NIGERIA: Lluvia de bombas expulsa a civiles del norte

«Ya no es seguro estar aquí. Los enfrentamientos armados nos estremecen. Esta ciudad ya no es segura», señaló Funke Nweke, refiriéndose a su decisión de dejar el norte de Nigeria, embarazada y con su hija de cinco años.

Nweke hizo una mueca de disgusto mientras esperaba con su hija, Nnenna, en la terminal de autobuses para abordar uno que las llevara al sur del país. Se van porque tienen miedo de un ataque de la organización islamista Boko Haram.

El estado de Kano vivió la peor serie de atentados suicidas, explosiones de bombas y enfrentamientos armados el 20 de enero. Según el presidente de la organización Congreso de Derechos Humanos, con sede en la norteña ciudad de Kaduna, unas 256 personas perdieron la vida en los combates, aunque las autoridades policiales llevan registradas 184.

Boko Haram se atribuyó los ataques, perpetrados en respuesta a la detención, la persecución y el maltrato de algunos de sus miembros en Kano.

"Personalmente dirigí a nuestra gente a lanzar ataques esporádicos después de enviar una carta abierta a las autoridades de Kano para que liberaran a nuestros miembros detenidos sin cargos, pero se negaron", señaló el líder de la organización, Abubakar Shekau, en dialecto hausa, en un vídeo cargado en el sitio YouTube.
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Pero Shekau negó la muerte de civiles. "Matamos policías, militares y toda persona que esté en connivencia con ellos. No perseguimos civiles. Disfruto matando personas al igual que carneros y pollos, siempre y cuando Dios me lo ordene", confesó.

A pesar del malestar de su madre, Nnenna está feliz de irse. "Nos vamos de viaje, adiós", dijo a IPS en tono alegre.

Nweke y su hija son dos de las muchas personas que en la estación de New Road, de Kano, hacen cola con paciencia para subirse a uno de los lujosos autobuses.

"Cientos de personas, la mayoría mujeres, niños y niñas, se fueron traumatizados por los últimos ataques", dijo a IPS por teléfono el líder del grupo étnico igbo, Boniface Ibekwe.

"No puedo darle cifras exactas de la gente que se fue, pero estamos recabando nombres. Algunas personas se fueron, otras están en el hospital y otras siguen desaparecidas. La mayoría de nuestros hombres siguen aquí, no nos vamos", añadió Ibekwe.

La seguridad de la zona permanece incierta. Dos días después de los atentados, los servicios de seguridad de Kano recuperaron más de 300 dispositivos explosivos en diferentes lugares del estado.

Especialistas en explosivos señalaron que si los dispositivos hubieran detonado, habría sido un desastre para el país más poblado de África y el mayor productor de petróleo.

El presidente Goodluck Jonathan declaró el 8 de enero que el país llevaría a los responsables a la justicia, pero los atentados ya causaron problemas económicos en esta zona del país.

Kano es la segunda ciudad más grande de Nigeria y el centro comercial del país. La comunidad igbo, víctima de los ataques, posee numerosos negocios.

"Dominan la venta de automóviles, de materiales de construcción, de artículos de papelería y de dispositivos eléctricos. Concentran 90 por ciento de los comercios. Su partida será un problema para la economía de Kano, así como para la de otros estados del norte", dijo a IPS por teléfono Garba Ibrahim Shekau, economista de la Universidad Bayero, de este estado.

Los productos vendidos por los igbo en Kano se volverán escasos y la creciente demanda disparará los precios, apuntó.

"Detuvimos a más de 200 miembros de Boko Haram gracias a información de inteligencia, y descubrimos que 80 por ciento de ellos eran de Chad", dijo a IPS un policía que pidió reserva de su identidad.

El Servicio de Seguridad del Estado anunció el jueves 2 la captura del presunto portavoz de la organización extremista, Abu Qaqa.

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