El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, decidió imponer sanciones diplomáticas en vez de comerciales a Islandia por la caza de ballenas que realiza este país europeo.
El mandatario implementó un instrumento conocido como la Enmienda Pelly, esto es, la Sección 8 de la Ley para la Protección de los Pescadores.
Esta norma de 1978 permite al presidente estadounidense prohibir la importación de productos de países cuyas operaciones pesqueras o comerciales disminuyen la efectividad de los programas internacionales para la conservación de especies en peligro.
La decisión de Obama fue resultado de un proceso iniciado en diciembre de 2010, cuando 19 organizaciones no gubernamentales estadounidenses pidieron que se aplicara la Enmienda Pelly, arguyendo que Islandia estaba violando los acuerdos internacionales de conservación.
Los grupos pidieron la imposición de sanciones comerciales contra negocios pesqueros relacionados con la compañía islandesa responsable de la caza de ballenas.
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El entonces secretario de Comercio estadounidense, Gary Locke, respondió al llamado y certificó en julio que Islandia sería sometida a la Enmienda Pelly porque, como dijo Obama en una carta a las autoridades islandesas, ese país "llevaba a cabo actividades pesqueras que disminuían la efectividad del programa de conservación de la Comisión Ballenera Internacional (CBI)".
Sin embargo, Locke recomendó en su momento sanciones diplomáticas en vez de comerciales.
Esto se traduce en exhortaciones por parte de los diplomáticos estadounidenses contra las actividades pesqueras de Islandia en toda visita oficial, y en la revisión de proyectos de cooperación en el Ártico.
Obama tenía 60 días para responder la decisión de Locke. En ese periodo, una delegación islandesa visitó Washington y se reunió con funcionarios del Departamento de Estado y dos senadores del noroccidental estado de Alaska para discutir la situación.
Los delegados subrayaron que Islandia solo realizaba pesca ballenera en dos reservas abundantes y sanas del Atlántico Norte, y que sus actividades eran completamente sostenibles ambientalmente, de acuerdo con la más confiable información científica.
Pero al parecer estas conversaciones no sirvieron de nada.
El ministro de Pesca y Agricultura de Islandia, Jon Bjarnason, expresó su sorpresa y decepción por la carta de Obama.
"Las autoridades de Estados Unidos no son coherentes cuando critican a Islandia por su caza de ballenas por un lado, y por otro piden apoyo de Islandia y de otros estados miembro de la CBI para (mantener) su cuota de ballena boreal en Alaska", señaló.
"La información científica claramente muestra que la (caza de) ballena de aleta islandesa no es menos sostenible que la (de) ballena boreal de Estados Unidos", añadió. La cuota estadounidense para pescar ballena boreal tiene vigor por cinco años, y será revisada en la próxima reunión anual de la CBI, que se realizará en Panamá en 2012. Para continuar, tendrá que recibir el apoyo de 75 por ciento de los miembros.
El Ministerio de Pesca islandés defendió su posición, señalando: "No hay justificación legal o científica para las acciones tomadas por Estados Unidos".
"Las actividades balleneras islandesas son completamente legales y su comercio internacional va de acuerdo con las sus obligaciones", subrayó.
Pero otros ministerios expresaron opiniones levemente diferentes.
Por ejemplo, la ministra de Ambiente, Svandis Svavarsdottir, dijo dudar que la actividad ballenera pudiera ser considerada alguna vez sostenible, tanto desde el punto de vista ambiental como económico.
"Los mercados internacionales para la carne de ballena son pocos y minúsculos, lo cual hace que los potenciales ingresos por la caza de ballenas sean desdeñables en un mayor contexto económico", agregó.
En tanto, el canciller Ossur Skarphedinsson hizo una clara distinción entre la caza de la ballena de minke y la de ballena de aleta. "Nuestra política es clara. Utilizaremos nuestros recursos en forma sostenible. Las existencias de ballena de aleta en los mares del Norte sin duda no están en peligro, y cuando los estadounidenses dicen lo contrario lamentablemente reflejan un manejo infantil de hechos científicos", dijo a IPS
"Sin embargo, en el estricto sentido de la definición de sustentabilidad, lo que sí se puede cuestionar es si las ballenas de aleta pueden ser utilizadas en una forma sostenible si no existe un mercado para el producto, como señalan algunos respetados oponentes a la caza de ballenas", añadió.
"Esto ha sido discutido dos veces en el gobierno, y a mí se me pidió, en mi capacidad de ministro de Relaciones Exteriores y Comercio Exterior, que presentara un informe, entre otras cosas sobre el aspecto del mercado, en cooperación con el Ministerio de Agricultura", informó.
Los argumentos estadounidenses contra Islandia, insistió, "carecen de información científica y reflejan un motivo y una metodología cuestionables".
"En cuanto a la caza de ballena de minke, es científicamente imposible argüir que es insostenible", subrayó, y solo la administración estadounidense cae tan bajo como para cuestionar nuestra información sobre la caza de minke sin querer estudiarla. Es difícil llegar a un acuerdo con personas que juegan con reglas tan retorcidas", añadió.