El Grupo de los 20 países industrializados y emergentes (G-20) abandonó México sin definir mecanismos para afrontar la amenaza de otra recesión mundial o la crisis de la deuda europea, y además siguió sin abordar temas urgentes como el cambio climático o la emergencia alimentaria.
En una declaración de 12 párrafos, los ministros de Finanzas y presidentes de los bancos centrales, reunidos sábado 25 y domingo 26 en Ciudad de México, no aludieron a la crisis alimentaria de África y dedicaron solo dos menciones a la energía y el clima.
Ello, pese a los llamados de organizaciones de la sociedad civil a que la agenda fuese ampliada a la crisis climática y alimentaria y a otros temas que impactan a la población mundial.
"Vimos una indisposición para tomar decisiones de fondo. Es una especie de derrota e indisposición para cambiar las cosas en el ámbito internacional. Quedó claro de que no quieren hacer cambios de fondo. El problema es que esos países son determinantes en todos los organismos", señaló a IPS el presidente de El Barzón, Alfonso Ramírez.
La institución pertenece a una red de organizaciones no gubernamentales (ONG) centrada en los temas del G-20 y surgió a raíz de la crisis financiera que golpeó a México en 1994, pulverizó los ahorros de millones de personas, acabó con miles de puestos de trabajo y generó temblores en la economía global.
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Los ministros y funcionarios congregados en la capital mexicana sí acordaron elaborar un reporte sobre el impacto de la volatilidad de los precios de las materias primas en el crecimiento económico.
El reporte "debe evaluar opciones de política que los países pueden considerar que reducirían la excesiva volatilidad de las materias primas o bien mitigar sus efectos sobre el crecimiento y el bienestar de los segmentos vulnerables", indica el documento final.
Ello para "aprovechar las oportunidades de crecimiento económico que esos mercados presentan", añade.
Un colectivo de 56 ONG de 14 naciones planteó antes del cónclave financiero una serie de asuntos que debían ser incluidos en su debate, como seguridad alimentaria, transparencia y combate a la corrupción, inclusión financiera y lucha contra el cambio climático.
De hecho, las ONG consideran que esos temas deben estar presentes en la agenda de los jefes de Estado y de gobierno del G-20, que sesionarán en junio en la noroccidental ciudad mexicana de Los Cabos.
El G-20 reúne a los países industrializados del Grupo de los Ocho (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Japón, Italia y Rusia) y a las potencias emergentes Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, China, Corea del Sur, India, Indonesia, México, Sudáfrica y Turquía. También participa la Unión Europea (UE).
Los ministros acordaron mejorar el diálogo entre los productores y consumidores de energía, mediante una mayor transparencia de los mercados del gas y el carbón, el funcionamiento y supervisión de las agencias que reportan los precios del petróleo y la limitación y cese a mediano plazo de subsidios ineficientes a combustibles fósiles.
"Hay que reducir los subsidios a los combustibles fósiles a mediano plazo, es necesario ante el cambio climático", dijo al concluir la reunión la ministra danesa de Finanzas, Margrethe Vestager.
"Hay un amplio consenso sobre la economía verde y la transición (a menor dependencia de combustibles fósiles). Tenemos que encontrar formas de fortalecer el crecimiento, la investigación y la inversión", planteó la ministra de Dinamarca, el país que ostenta la presidencia de la UE este semestre.
Pero, precisamente, la pugna de Estados Unidos y otros países occidentales con Irán por su programa nuclear ha encarecido el petróleo, lo cual representa a su vez una amenaza para la alicaída economía mundial, en puertas de una nueva recesión, según subrayaron especialistas financieros al comentar el encuentro del G-20.
Además, los delegados solicitarán a organismos como el Banco Mundial y las Naciones Unidas la elaboración de un informe que presente al grupo diferentes opciones para insertar políticas de crecimiento verde y desarrollo sustentable en sus "agendas de reformas estructurales".
El encuentro de ministros de Finanzas y gobernadores de los bancos centrales evidenció las diferencias dentro del G-20 frente a los paquetes financieros destinados a encarar la crisis mundial.
Mientras la UE quiere que el Fondo Monetario Internacional (FMI) aporte más dinero para ese fin, naciones emergentes, como México y Brasil, plantean contraprestaciones para que eso se haga.
Pero durante los dos días de reunión en Ciudad de México no quedó claro qué puede ofrecer la UE a cambio de más aportes del FMI, dirigido por la francesa Christine Lagarde, además de acelerar las lentas reformas de ese organismo y del Banco Mundial.
"Continuaremos con el proceso de revisión de la fórmula que determina las cuotas del Fondo, para que estas reflejen adecuadamente el peso relativo de las economías dentro del sistema global", sostuvo el secretario (ministro) mexicano de Finanzas, José Meade, al concluir el encuentro.
Las naciones emergentes quieren que el bloque europeo instaure más barreras financieras o "cortafuegos" para que la crisis no se propague, como ocurrió en 2008 cuando comenzó en Estados Unidos una crisis que después se extendió mundialmente.
El nuevo paquete anticrisis estará sobre la mesa de debate en la reunión conjunta de la primavera (boreal) del FMI y el Banco Mundial, que tiene lugar habitual en abril en Washington.
Entonces, los representantes del G-20 volverán a verse las caras para definir los montos de los aportes destinados a conjurar una crisis que ahora irradia desde la UE.
Hasta ahora, la llamada eurozona ha ofrecido un aporte al FMI por unos 200.000 millones de dólares, pero el organismo retruca que necesita al menos unos 500.000 millones para encarar los efectos de la crisis.
"Hay un entendimiento amplio de que los cortafuegos tienen que ser fortalecidos para lograr estabilidad financiera. Creemos que los recursos del FMI deben asegurarse pronto. Acordamos con el FMI que los retos no se limitan a Europa y por eso creemos que debe haber cortafuegos efectivos", planteó Vestager.
Para Ramírez, de El Barzón, los resultados de la cita de Ciudad de México pueden ser un anticipo de lo que ocurrirá en junio en la cumbre de jefes de Estado y de gobierno.
"La reunión va por una senda diferente a las resoluciones que tomamos (dentro de la sociedad civil). Está totalmente ausente de nuestros planteamientos y tememos que lo esté en los resultados de la cumbre del G-20", remarcó el activista.
En Los Cabos, según la agenda prevista, los gobernantes del grupo abordarán en junio políticas contra la crisis financiera, la seguridad alimentaria, el crecimiento verde y la lucha contra el cambio climático y otros asuntos.