Cuba acudirá a la nueva ronda de negociaciones sobre cambio climático tras un año en que se logró fortalecer un espacio de consenso en el Sur en desarrollo para presionar a las naciones ricas a asumir obligaciones en un régimen internacional de estabilización del clima.
La Habana se adhiere a las posturas comunes adoptadas por la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que integra junto a Antigua y Barbuda, Bolivia, Dominica, Ecuador, Nicaragua, San Vicente y las Granadinas y Venezuela, el Grupo Africano, de 53 naciones, y los 48 Países Menos Adelantados.
Estos bloques se reunieron en Panamá en el marco del último encuentro preparatorio para la conferencia de cambio climático, que se llevará a cabo a fines de este mes en la oriental ciudad sudafricana de Durban. En ese ámbito acordaron una alianza para "salvar el régimen climático", anunciada a la prensa el 7 de octubre.
"Estamos de acuerdo en los principios básicos en los cuales debe erigirse este nuevo ciclo negociador, el derecho de los países a tener una participación equitativa en lo que se llama el espacio atmosférico, el tema de la justicia ambiental, es decir todo un conjunto de principios que están sirviendo de plataforma común para negociar", dijo Orlando Rey, director de Medio Ambiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba.
Ese es un resultado político importante, porque permite llevar a las discusiones de Durban una plataforma común sustentada por "una parte importante de las naciones en desarrollo, sobre todo aquellas que son más vulnerables y propensas a sufrir con mayor intensidad el impacto del cambio climático", agregó Rey ante un reducido grupo de periodistas, entre ellos esta corresponsal de IPS.
[related_articles]
Para un país insular como Cuba, una de las consecuencias más temidas es la elevación del nivel del mar.
Al promediar este siglo, una superficie de 2.550 kilómetros cuadrados, que equivalen a 2,23 por ciento del territorio cubano, podría quedar bajo el agua, y en 2100 la porción sumergida llegaría a 5.994 kilómetros cuadrados, según el "Macroproyecto sobre peligros y vulnerabilidad costera para los años 2050 y 2100", una serie de estudios realizados por científicos de 16 instituciones de este país y divulgado parcialmente por la prensa oficial.
Esto coloca en alerta roja a unos 122 asentamientos costeros que, sin medidas de adaptación, en 2050 sufrirían daños totales o parciales por el ascenso del nivel medio de las aguas. Según esos pronósticos, 15 desaparecerían completamente ese año y otros seis correrían la misma suerte medio siglo después.
El dilema global en materia de adaptación a las manifestaciones del cambio climático es que ciertos países carecen no solo de recursos, sino de conocimientos y capacidades creadas para enfrentarlos, dijo a IPS la presidenta de la gubernamental Agencia de Medio Ambiente, Gisela Alonso.
De modo que el problema no es solo de financiamiento o de transferencia de tecnología. Las naciones "requieren tener su propia infraestructura, tanto material como humana" para hacer frente y adaptarse a los problemas según las características de cada cual, dijo la científica cubana.
En este aspecto, Cuba cuenta con cierta ventaja, porque dispone de un programa que incluye desde estudios de riesgos y vulnerabilidad hasta medidas de adaptación que debe asumir cada sector económico, social y comunitario, pues "no en todas las zonas del país el impacto será el mismo".
Ya están en prácticas medidas como la obligatoriedad de no construir en una franja de 10 kilómetros de distancia de la línea costera, la protección y rehabilitación de manglares y arrecifes barreras naturales muy importantes ante el ascenso del nivel del mar y el seguimiento constante de las aguas de riego agrícola, describió.
En la conferencia de Durban, "el peor escenario sería enterrar el Protocolo de Kyoto", advirtió Rey.
En ese acuerdo, las naciones del Norte industrial se comprometieron a reducir en forma conjunta sus emisiones de gases de efecto invernadero a volúmenes 5,2 por ciento inferiores a los de 1990. El plazo para esa meta que ya se sabe inalcanzable es 2012, cuando expirará el primer período de compromisos del Protocolo de Kyoto.
Para Rey, mantener vivo el Protocolo que está en vigor desde 2005 es el principal desafío de las negociaciones de la 17 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 17), a celebrarse desde el 28 de noviembre hasta el 9 de diciembre.
El intento es acordar un segundo período de compromisos con metas más altas de reducción de gases, aspiración que choca con resistencias de Estados Unidos que no es parte del acuerdo, y de Japón, Canadá y Australia, entre otros países mencionados por el funcionario cubano.
Aunque desde el punto de vista legal se va tornando difícil garantizar esa continuidad, sería un "logro político" si en Durban "todos concuerdan" en que Kyoto sigue siendo un instrumento válido y en que su institucionalidad, que diferencia las responsabilidades de países industriales y en desarrollo, es el camino correcto, dijo.
"Hay una serie de propuestas , los abogados están trabajando y viendo cómo eso pudiera tener algunas salidas legales, pero lo principal es la reiteración del compromiso político de trabajar sobre la idea y el fundamento del Protocolo de Kyoto", comentó Rey.
El otro interés vital de los países en desarrollo es el Fondo Verde para el Clima, acordado en las negociaciones de Copenhague en diciembre de 2009, con la obligación de dotarlo de 30.000 millones de dólares en 2012 y de 100.000 millones de dólares en 2020.
Esos recursos deberían destinarse a asistir a los países pobres en su preparación para soportar los embates del cambio climático y para mitigar sus propias emisiones de gases invernadero, causantes del calentamiento global.
La creación de ese fondo es un logro importante, pero también lo es su financiación, es decir que la COP 17 deje al menos "un camino claro de cómo, aun sin llegar a las cifras requeridas", se disponga de una suma inicial para que empiece sus operaciones, comentó Rey, quien ha participado como técnico en muchas negociaciones climáticas.
Ante el riesgo de que las negociaciones no progresen y se intente canalizar la discusión a foros integrados por un número reducido de países, la diplomacia cubana defiende la continuidad de la convención como marco de negociaciones que reflejen el "espíritu" de las Naciones Unidas, donde "cada país tiene su voto", apuntó.