Argentina es el país de América Latina que más invierte en salud. Tiene una vasta infraestructura, buenos profesionales e insumos suficientes, pero otros países de la región, con menos recursos, logran mejores y más rápidos resultados sanitarios.
Esa es una de las principales conclusiones del estudio "Retos postergados y nuevos desafíos del sistema de salud argentino", de los especialistas Federico Tobar, Sofía Olaviaga y Romina Solano, del independiente Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec).
Los autores también señalan las inequidades de la oferta de salud a las provincias y la necesidad de que las políticas sanitarias se adecuen a los nuevos retos epidemiológicos de la población, que ya muere menos por enfermedades transmisibles y más por las no transmisibles.
"Argentina está perdiendo el liderazgo sanitario en la región", advirtió a IPS Tobar, sociólogo, investigador, ex jefe de Gabinete del Ministerio de Salud argentino, y consultor en temas de políticas de salud en 14 países de América Latina.
Tobar subrayó que Argentina es el país que tiene "más camas por habitante, más médicos por habitante, más odontólogos, más dinero invertido en relación a su producto interno bruto".
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Tiene además una extensa red de hospitales y centros de atención primaria de la salud que están "perfectamente distribuidos en todo el país", remarcó. "Algunos no funcionan como deberían, pero la capacidad instalada está", dijo.
El experto conoce la red porque fue diseñador y coordinador del Plan Remediar, creado hace 10 años, que garantiza la distribución y entrega gratuita de medio centenar de medicamentos ambulatorios a todos los centros de salud pública del país.
También destacó "el muy buen nivel de los profesionales de todas las áreas" y mencionó que, al contrario del pasado, hay un buen abastecimiento de insumos en los hospitales, principalmente medicamentos y utensilios descartables.
"Durante la crisis económica de 2001 y 2002 era un lugar común decir que en los hospitales públicos no había ni siquiera gasa, pero ahora hay de todo en todos lados", resaltó, incluso anticonceptivos en variedad y calidad para distribuirlos gratuitamente.
No obstante, advirtió que "faltan políticas activas de salud". Resaltó que el Estado debería intervenir con recursos "para reducir las desigualdades" en las provincias y en lugar de ello "las profundiza".
Al contrario de lo que sucede en educación, en salud no hay una ley federal que fije criterios para la distribución de fondos del Estado a las provincias. El reparto de presupuesto resulta arbitrario, con provincias que se benefician más que otras, independientemente de sus necesidades objetivas, explicó Tobar. Los investigadores señalaron, además, que el país debe adecuarse a los nuevos desafíos epidemiológicos que enfrenta su población.
El trabajo indica que el sistema tiene una estructura eficiente para responder a enfermedades transmisibles o lesiones, pero que actualmente los argentinos se enferman y mueren principalmente por enfermedades no transmisibles: las cardiovasculares y tumorales.
"Hay que abordar mejor estos desafíos", animan los autores, y advierten que en las últimas encuestas nacionales de factores de riesgo, realizadas por el Ministerio de Salud en 2005 y 2009, se registran retrocesos en conductas clave para el bienestar físico y la prevención de enfermedades.
Las encuestas advierten que si bien se redujo el consumo de tabaco y la exposición al humo, bajó también el consumo de frutas y verduras, aumentó la ingesta de sal y bajó el porcentaje de personas que realizan actividades físicas.
En la comparación de gastos y resultados, el Cippec sostiene que Argentina gasta en salud 10 por ciento de su producto interno bruto y, sin embargo, en esperanza de vida, mortalidad infantil y mortalidad materna sus progresos son más lentos que los de otros países de ingresos similares.
"Todos los países de la región invierten menos que Argentina en salud, pero por ejemplo Costa Rica, Cuba, Chile y Uruguay obtienen mejores resultados en materia de mortalidad infantil, materna y esperanza de vida al nacer", resumió Tobar.
El trabajo señala que la esperanza de vida al nacer en Argentina, en promedio, es de 75,4 años, pero Costa Rica y Uruguay, con menos inversión, obtienen un resultado mayor. Además, en Argentina hay una gran brecha entre provincias. Por ejemplo, en Chaco, al noreste del país, la esperanza de vida cae a 69,9 años.
En salud infantil la tasa de mortalidad de recién nacidos y de menores de cinco años se redujo 5,5 por ciento y 6,4 por ciento respectivamente en la última década.
Pero aún hay más de 50 por ciento de muertes reducibles con tratamientos y diagnósticos precoces y, de nuevo, en comparación con otros países, los resultados son pobres y los progresos lentos.
"Brasil, que históricamente estuvo detrás de Argentina en indicadores sanitarios, la superará en pocos años de mantener el actual ritmo de descenso" en sus índices de mortalidad infantil, alerta el estudio, acompañado de cuadros que analizan comparativamente los resultados de cada país.
Asimismo, en este aspecto otra vez se ve la inequidad de acuerdo a la región geográfica. Mientras que en la capital argentina y en las provincias de Neuquén y Tierra del Fuego, al sur del país, la tasa de mortalidad infantil es menor a ocho por cada mil nacidos vivos, en Formosa, al noreste, llega a 25 por cada mil nacidos vivos.
En mortalidad materna, el trabajo sostiene que no hubo "ninguna mejora" y sí "enormes disparidades" entre las provincias. Tobar señaló que 99 por ciento de los partos están institucionalizados. Sin embargo, solo 33 por ciento de mujeres llega a parir tras haberse realizado el mínimo de cinco controles recomendados.
"Las conquistas del país en salud materno-infantil están por debajo de sus posibilidades, en términos de infraestructura, recursos humanos y financieros disponibles, y de su nivel de desarrollo económico", explica el estudio.
Tampoco se avanzó, señalan los autores, en la reducción de las desigualdades que persisten entre las diferentes provincias en materia de acceso a la salud y resultados logrados, y recomiendan que "para reducir esas brechas es necesario fortalecer a las regiones más rezagadas".
De lo que el país invierte en salud, (la provincia de) Santa Cruz recibe 7,2 veces más que la de Misiones. "Eso el Estado no lo compensa, al contrario, acentúa las diferencias", denunció Tobar.
La investigación señala que el sistema está muy fragmentado y eso diluye las responsabilidades. Treinta por ciento de la población utiliza los servicios de atención pública y casi 64 por ciento tiene seguro médico a través de sus aportes al sindicato o de la contratación de un servicio privado.
El gasto de los que tienen seguro duplica, en promedio, al de quienes usan solo el servicio público.