«Aprendí a no tener miedo y a quererme. Antes no quería hablar con las personas porque sentía que me criticaban y que no servía para nada», relató Hilda Tura, de 12 años, beneficiaria del programa Abriendo Oportunidades que apoya el liderazgo de la mujer indígena.
"A veces mis compañeros de la escuela se burlan porque somos mujeres. Nos dicen que no podemos hacer nada, pero en el programa aprendí que las mujeres sí podemos hacer lo que nos proponemos", dijo a IPS la niña indígena cakchiquel Tura, originaria del noroccidental departamento de Chimaltenango.
El cambio de actitud logrado por esta niña es parte de los desafíos trazados por la iniciativa Abriendo Oportunidades, de la no gubernamental Population Council, en los departamentos Alta Verapaz, Chimaltenango, Sololá, Totonicapán, Quetzaltenango y Chiquimula, en el este y el noroeste del país.
El trabajo va dirigido a niñas y jóvenes de ocho a 18 años, con el propósito de fortalecer las comunidades rurales y crear "espacios seguros" en los que ellas puedan reunirse y aprender sobre autoestima, desarrollo de aspiraciones y planificación del futuro, salud sexual y reproductiva y prevención del VIH/sida, entre otros temas.
"Queremos hacer a las niñas visibles e inevitables. Que no las puedan ignorar, que las vean y que vayan ocupando espacios públicos cada vez más para que los que toman las decisiones ya no las puedan ignorar", dijo a IPS la directora de Population Council Guatemala, Alejandra Colom.
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"Que tengan más amigas y mentoras, que mejoren su autoestima, que tengan metas, que las logren alcanzar y que, si desean atrasar el matrimonio y tener familias pequeñas, que sepan cómo hacerlo", añadió.
En Guatemala, donde poco más de mitad de los 14 millones de habitantes son mujeres, las indígenas cargan consigo la posición más desventajosa en la sociedad, debido a la profunda marginación que subyace en el país.
Siete de cada 10 muertes maternas se dan en mujeres indígenas en este país, que encabeza la tasa de embarazos adolescentes en el área rural en América Latina con 114 madres menores de 20 años por cada 1.000, según la Encuesta Nacional Materno Infantil 2008/2009.
La situación se repite en la educación. Apenas una de cada 10 adolescentes indígenas se inscribe en la escuela secundaria, mientras que la cifra se reduce a una de cada 100 cuando viven en situación de pobreza extrema, según un estudio de 2007 del Banco Mundial.
Mientras, la población guatemalteca crece a ritmo vertiginoso, una situación que perpetúa la pobreza.
El informe Estado de la Población Mundial 2011, divulgado esta semana por el Fondo de Población de la Organización de las Naciones Unidas (Unfpa), sitúa a Guatemala con la tasa de fecundidad más alta de América Latina.
El documento revela que las mujeres guatemaltecas de entre 15 y 49 años tienen en promedio 3.8 hijos (2010-2015), cuando a escala latinoamericana el promedio es de 2,2.
Estas cifras son parte de los argumentos que han movido al programa Abriendo Oportunidades a ofrecer espacios para dialogar con las niñas sobre la salud sexual y reproductiva.
"Les hablamos de lo que significa tener un hijo antes de los 20 años, de planificación familiar y temas como "Conociendo mi cuerpo", porque muchas jóvenes no lo conocen ni saben cómo va desarrollándose", explicó a IPS una de las mentoras, Patricia Alva.
¿Cómo funciona el programa? La iniciativa, auspiciada por Unfpa-Guatemala, lanza una convocatoria en comunidades donde no existen oportunidades para las mujeres destinada a buscar candidatas que puedan convertirse en tutoras del programa.
Las seleccionadas realizan una pasantía de un año en una institución local relacionada con las temáticas que abordarán con las niñas, como derechos humanos, salud, educación y otros. Y al finalizar, ellas se convierten en las tutoras de las niñas y jóvenes, con quienes discutirán los diferentes temas.
Antes de iniciar el trabajo con las niñas y las adolescentes, las tutoras se reúnen con los padres y las madres y definen el lugar destinado como "espacio seguro", donde las participantes asistirán a las sesiones de dos horas de duración, una vez por semana.
Pero el trabajo no es fácil. "Es difícil que los padres les den permiso a sus hijas de participar y debemos explicarles bien de qué se trata", dijo a IPS Hermelinda Teleguario, una líder del grupo.
La deserción alcanza a 50 por ciento de las participantes, según las tutoras, principalmente por razones económicas.
"Al llegar a los 14 y 15 años, ellas tienen la responsabilidad de ganarse la vida, porque algunos papás les dicen que ya no les corresponde a ellos comprarles su ropa. Ahí empiezan a trabajar como empleadas domésticas, en el mercado y otros oficios", y luego llegan los embarazos, explicó. Alrededor de 4.000 niñas han participado desde 2004 en el programa Abriendo Oportunidades, y algunos estudios revelan ya sus bondades.
La estatal Secretaría de Planificación y Programación de la Presidencia concluyó que "97 por ciento de las niñas líderes de Abriendo Oportunidades no tuvieron hijos durante el ciclo del programa, comparado con el promedio de 78,2 por ciento de adolescentes de esa edad (15 a 19 años) a nivel nacional".