«Haití está abierto a los negocios». Eso es lo que el presidente Michel «Sweet Micky» Martelly dijo en una ceremonia en la que él y el expresidente estadounidense Bill Clinton colocaron la piedra fundamental de una gigantesca zona industrial en el norte de este país.
A nivel nacional e internacional, Martelly, su gobierno y sus asesores como Clinton— han promovido a Haití como el sueño hecho realidad de todo inversor.
Tienen buenas razones para decir que Haití está «abierto a los negocios». Con exenciones impositivas y en algunos casos enormes subsidios, hay importantes acuerdos por concretar. Los aviones y los hoteles están llenos de inversores extranjeros interesados en la reconstrucción luego del terremoto. Cientos de ellos participaron de una conferencia de dos días a fines de noviembre.
Los más interesados son los fabricantes de vestimenta, según el presidente de la Asociación de Industrias Haitianas, George Sassine.
«Recuerdo que alguien dijo que una crisis es algo que no se debe desperdiciar», dijo el empresario a la Radio Nacional Pública en 2010. «Es verdad, la oportunidad está ante nosotros. La crisis no ha sido desperdiciada, al menos no por los fabricantes de vestimenta».
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El nuevo proyecto estrella del gobierno es el Parque Industrial Caracol, que se construye con 124 millones de dólares de fondos de los contribuyentes estadounidenses y otros 55 millones aportados por el Banco Interamericano de Desarrollo.
«Este es el tipo de cambio que queremos», dijo Martelly en la ceremonia de Caracol el mes pasado. «Esto es lo que llaman desarrollo sostenible».
Pero un nuevo informe de la asociación de medios alternativos Haiti Grassroots Watch (HGW) muestra que poner el énfasis en las industrias de ensamblaje para la exportación, beneficiadas con exenciones impositivas y conocidas popularmente como maquilas, no representa un gran «cambio», ni necesariamente traerá «desarrollo sostenible».
A pesar de los muchos escollos, desventajas y riesgos, los principales medios haitianos y extranjeros han apoyado en forma unánime el nuevo parque de maquiladoras, así como la prioridad de Martelly a la inversión extranjera, utilizando términos como «esperanza», «buenas noticias» y «progreso», sin hacer ningún cuestionamiento.
Pero definitivamente hay ganadores y perdedores en esta estrategia.
En una serie de siete artículos, producidos luego de cuatro meses de entrevistas y revisando decenas de estudios, HGW expuso los desafíos, los riesgos y el pensamiento erróneo detrás del nuevo parque industrial y de la táctica de apostar a un «desarrollo sostenible» con salarios de apenas cinco dólares diarios.
Mano de obra barata
«Tengo un problema con mi país, Haití. He trabajado en sus fábricas por 25 años, y todavía no tengo mi propia casa», dijo Evelyne Pierre-Paul a HGW.
Pierre-Paul, de 50 años, cuyo nombre fue cambiado para protegerla de represalias de su empleador, ni siquiera puede alquilar una casa. Antes del terremoto del 12 de enero de 2010, ella y sus tres hijos rentaban dos habitaciones por 10.000 gourdes (unos 250 dólares) al año.
Pero el edificio se desmoronó por el sismo, y ella no tenía dinero para alquilar otro lugar. Dos años después de la catástrofe que mató a cientos de miles, ella y sus hijos todavía viven en una tienda de campaña en uno de los cientos de campamentos de refugiados de la capital.
El sueldo promedio diario de Pierre-Paul es de hecho superior al salario mínimo nacional, de 150 gourdes (3,75 dólares). Gana unos 236 gourdes (5,90 dólares) al día. Pero eso no cubre ni siquiera la cuarta parte de los gastos más básicos de una familia.
Un estudio de HGW sobre los gastos de los obreros en Puerto Príncipe y en la frontera con República Dominicana reveló que, en un día promedio, estos gastan más de 50 por ciento de su jornal simplemente yendo y viniendo del trabajo y pagando su almuerzo.
Un estudio reciente del Centro de Solidaridad, con sede en Estados Unidos y afiliado a la federación sindical haitiana AFL-CIO, concluyó que el «salario vital» para un trabajador con niños a su cargo debía ser de 749 dólares al mes, casi cinco veces más que el promedio actual de sueldos.
El salario de Pierre-Paul, de unos 150 dólares al mes, está lejos de ser «vital». Ella no puede enviar a todos sus hijos a la escuela. Ni siquiera tiene dinero para poder mudarse del campamento.
«Cuando llega el día de pago, una paga todas las deudas que tiene acumuladas, y no te queda nada», dijo.
De hecho, en poder de compra, Pierre-Paul gana menos de lo que percibían los trabajadores durante el auge de las maquilas en este país en los años 80. Entonces, el salario diario era de unos tres dólares.
Hoy, si se mide con la cotización de 1982, el salario mínimo en una fábrica es de 1,61 dólares. El sueldo promedio de 236 gourdes diarios, como determinó el estudio de HGW, solo vale 2,53 dólares de 1982.
«La cuestión del salario es un auténtico escándalo», dijo a HGW el economista Camille Chalmers. «Los sueldos se han hecho más y más bajos. A los trabajadores se les paga en gourdes, pero, en los hechos, ya que casi la mitad de los alimentos en Haití son importados, consumen en dólares», explicó.
«Es un gran error apostar a una mano de obra con salarios de esclavos, romper la espalda de los trabajadores que no ganan nada mientras las compañías (extranjeras) se enriquecen», afirmó.
«No solo es un error, es un crimen», sentenció.
El jefe de Pierre-Paul, el propietario de la compañía One World Apparel, Charles Baker, admitió que no les pagaba lo suficiente a sus trabajadores.
«Si una persona es honesta, es claro que no es suficiente», dijo Baker, dos veces candidato presidencial, a HGW. «Si pudiera darle a un trabajador 1.000 gourdes al día, lo pagaría. Pero las condiciones en Haití no nos permiten» hacerlo, añadió.
Baker y otros propietarios de maquilas arguyen que no pueden aumentar los salarios debido a que sus clientes las firmas internacionales Gildan Activewear, Hanes, Levis, GAP, Banana Republic, K-Mart y Wal-Mart se alejarían.
Pero Baker y otros industriales sí se muestran duros con los sindicatos, según trabajadores como Pierre-Paul y de acuerdo con un reciente estudio elaborado por la Organización Internacional del Trabajo.
* Este artículo es el primero de dos sobre las desventajas y los riesgos de un nuevo parque industrial en Haití y la estrategia del gobierno de Martelly para atraer inversores extranjeros. HGW está asociada a AlterPresse, la Sociedad de Animación de Comunicación Social (SAKS), la Red de Presentadoras de Radios Comunitarias (Refraka) y emisoras de la Asociación de Medios Comunitarios de Haití.