La cantidad de periodistas presos llegó en 2011 a su punto máximo en 15 años en el mundo. Gobiernos, organizaciones insurgentes y el crimen organizado utilizan tácticas nuevas y tradicionales para el control de la información, según un estudio anual presentado este martes 21.
El objetivo de fondo es disimular los delitos, silenciar el disenso y reducir el poder de los ciudadanos, señala el informe "Ataques a la prensa en 2011", elaborado por el Comité para la Protección de los Periodistas.
El Comité identificó a 179 periodistas, editores y reporteros fotográficos que estaban tras las rejas el 1 de diciembre pasado, 34 más que en 2010, según el director ejecutivo de la organización, Joel Simon.
Irán es por segundo año consecutivo el país con más periodistas presos, con 42. Le siguen Eritrea con 28, China con 27, Birmania con 12 y Vietnam con nueve.
"La situación empeoró en Irán, con una continua represión a los medios este mes luego de 10 nuevos arrestos de periodistas en enero, que fueron documentados por el Comité", dijo Simon a IPS.
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"El gobierno también restringió los informes adversos usando tecnología sofisticada para bloquear sitios web", señaló, "interviniendo señales satelitales y prohibiendo publicaciones". En América, aunque las autoridades continúan deteniendo periodistas por periodos breves, el 1 de diciembre no había uno solo tras las rejas por motivos vinculados a su trabajo.
Los encarcelamientos también fueron reduciéndose gradualmente en Europa y Asia central, donde apenas ocho periodistas fueron llevados a prisión. Se trata de la cifra más baja en seis años.
No obstante, el censo 2011 registró un aumento alarmante de la cantidad de periodistas presos sin que mediaran cargos o el debido proceso. Sesenta y cinco periodistas fueron puestos tras las rejas sin que se revelara públicamente ningún cargo, muchos de ellos en cárceles secretas a las que no tienen acceso ni abogados ni familiares.
En algunos casos, gobiernos como los de Eritrea, Siria y Gambia negaron la existencia de estos periodistas presos.
La investigación del Comité para la Protección de los Periodistas también muestra que la impunidad en todo el mundo sigue siendo muy alta, de poco menos que 90 por ciento, y permaneció ampliamente incambiada en los últimos cinco años.
En Libia, donde el Comité registró un solo periodista muerto entre 1992 y 2010, otros cinco fueron asesinados en 2011. Tanto en Siria como en Túnez se registró la primera muerte de un periodista desde que el Comité inició su recuento en 1992.
En Bahrein, dos periodistas fallecieron mientras estaban en custodia a raíz de lo que el gobierno llamó "complicaciones médicas", aunque hubo acusaciones generalizadas en cuanto a que ambos habían sido torturados.
Para 2011, alrededor de 40 por ciento de los reporteros fallecidos murieron en la cobertura de manifestaciones callejeras, muchas de ellas durante la serie de levantamientos populares que hicieron estallar el mundo árabe.
"Los periodistas, en particular los independientes, los blogueros y los periodistas ciudadanos desempeñaron un rol enorme" en la Primavera Árabe, dijo a IPS el subdirector del Comité, Robert Mahoney.
"Aprovecharon el poder de los medios sociales y abrazaron la nueva tecnología para transmitir noticias e información que apenas unos años antes habrían sido imposibles de reportar, y mucho menos publicar. A algunos los detuvieron y a otros los acosaron por su trabajo; otros pagaron con sus vidas", señaló.
"Las autoridades, por ejemplo en Egipto, intentaron contener la inundación de noticias e imágenes que salían de la plaza Tahrir clausurando el servicio de telefonía celular" y también, en un punto, realizando un apagón de Internet en todo el país, dijo Mahoney. "Pero las noticias siguieron fluyendo".
La tarea de informar "también jugó un rol importante en el conflicto libio, pero allí el costo en materia de vidas de periodistas fue alto; en 2011 hubo por lo menos cinco periodistas asesinados", agregó.
En Siria, el régimen aplicó un efectivo apagón de medios en marzo de 2011, prohibiendo a los periodistas que informaran o ingresaran al país y deteniendo a los reporteros locales que intentaban cubrir las protestas contra el gobierno de Bashar al-Assad.
En noviembre de 2011, el camarógrafo Ferzat Jarban fue el primer periodista asesinado en Siria por el trabajo que realizaba, desde que el Comité empezó a llevar registros detallados en 1992.
"Los periodistas en Siria están en tremendo peligro, porque informar y analizar de modo independiente es lo último que quiere el gobierno", dijo Mahoney a IPS.
El gobierno sirio negó a la mayoría de los periodistas extranjeros el acceso al país, y a aquellos a los que les permitió entrar los restringió fuertemente.
"Quienes quieren hacer sus propios reportes de primera mano tienen o bien que eludir a sus custodios sirios (y eso es difícil y peligroso para sus fuentes) o entrar en secreto al país, a menudo desde Turquía. Cruzar la frontera clandestinamente es muy peligroso. Si los atrapa una patrulla siria" están liquidados, explicó Mahoney.
"Los más afectados por la campaña siria contra la prensa son los periodistas locales", agregó Mahoney.
La semana pasada, 14 periodistas, blogueros y activistas por la libertad de prensa del Centro Sirio para los Medios y la Libertad de Expresión fueron arrestados, y en el último año otros seis fueron asesinados, mientras que muchos más huyeron del país.