón de elaboración de combustible no es cosa de otro mundo, pero ese factor incide al momento de mantener precios y dependencia", explicó Rodríguez.
Tanto en su campaña electoral de 2008, como poco antes de asumir en enero de 2009 y nuevamente el año pasado, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, expresó su intención de reducir la dependencia del petróleo extranjero, como uno de los pilares de la seguridad energética de su país.
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Obama dijo que, cuando llegó al gobierno, se "importaban 11 millones de barriles diarios, y en algo menos de una década se habrá recortado es cifra en un tercio", a base de aumentar la producción nacional, usar energías limpias, desarrollar autos ahorradores e híbridos, movidos con una mezcla de combustible y electricidad.
El ahorro de petróleo debería equivaler a lo que Estados Unidos importa de Medio Oriente y Venezuela combinados, o sea entre 3,2 y 3,5 millones de barriles por día.
Pero esa estrategia parece dejarse a un lado en razón de la abundancia que están dando cuenta los nuevos hallazgos y prospecciones de crudo y gas natural dentro y fuera de Estados Unidos, dijo a IPS el profesor de postgrado en ciencias políticas Carlos Romero, de la Universidad Simón Bolívar.
"La industria petrolera vive uno de los mejores momentos de su historia", afirmó.
El presidente venezolano Hugo Chávez se ha ufanado de que "venimos disminuyendo los envíos a Estados Unidos", un país al que "antes vendíamos petróleo subsidiado", en alusión a las ventas con descuento para refinerías en las que ha sido socia la corporación estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA).
"Es que estamos diversificando el mercado ( ) enviamos petróleo a China (en pago de préstamos) y a países como Argentina, Paraguay y Uruguay, a los que nunca antes habíamos vendido" hidrocarburos, explicó Chávez.
Venezuela produce, según distintas fuentes, entre 2,5 y tres millones de barriles diarios y exporta cerca de dos millones. Entre 200.000 y 300.000 barriles por día van a su programa de cooperación con Cuba y otros países del Caribe.
Por su parte, Estados Unidos consume 19 millones de barriles diarios de petróleo, según cifras de su Administración de Información de Energía (EIA), mientras que solo produce 5,8 millones de barriles, de acuerdo con el promedio registrado en enero. Hace 20 años, ese país extraía de su subsuelo 7,5 millones de barriles por jornada.
"Washington ha tratado de buscar fuentes alternativas y Caracas de reducir la dependencia para su flujo de caja de un solo comprador, pero hasta ahora no han logrado convertir esos deseos en realidad", subrayó Romero.
La reducción en el volumen suministrado por Venezuela "se relaciona más con una merma en la producción real de crudo, y su casi extinta capacidad para exportar gasolina, ante que en una decisión política o diplomática", señaló.
La confrontación política entre Washington y Caracas escaló desde mediados de la década pasada y las relaciones han estado cerca de la ruptura varias veces, con expulsión recíproca de embajadores y otros funcionarios. Sin embargo, el intercambio comercial se ha mantenido indemne a los discursos y críticas que se dirigen los gobiernos.
Por ejemplo, Estados Unidos adoptó en mayo de 2011 algunas sanciones sobre PDVSA, por sus nexos comerciales con Irán, y la cancillería venezolana anunció que "estudiaría el impacto" de esa medida en el suministro petrolero al cliente del Norte, pero nunca más volvió a tratar el tema.
"Por esas relaciones, Venezuela puede pagar los platos rotos de una fiesta que no es suya. Es cuestión de mirar quién pierde más. La venta de petróleo a Estados Unidos es la primera fuente de ingresos para Caracas, mientras que Washington, en una situación de urgencia, puede desdeñar el crudo venezolano y justificar la medida como dictada por razones de seguridad y política exterior", apuntó Rodríguez.
Ambos países parecerían comprar tiempo "y, mientras Venezuela busca otros clientes, Estados Unidos diversifica sus proveedores", indicó Rodríguez. "Ya el crudo que obtiene de Colombia, Brasil y Ecuador juntos es tanto o más que el venezolano y, entretanto, crece la producción y el suministro desde Iraq", agregó.
También la búsqueda de energías renovables para producir electricidad, y de transportes, en particular de automóviles, ahorradores, híbridos, poco contaminantes, son temas que gravitan sobre la industria y el consumo en Estados Unidos.
"Sin embargo, el momento petrolero ha barrido esas urgencias, así como en Venezuela el aliciente de los enormes ingresos con un crudo que se vende a 90 o 100 dólares por barril ha subrayado su condición de economía rentista", apuntó Romero.
En cuanto a buscar nuevas fuentes de energía y sistemas de transporte, "se mantienen en el terreno de la investigación científica y el desarrollo tecnológico, pero todavía a buena distancia de poder realmente desplazar a los combustibles fósiles", concluyó Romero.