Los «bonos de la diáspora» pueden ser una exitosa fuente de ingresos para países en desarrollo, y para eso es clave que los gobiernos emisores entiendan dónde están los emigrantes, «cuántos son, cuánto ganan, ahorran e invierten», dijo el economista Dilip Ratha a IPS.
Casi dos tercios de los 214 millones de migrantes del mundo viven en países ricos del Norte y el Sur. De continuar la tendencia actual, esa cifra aumentará a 405 millones para 2050, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), con sede en Ginebra.
Pero ¿qué proporción de las remesas que envían los emigrantes se canalizan en proyectos de desarrollo?
Los ahorros de la diáspora rondan los 400.000 millones de dólares anuales, dijo Ratha, mucho más que los 325.000 millones que la población migrante envía bajo la forma de remesas a sus países de origen en Asia, África, América Latina y el Caribe.
La mayor parte de los ahorros se invierten en depósitos de bajo rendimiento o se guardan bajo el colchón, dijo Ratha, gerente de la Unidad de Migración y Remesas del Banco Mundial, quien es uno de los principales promotores de los bonos de la diáspora.
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IPS dialogó con Ratha sobre esta manera de financiar el desarrollo.
IPS: Además de Israel (que creó los suyos en 1951), ¿hay algún otro país que haya establecido con éxito bonos de la diáspora?
DILIP RATHA: Tal vez India sea el otro único ejemplo de lanzamiento exitoso de bonos de la diáspora. Entre India e Israel se recaudaron casi 40.000 millones de dólares desde 1951 a través de esos bonos. Muchos países, como Filipinas, Líbano y Sri Lanka, recolectan ahorros de la diáspora mediante depósitos en monedas extranjeras, pero estos no son lo mismo que los bonos.
IPS: ¿En qué se diferencian los bonos de la diáspora?
DR: Son similares a los depósitos a plazo fijo, y en son predecibles en cierto grado en materia de servicio de deuda y amortización, resultando por lo tanto útiles para el prestatario.
Otros países como Etiopía y Nepal- emitieron bonos de la diáspora, pero las últimas emisiones no tuvieron éxito. Filipinas también extendió el año pasado un Bono de Trabajadores Filipinos en el Exterior, pero gran parte de estos bonos fueron comprados por los bancos locales, y apenas una pequeña parte se vendió a los miembros de la diáspora.
IPS: ¿Acaso la inversión en esos bonos no depende de varios factores, como el alcance de los ahorros de los migrantes, la seguridad de los bonos mismos y la estabilidad económica y política del país de origen?
DR: Tiene razón. Para el gobierno emisor es clave comprender dónde están los miembros de la diáspora, cuántos son, cuánto ganan, ahorran, invierten; qué opinan del gobierno y de invertir en su país natal y que tipos de proyectos les gustarían.
La percepción del riesgo político por parte de los miembros de la diáspora es un factor importante que afectará las inversiones en bonos de la diáspora. Pero dada la cantidad de riesgo político, a menudo ocurre que los miembros de la diáspora tienen menos percepción del riesgo y más tolerancia al mismo que los inversores extranjeros.
Además, los miembros de la diáspora a menudo tienen un deseo de devolver que el bono de la diáspora puede explotar para generar un interés más bajo y una mayor madurez de la deuda.
IPS: ¿Qué rol juega el Banco Mundial en los bonos de la diáspora? ¿Aconseja a los países? De ser así, ¿con qué países trabajan?
DR: El Banco Mundial trabaja actualmente con Kenia, Nigeria y Filipinas en bonos de la diáspora. Su rol principal es el de un mediador honesto: entre los banqueros de inversiones y el gobierno, entre el gobierno y las diásporas, entre el gobierno del país emisor y los reguladores gubernamentales en el país de destino de los migrantes.
El Banco Mundial también espera ofrecer asistencia técnica en la estructuración financiera de estos bonos, como el precio, la denominación de divisas, la evaluación del riesgo y la oportunidad de la emisión.