Cuando la Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití no respondió a una propuesta de la Université dEtat dHaïti para que un campus unificara a las nueve facultades destruidas o dañadas en la capital, el vicerrector Fritz Deshommes no se sorprendió.
Tampoco lo impactó el hecho de que, 25 años después de que estudiantes y profesores pidieran ayuda a los gobiernos post-dictatoriales de Haití, las facultades sigan estando separadas y dispersas por todo Puerto Príncipe.
«El motivo por el que el campus universitario nunca se construyó es político. Porque si todos los estudiantes estuvieran permanentemente en un solo lugar, tendrían las condiciones materiales necesarias para organizarse mejor y hacer oír sus reclamos», dijo Deshommes a Haiti Grassroots Watch.
«Entonces podrían dar vuelta todo. Las autoridades políticas entendieron la importancia de esto. Un solo campus no es de su interés», agregó.
La lucha por un campus único no empezó después del terremoto sino luego de 1986, año del fin de la dictadura de Jean-Claude Duvalier (conocido como Baby Doc, quien gobernaba desde 1971). Le había precedido su padre, François Duvalier (Papa Doc, en el poder entre 1957 y 1971).
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Ya desde 1960, cuando se produjo una huelga de estudiantes en la Universidad de Haití, François Duvalier impuso su control sobre las varias facultades. El 16 de diciembre de ese año emitió un decreto por el cual creó la «Universidad del Estado» (Université dEtat dHaïti, UEH) en el lugar de la Universidad de Haití.
Su carácter fascista se hizo evidente en el lenguaje empleado en el documento.
Entre otras cosas, decía: «Considerando la necesidad de organizar la Universidad sobre cimientos nuevos a fin de impedir que se transforme en un bastión donde se desarrollen ideas subversivas ».
El artículo 9 era aún más claro. Decía que todo estudiante que quisiera inscribirse en la universidad tenía que obtener un documento policial certificando que no pertenecía a ninguna agrupación comunista o a ninguna asociación que estuviera bajo sospecha del Estado.
Luego del 7 de febrero de 1986, fecha en que Jean-Claude Duvalier partió en un avión contratado por el gobierno de Estados Unidos, uno de los eslóganes más dominantes fue: «¡Haití es libre!».
El levantamiento político que se propagó por todo el país también se extendió al sistema universitario. Como ocurrió en otros sectores de la vida nacional haitiana, profesores y estudiantes de la universidad reclamaron varias reformas, así como la construcción de un campus que reuniera a todas las facultades dispersas por la capital.
Desde entonces hubo algunos avances: se cambió el nombre a UEH, se produjo cierto grado de democratización y se mejoró el nivel de la enseñanza. Sin embargo, la falta de financiamiento paralizó a la institución.
Los presupuestos de los últimos años muestran que la UEH nunca recibió más de uno a 1,3 por ciento del presupuesto estatal.
Y lo que es peor, el gubernamental Plan de Acción para la Renovación y el Desarrollo (PADRN, por sus siglas en francés), propuesto por el equipo de René Préval (presidente entre 2006 y 2011), reclamó solo 60 millones de dólares para «la educación profesional y superior» como parte de su pedido de 3.864 millones para la reconstrucción, apenas 1,5 por ciento del total.
El nuevo gobierno de Michel Martelly dio señales de que aumentaría el presupuesto de la UEH, pero según un informe de AlterPresse, integrante de la asociación Haiti Grassroots Watch, el presupuesto más reciente le dedica apenas 1,5 por ciento a esa institución.
«Este presupuesto muestra el desprecio que nuestros funcionarios elegidos sienten por la principal institución pública de educación superior del país, así como su evidente deseo de debilitarla y tal vez, incluso, de eliminarla», dijo a AlterPresse el rector de la UEH, Jean Vernet Henry, en el artículo del 27 de enero.
«Amigos de Haití» apoyan al sector privado
En el mismo momento en que la propuesta para un campus único de la UEH fue archivada en un cajón, República Dominicana construyó un campus universitario en el norte del país: la Université Roi Henri Christophe. Edificado en apenas 18 meses, el campus costó 50 millones de dólares.
¿Y las universidades y los gobiernos de los países «amigos de Haití»?
Pese a varias reuniones realizadas en el exterior y en hoteles ubicados en balnearios y en los centros de conferencias más caros del país, pese a las promesas de varias universidades estadounidenses y de la Conferencia Regional de Rectores y Presidentes de la Agencia Universitaria Francófona, la mayoría de los cursos todavía se imparten en galpones y construcciones temporarias.
«Hemos recibido a muchas universidades que nos pueden ayudar, pero no tienen los recursos para construir», dijo el rector Henry a The Chronicle of Higher Education, en un artículo publicado en enero.
Solamente «nos pueden ayudar a través de cursos a distancia, becas e intercambios», agregó.
Mientras, en la privada Université Quisqueya, la reconstrucción avanza. Ya en octubre, la Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití dio luz verde a un proyecto de la Facultad de Medicina, y en diciembre el Fondo Clinton Bush para Haití ofreció 914.000 dólares para un «Centro para el Espíritu Emprendedor y la Innovación».
«El Centro estará destinado a empresarios de todos los niveles», dijo Paul Altidor, del Fondo, en un artículo publicado en el sitio web de esa entidad.
El objetivo de los «amigos» de Haití está claro.
El futuro en peligro
También es claro un estudio realizado en 2000 sobre universidades estatales en el mundo en desarrollo, titulado «Peligro y promesa», especialmente a propósito de la urgencia de invertir en la educación superior pública.
«Los mercados requieren lucro, y esto puede desplazar importantes responsabilidades y oportunidades educativas La cruda verdad es que estas enormes desigualdades se volverán aún más extremas, impelidas en gran parte por el avance de la revolución del conocimiento y la continua fuga de crebros», señala.
«Por este motivo, el grupo de tareas urge a políticos y donantes públicos y privados, nacionales e internacionales- a no perder tiempo. Deben trabajar con líderes educativos y otros actores clave para reposicionar la educación superior en los países en desarrollo», agrega.
Eso ocurría en 2000.
¿Han leído ese informe los políticos haitianos, los donantes y los «ciudadanos» del norte, y otros que intentan dominar la Université Roi Henri Christophe?
Muchos críticos temen que los gobiernos pasados y actual de Haití -que permitieron y siguen permitiendo el deterioro y la denigración de un bien común, la Universidad del Estado de Haití- hayan sido tan arrasados por la inundación del pensamiento neoliberal que no vean la catástrofe que tienen entre manos.
* Este es el segundo artículo de una serie de dos sobre el abandono de la Université dEtat dHaïti por parte de las autoridades encargadas de la reconstrucción. Estudiantes del Laboratorio de Periodismo en esa universidad colaboraron con esta serie.
Haiti Grassroots Watch es una asociación de AlterPresse, la Sociedad de Animación y Comunicación Social (SAKS), la Red de Mujeres de Radios Comunitarias (REFRAKA) y radios comunitarias de la Asociación de Medios Comunitarios de Haití.