Hay un distrito en el sur de Sudáfrica que carga con el peso de haber sido destinado a la población de «color» expulsada de Ciudad del Cabo por el régimen de segregación racial que rigió en este país hasta comienzos de los años 90. Pero ahora puede cambiar su imagen.
Se trata de Atlantis, creada para albergar a las personas de "color", como llaman en Sudáfrica a quienes presentan una amplia mezcla racial, con orígenes asiáticos, africanos y europeos y que no son considerados ni negros ni blancos. La construcción de viviendas amigables con el ambiente y de bajo consumo para sectores pobres es el camino elegido para reivindicarse.
Lanzado por la municipalidad de Ciudad del Cabo, el proyecto apunta a levantar "casas ecológicas" para 2.400 familias de Witsands, el barrio más pobre de Atlantis y donde reside la minoría de habla xhosa de la ciudad.
Las autoridades esperan que la iniciativa sea una referencia para la construcción de viviendas sustentables de bajo costo.
En el marco del Programa de Desarrollo y Reconstrucción (PDR), que prometió una vivienda para cada sudafricano, se entregaron 800 casas ecológicas desde sus inicios en 2005.
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La iniciativa es una colaboración de la empresa PEER África, las universidades de Ciudad del Cabo (http://www.uct.ac.za/) y Johannesburgo (http://www.uj.ac.za/EN/Pages/Home.aspx), la compañía nacional de electricidad Eskom y varias organizaciones no gubernamentales.
Orientadas hacia el norte, las viviendas de bajo consumo usan el modelo de desarrollo de asentamientos humanos con un costo energético y ambiental optimizado, creado por PEER África.
El diseño implica que todas las unidades tengan ventanas hacia el norte, lo cual permite concentrar el escaso sol del invierno, un techo que sobresale para proteger las casas de las altas temperaturas estivales y aislamiento, en especial en los techos, que mantiene las temperaturas más cálidas y frescas.
Devuelve lo que tomaste
"Al principio fue difícil lograr que la gente entendiera", recordó Fundiswa Makeleni, integrante de la comunidad contratada por PEER África para enseñar al barrio el nuevo concepto. "Pero cuando les mostré las casas, les gustaron", señaló esta mujer de 34 años.
La aceptación de la comunidad fue fundamental para el éxito del proyecto a medida que los planes avanzaron más allá de la orientación norte-sur y de los ventanales. El paquete también incluyó árboles, arbustos y cubierta vegetal, que requieren mantenimiento continuo.
"Tenemos que devolver lo que sacamos", señaló Beth Basset de Comunidades Verdes, una organización que ofrece jardines para las casas, así como huertas y otros espacios como parques y zonas de recreación.
Al igual que muchas edificaciones de la provincia de Cabo Occidental, Witsands está construido sobre dunas. Es común que haya vientos fuertes y temperaturas extremas, exacerbadas por un ambiente despojado.
"Se llevaron todo un ecosistema, pusieron las casas y se fueron. No había caminos alrededor de las casas. El viento se llevaba toda la arena y dejaba hasta un metro de cimientos al descubierto", señaló Basset refiriéndose a otros proyectos PDR.
Con un atraso de más de dos millones de viviendas, el impacto de un modelo eficiente que promueve una vida sustentable puede ser tremendo.
"En el contexto actual de cambio climático se trata de reemplazar los ecosistemas, estabilizar el suelo, conservar el agua y reciclar. Necesitábamos construir de inmediato un modelo que verdeara" la zona, indicó Basset.
"Ciudad del Cabo está en una zona muy ventosa, con arena suelta, lo que hace inestables las estructuras. El verde alrededor de las casas fue un mecanismo para mantener el terreno y prevenir la erosión. También fue una oportunidad para experimentar y ver cómo se puede crear un estilo de vida sustentable", señaló Ernest Sonnenberg, concejal del Comité sobre Asentamientos Humanos de la alcaldía.
Vida sostenible, vidas nutridas
"Somos los más pobres de los pobres. Pero usamos la naturaleza para refrescar y templar nuestra casa. Tenemos paneles y calentadores de agua solares y ahorramos energía. Cada unidad no usa más de 50 rand (unos seis dólares) al mes en electricidad", señaló Makeleni.
La segunda etapa del proyecto, que comenzó en 2010 y se propuso construir 1.835 unidades, de las que ya se entregaron 350, añadió calentadores de agua solares, módulos fotovoltaicos para alumbrar y recargar los teléfonos celulares y, por último, sistemas de recuperación de aguas pluviales.
Makeleni pertenece a un grupo de mujeres que ahorran dinero gracias al menor consumo de energía y combustible. "Todos los meses nos juntamos para reunir nuestros ahorros y guardarlos en el banco. Al año los dividimos y podemos comprar cosas que necesitemos", relató.
Ella aspira a invertir su parte en semillas para plantar en unos invernaderos tubulares que la organización Comunidades Verdes ayuda a construir.
Construyendo casas, creando comunidades
Las ventajas económicas de las casas ecológicas son obvias, pero también aportan beneficios a otras esferas de la vida. Varias madres subrayaron la seguridad de las mismas. Al no necesitar calentadores a queroseno, lámparas de aceite y no tener que hacer una fogata se evitan accidentes, como electrocutarse por conexiones eléctricas ilegales, de mala calidad y problemas de salud derivados de la quema de combustibles.
"En las viviendas precarias se usa queroseno, que es peligroso, ensucia y consume unos 200 rand al mes", señaló Vuyokazi Damane, de 31 años.
Además se genera un sentimiento de comunidad en lugares con parques y áreas verdes.
"No se trata solo de construir casas, sino una comunidad. Es la primera vez que algunos de esos niños y niñas pisan el césped. El verde promueve la salud y el bienestar de la gente. Todos los niños están en el parque y los mayores se sientan en los bancos. Así se crean barrios", recalcó Basset.
Las casas ecológicas también mejoran la gestión municipal
"Si la zona es arenosa y esta vuela en la calle, necesitamos limpiar más para evitar inundaciones cuando llueve", indicó el concejal Sonnenberg.
Una vivienda "normal" del PDR cuesta unos 12.000 dólares. Volverla ecológica agregándole paneles solares implica 3.000 dólares más, no es una cifra insignificante cuando solo en Cabo Occidental hacen falta 400.000. Por ahora, la estatal Eskom asume el gasto. "Obviamente nos gustaría como ciudad reducir nuestra huella de carbono. Necesitamos buscar formas innovadoras para construir más casas baratas y de bajo consumo", señaló Sonnenberg.
"Todavía hay lecciones que aprender de la fase dos de Witsands, que servirán para nuestros futuros proyectos, pero estamos encantados con los resultados, y lo único que podemos decir es que la ciudad debe invertir en iniciativas de esta naturaleza", añadió.