El Consejo de Seguridad de la ONU decidió solo reducir la cantidad de cascos azules en Haití, tras extender su presencia por lo menos un año más. De este modo se desestima la creciente presión de sectores civiles para poner fin a una misión que «no puede ser eterna».
A pesar de que las fuertes manifestaciones a favor de la retirada inmediata de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah, por su acrónimo en francés) arrecian especialmente en los países involucrados, la resolución del viernes se aprobó por unanimidad y dejando constancia de la "intención de renovar su mandato más allá del 15 de junio de 2012".
"Los futuros ajustes de la conformación de la Minustah deben basarse en la situación general de seguridad sobre el terreno", teniendo en cuenta el fortalecimiento de su policía nacional, el respeto de los derechos humanos y la estabilización de la situación política interna, sostuvo el Consejo de Seguridad de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).
La resolución 2012 estableció que la fuerza de paz quede constituida "con 7.340 militares de todos los rangos y un componente policial de hasta 3.241, de acuerdo con el informe del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon", que recomendó la reducción de 2.750 integrantes en total para llevarla a la cantidad que había antes del terremoto de enero de 2010.
Ban tomó como base para su propuesta la idea de que la situación de seguridad en Haití mejoró, aunque aún es "frágil", y que las estadísticas de violencia común están en aumento. La Minustah, integrada por contingentes de una veintena de países, se instaló en 2004 tras el derrocamiento y partida al exilio del presidente Jean-Bertrand Aristide, en medio de una violenta situación política.
"Es necesario dar una señal de que no vamos a quedarnos allá eternamente", había indicado Celso Amorim, ministro de Defensa de Brasil, que es el país que aporta el mayor contingente, con 2.185 militares.
"Tampoco podemos salir irresponsablemente" y dar una señal equívoca de que el país se desvincula de la problemática de Haití, aclaró.
El mandato de la misión, que nació para garantizar la protección de civiles y un retorno seguro a la democracia, había sido ratificado el año pasado para contribuir a la recuperación luego del terremoto en el que murieron 300.000 personas y que agravó la situación económica y social del país más pobre del continente.
Después de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de marzo en Haití se agregaron nuevos argumentos para la presencia de la Minustah, como la búsqueda de consolidación de las instituciones y garantizar el respeto de los derechos humanos.
"Reducir escasamente la misión militar no hará la diferencia para el haitiano promedio. Lo que importa es incrementar considerablemente la ayuda para infraestructura y desarrollo", dijo a IPS Brian Concannon, director del Institute for Justice and Democracy in Haiti, con sede en Boston.
Sin embargo, el viceportavoz de la delegación de Estados Unidos ante la ONU, Payton Knopf, afirmó que el papel de la operación es el mantenimiento de la paz y "no trabajar en el desarrollo", aunque en última instancia resulten complementarios.
El malestar por la presencia de tropas de la ONU en Haití creció tras algunos episodios de abuso de fuerza y el contagio de un brote de cólera por el que murieron 6.000 personas, atribuido a uno de sus contingentes. Y aumentó tras denuncias de supuestos ataques sexuales de algunos de sus efectivos.
El diputado uruguayo Gustavo Rombis, de la gobernante coalición izquierdista Frente Amplio, dijo que la reducción de la tropa de la ONU no fue motivada por las denuncias de abusos sexuales, del que son acusados seis marinos de ese país sudamericano.
"La disminución ya estaba prevista", afirmó Rombis, integrante de la Comisión de Defensa de la Cámara de Diputados.
"Estamos hablando de un informe de la Secretaría General de la ONU que se empezó a desarrollar en marzo, es decir que es muy anterior el planteo (a la última reunión de ministros de Defensa de la Unasur) del retiro gradual de tropas en la Minustah", indicó.
La Unasur (la Unión de Naciones Suramericanas que integran los 12 países de la región) aporta 5.300 efectivos a la misión, equivalentes a 40 por ciento del total de sus integrantes. Uruguay, que contribuye con 1.200, es la segunda mayor fuerza después de Brasil.
En Uruguay, algunas figuras políticas e intelectuales han pedido un completo retiro de los militares nacionales de Haití, entre ellas el escritor Eduardo Galeano y el ex legislador Guillermo Chifflet, uno de los fundadores del Frente Amplio.
"Lo que hay que hacer es retirar las tropas (completamente), porque las fuerzas de ocupación siempre actúan en contra de los intereses del país que ocupan", dijo Chifflet a IPS.
"Lo que necesita Haití son alimentos y médicos, no armas ni fusiles, que no arreglan el hambre", opinó Chifflet, quien renunció al parlamento en 2005 precisamente por su oposición, en contra del resto de sus compañeros de bloque, al envío de tropas a ese país.
El diplomático Marcos Azambuja, del Centro Brasileño de Relaciones Internacionales, considera que "toda misión tiene que tener fin y que por definición no puede eternizarse".
En entrevista con IPS, consideró que su país "dio una verdadera colaboración y adquirió cierta experiencia en los procesos de reconstrucción de paz, lo cual fue bueno para Haití y para la operación".
"Pero ahora, claramente, es tiempo de sustituir nuestra presencia, pues la misión está cumplida", afirmó.
Azambuja entiende que, aunque con otros actores internacionales, la misión debe permanecer porque "la situación de Haití es, desde el punto de vista humanitario, desesperadamente difícil".
"El problema de estas misiones es que no pueden tener un carácter de neocolonización", o sea "no puede parecer que se trata de la sustitución de la autonomía por una presencia internacional", concluyó.
Otros en Brasil apoyan un retiro total de las tropas, pero por razones distintas. "Es importante que se reconozca la soberanía de Haití y se retiren las tropas que participan de la ocupación", declaró a IPS la directora de la Red Global de Justicia y Derechos Humanos, Maria Luísa Mendonça.
"Haití ha sido blanco de intervenciones militares y políticas neoliberales que devastaron su economía y causaron represión, pobreza y fragmentación social. Ese cuadro tiene que ser transformado con urgencia", exhortó.
Es la posición de varias personalidades latinoamericanas como Galeano, los argentinos Adolfo Pérez Esquivel, ganador del premio Nobel de la Paz, y Juan Gelman, escritor y periodista, el paraguayo Martín Almada, premio Nobel Alternativo de la Paz, y el obispo emérito brasileño Pedro Casáldiga, quienes califican a la Minustah de "imperialista".
En una carta enviada a los presidentes de los países participantes de la misión, estos y otros firmantes consideraron que la "supuesta operación de paz" es en realidad una ocupación militar "injustificable e inmoral", que viola la soberanía haitiana.
También propusieron la adopción de un cronograma de retiro y destinar los 800 millones de dólares al año que consume la Minustah para obras sociales y de desarrollo en Haití.
Marcelo Carreiro, experto en relaciones internacionales de la Universidad Federal de Río de Janeiro, señaló a IPS que después de las elecciones de este año existen innegables condiciones favorables para la salida del contingente de la ONU.
"Es necesario explicar por qué Brasil tendría que permanecer con tropas militares en un país cuya ayuda humanitaria es mucho más apremiante", sostuvo.
Pero todos estos pronunciamientos, por lo visto, no estuvieron el viernes sobre la mesa del Consejo de Seguridad.
* Con aportes de Raul Pierri (Montevideo) y Elizabeth Whitman (Naciones Unidas)