El marco regulador del sector financiero no sirve para el desarrollo de los microcréditos y no contribuye a reducir la brecha entre ricos y pobres, al no adaptarse al contexto social y cultural de las zonas rurales más desfavorecidas del mundo, advierten expertos.
"Es obvio que la regulación es inadecuada y debe partir de la propia realidad de las instituciones microfinancieras", dijo José Moisés Carretero, jefe del Departamento de Cooperación Multilateral y del Fondo para la Promoción del Desarrollo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid).
"Si bien los microcréditos siguen evolucionando, pasando de tener un producto para un nicho específico a una forma reconocida de finanzas, los vacíos en el marco regulador y de mercado continúan coartando la capacidad del sector para alcanzar su máximo potencial", indica el estudio "Microscopio global sobre el entorno de negocios para las microfinanzas 2011".
Esa investigación establece un parámetro de referencia de las condiciones de regulación y operativas de estos préstamos en el mundo en desarrollo.
Carretero, quien participó este martes en la Cumbre Mundial de Microcréditos que se realiza entre el lunes 14 y este jueves 17 en la noroccidental ciudad española de Valladolid, aboga por establecer un diálogo a mediano y largo plazo entre los diferentes reguladores e instituciones del área.
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Es que hasta ahora "no hay un espacio construido en el que puedan sentarse a trabajar", dijo a IPS.
Para la presidenta del Foro Latinoamericano y del Caribe de Finanzas Rurales (FOROLACFR), la mexicana Isabel Cruz, la regulación financiera se ha desarrollado de forma "espectacular y acelerada" en los últimos 20 años, dotándose de múltiples mecanismos, pero "el mundo de la pobreza no ha evolucionado a la misma velocidad".
Cruz recordó que "en muchas zonas de México y del resto del mundo aún se trabaja el campo con herramientas de la época neolítica superior, como el machete y el azadón", y las regulaciones financieras "no se adaptan a estos contextos de sociedades rurales primitivas a las cuales no llegó el progreso".
En este sentido, Carretero lamentó que haya sociedades en los que el vacío normativo impida el desarrollo de herramientas como la banca móvil, "un instrumento muy importante para favorecer la inserción de los microcréditos en zonas rurales".
Según el informe Microscopio Global, Perú "profundizó sus firmes cimientos en 2010 con nuevas reglas para mejorar la solidez financiera y con la propuesta de una ley sobre banca móvil, siendo uno de los primeros países que lo hace en América Latina".
Para Cruz, "todos los mercados financieros latinoamericanos están muy bien regulados y con leyes bastante modernas, pero se desarrollan los que están en zonas urbanas y no los de las rurales, porque es muy costoso".
"Los marcos reguladores no reducen la brecha entre ricos y pobres sino que la amplifican", afirmó la experta, quien aludió a la falta de cultura de finanzas de las personas más empobrecidas "que no saben qué es un microseguro o una tasa de interés". También incide, dijo a IPS, la falta de sensibilización y conocimiento de los "líderes financieros" sobre esta realidad.
Cruz opinó que "los reguladores son personas muy técnicas, formadas en escuelas de alto nivel europeas o estadounidenses con un modelo liberal, y esto impide que entiendan la lógica más sencilla de la microfinanza".
"Tampoco conocen las zonas pobres, porque son gente de clase media que lograron estudiar en escuelas privadas y viajaron a Estados Unidos y regresaron, pero jamás han puesto los pies en una comunidad indígena", completó.
En opinión de la presidenta de FOROLACFR, se precisa una "nueva era de regulación, que parta de la realidad y no de las grandes convenciones europeas y estadounidenses, así como educar a los responsables en la materia, dialogar con ellos y llevarlos a las zonas donde trabajamos, y que conozcan la vida de la gente pobre".
La presidenta y directora ejecutiva de Women's World Banking, Mary Ellen Iskenderian, expuso en la Cumbre las dificultades que se encuentran en el marco regulatorio para poner en marcha novedades, sobre todo en materia de ahorro para las mujeres y la gente joven.
Una institución microfinanciera instalada en una zona rural es diferente a una situada en una ciudad o en un área metropolitana, y por tanto el riesgo es distinto, distinguió Cruz. Agregó que el hecho de ser pequeña le da la desventaja de no tener al alcance la sofisticación y la tecnología, que se adquiere a gran escala, pero la ventaja de que el riesgo es bastante limitado.
Especialistas presentes en la Cumbre de Valladolid, en la que participan unos 2.000 delegados de un centenar de países, coinciden en que las microfinanzas tienen que estar regidas por principios de transparencia y tener tasas de interés justas.
También se requiere un registro de la situación financiera de la población beneficiaria, "de manera que las autoridades vigilen que la institución financiera sea sana", aclaran.
Las regulaciones deben enmarcar la actividad y establecer principios generales, pero también generar "derechos de ciudadanía" para todos los seres humanos, aseveró Cruz, quien se preguntó "por qué tiene que estar excluido del acceso a servicios financieros un campesino indígena".
Según la mexicana, "nadie rechaza las reglas, pero estas tienen que estar adaptadas también al mundo de los más pobres para que haya ciudadanía financiera, porque si no hay ciudadanía financiera no hay democracia, y si no hay democracia no hay desarrollo".