El mundo se encamina a un peligroso calentamiento planetario. Pero cuando la decimoséptima cumbre climática concluía en Sudáfrica este domingo 11, los gobiernos aceptaron discutir un nuevo tratado global para abatir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Tras dos semanas de intensas y amargas discusiones, a las que se adicionaron otras 29 horas, los 193 países partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) acordaron un complejo conjunto de documentos técnicos titulado Plataforma de Durban, por la oriental ciudad sudafricana donde se celebró la conferencia.
Los textos incluyen la continuidad del Protocolo de Kyoto, único tratado mundial obligatorio para reducir los gases invernadero, la estructura formal del Fondo Verde para el Clima y nuevos mecanismos de mercado, entre otros asuntos.
Pero el punto medular, logrado en el amanecer del domingo, fue el acuerdo de todos los gobiernos de que debe negociarse un nuevo tratado mundial para abatir las emisiones para 2015. Aunque esto pueda parecer la simple decisión de celebrar más reuniones, esta es la primera vez que todas las naciones aceptan ser gobernadas por un régimen específico en el marco de la CMNUCC.
De momento, las promesas voluntarias de recorte de emisiones formuladas en 2009 por los países industriales, China, Brasil, Sudáfrica, India y otros en el marco del Acuerdo de Copenhague, garantizan que la temperatura media del planeta se elevará 3,5 grados centígrados respecto de la era preindustrial, indica la ciencia climática.
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Incluso algunos análisis afirman que la temperatura subiría más, entre cuatro y cinco grados, lo que pondría en peligro la supervivencia de la especie humana.
Pese a las declaraciones políticas de Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, lo cierto es que las naciones en desarrollo han prometido reducciones mayores que el mundo industrial que es responsable de 75 por ciento de todas las emisiones humanas causantes del calentamiento.
"Aún no hay nuevas promesas sobre la mesa, y lo aceptado en Durban en cuanto a elevar las ambiciones y los recortes es incierto en cuanto a su resultado", dijo Bill Hare, director de Climate Analytics, un grupo asesor sin fines de lucro con sede en Alemania.
La presidenta de la 17 Conferencia de las Partes (COP 17) de la CMNUCC, la sudafricana Maite Nkoana-Mashabane, fue una de las rogaron a los gobiernos hacer a un lado sus intereses "por el bien superior del planeta y de sus pueblos".
Países ricos como Estados Unidos, Canadá y Arabia Saudita bloquearon las conversaciones en muchos frentes, para frustración y amargura de los países más pequeños y desfavorecidos.
"La triste noticia es que los saboteadores conducidos por Estados Unidos se anotaron el éxito de incluir una cláusula de escape que podría impedir fácilmente que el próximo gran tratado climático sea legalmente vinculante", dijo el director ejecutivo de Greenpeace Internacional, Kumi Naidoo.
Incluso si en 2015 se aprueba un estricto tratado legalmente vinculante, deberá ser ratificado por los gobiernos para entrar en vigor. El Protocolo de Kyoto se adoptó en 1997, pero no entró en vigor hasta 2005.
Esperar hasta 2020 para efectuar drásticas reducciones de la contaminación obligará a ir mucho más a fondo, con mayores costos, para mantener la esperanza de que la temperatura global no suba más de dos grados, dijo Hare a Tierramérica.
"La aspiración colectiva de reducción de emisiones debe elevarse muy pronto y de manera sustancial", advirtió Alden Meyer, director de estrategia y política de la estadounidense Unión de Científicos Preocupados.
Varios estudios sostienen que las emisiones mundiales de gases invernadero deberían alcanzar su punto más alto entre 2015 y 2020 y luego declinar, si se busca una posibilidad razonable de controlar la temperatura a un costo alcanzable. Si el pico y la declinación se producen más tarde, los costos y los riesgos se dispararán.
"Los discursos contundentes y las cuidadas elecciones del lenguaje no pueden alterar las leyes de la física. La atmósfera responde solo a una cosa, las emisiones", dijo Meyer.
Está claro que en las dos semanas pasadas los gobiernos escucharon a las corporaciones contaminantes y no a sus pueblos, sostuvo Naidoo en un comunicado.
La Plataforma de Durban incluye un segundo período de compromisos del Protocolo de Kyoto que debería comenzar en enero de 2013 para evitar una brecha tras el fin del primer plazo, en diciembre de 2012. Su duración y alcance serán discutidos en la COP 18 que se llevará a cabo en Qatar.
Los países en desarrollo insistieron en esta condición, pese a que el Protocolo solo obliga a pequeñas reducciones de los países industriales europeos, Canadá, Australia, Japón y unos pocos más.
Estados Unidos permanece fuera del Protocolo de Kyoto, y Canadá ignoró sus obligaciones y elevó las emisiones y ahora, junto con Japón y Rusia, afirma que no se sumará a un segundo período de compromisos.
La continuidad de Kyoto es "significativa", dijo la secretaria ejecutiva de la CMNUCC, Christiana Figueres. Los países partes deben presentar sus ofertas de reducción para mayo de 2012.
Pero no hay una adopción formal del segundo período en el texto actual de los documentos, dijo Pablo Solón, exjefe de la delegación de Bolivia ante la Convención. "La decisión real se pospuso hasta la próxima COP", y el Protocolo sigue "en terapia intensiva", aseveró.
El único progreso del Fondo Verde para el Clima fue su diseño y administración. Se supone que debe distribuir unos 100.000 millones de dólares de asistencia a los países en desarrollo, a partir de 2020, para ayudarlos a reducir sus emisiones y adaptarse al cambio climático.
En Durban no hubo compromisos sobre el origen del dinero. Se acordó establecer un "plan de trabajo" para movilizar recursos de fuentes públicas y privadas. Estas últimas incluyen de manera explícita los mercados de carbono, pues los gobiernos del Norte industrial se escudaron en la crisis financiera y económica que les ata las manos.
La sociedad civil y algunos países en desarrollo destacaron que los gobiernos han entregado billones de dólares a bancos y entidades financieras y que el presupuesto militar mundial supera en más de 10 veces lo que necesita el Fondo Verde para el Clima.
Pese a que el mercado de carbono está en caída, el sector privado es considerado por Estados Unidos, la Unión Europea, Nueva Zelanda y Japón, entre otros, como socio clave para financiar la respuesta al cambio climático.
Los mercados de compra y venta de compensaciones de carbono son un sistema muy polémico y complejo en cuanto a mediciones y propiedad del carbono en el suelo o los bosques, entre otros aspectos. También subsiste el cuestionamiento ético de que los países ricos compensen su propia contaminación comprando bosques o tierras en naciones pobres.
"Mantengan las metas, dejen los mercados", reclamó Oscar Reyes, de Amigos de la Tierra Gran Bretaña en los últimos días de la COP 17. "Nos preocupa que cuando el Fondo Verde tenga recursos se los prestará al sector privado para impulsar el mercado de carbono", dijo Reyes a Tierramérica.
"Al mirar las pasadas conferencias, parece más efectivo que sus miembros salgan fuera de los recintos y planten árboles durante dos semanas. Probablemente lograrían más impacto", dijo el joven de 14 años Felix Finkbeiner, de Alemania.
Finkbeiner lanzó una organización infantil llamada Planta para el Planeta que ahora trabaja en 70 países y ha cultivado casi cuatro millones de árboles en los últimos cuatro años. Su lema es "Basta de hablar, empieza a plantar".
* El autor es corresponsal de IPS. Publicado por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.