La primera Cumbre Mundial de Microcrédito se celebró en 1997. Cuando los delegados se reunieron nueve años después en la Cumbre en Halifax, Canadá, en 2006, había sido precisamente anunciado que Muhammad Yunus iba a compartir el Premio Nobel con el Grameen Bank, que él había fundado décadas antes. Un año antes, Naciones Unidas había celebrado el Año del Microcrédito y justo un año después la Campaña de la Cumbre del Microcrédito sobrepasó la meta fijada en 1997 de llegar a 100 millones de las familias más pobres del mundo con créditos para el autoempleo y otros servicios comerciales. Esos fueron tiempos emocionantes para el sector de las microfinanzas.
Ahora, cinco años después, 2.000 delegados se reunirán en Valladolid, España, entre el 14 y 17 de noviembre para la Cumbre Mundial del Microcrédito 2011. Sin embargo, esta vez los delegados se encontrarán en un ambiente mucho desafíante. A principios de este año, Muhammad Yunus fue forzado a renunciar del Grameen Bank como resultado de una serie de escalofriantes actos del gobierno de Bangladesh que para muchos implican un retroceso en cuanto a la atribución de poderes a las mujeres en ese país.
Durante muchos años, el microfinanciamiento ha sido anunciado como un fascinante camino nuevo para atacar la plaga de la pobreza. Un encuentro ocurrido en Bangladesh hace 15 años demuestra su potencial como elemento transformador. Una amiga estadounidense estaba entrevistando en una aldea a un prestatario y éste le dijo a través del intérprete que su hijo comenzaría a ir a la escuela al año siguiente.
¿Pueden usted o su esposa leer o escribir?, preguntó mi amiga.
No, contestó el campesino, receptor de un microcrédito.
Pueden su madre o su padre leer o escribir, continuó mi amiga
No, respondió el campesino.
A este punto, mi amiga comprendió que estaba asistiendo al fin de un analfabetismo intergeneracional y probablemente también de la pobreza intergeneracional.
Mientras que historias de ese tipo continúan ocurriendo en estos días, ahora se les añaden historias de sobreendeudamiento y de temores de que una porción del sector de las microfinanzas haya perdido su camino. Una mirada a la agenda de la próxima Cumbre del Microcrédito en España muestra una industria que ha comenzado a enfrentar sus falencias. En respuesta a poco claras tasas de interés y acusaciones de usura, Check Waterfield creó MicroFinance Transparency y escribió una ponencia para la Cumbre para afrontar esos problemas. Asimismo, Beth Rhyne, director del Center for Financial Inclusión en ACCION, ha escrito una ponencia sobre la protección del cliente, un problema que nadie hubiera pensado años atrás que se debía abordar en el sector del microcrédito. Y la directora de la Social Performance Task Force, Laura Foose, presentará una iniciativa para que la organización ponga tanta atención a la cuestión social como lo hace con la cuestión financiera.
Lo que resulta crucial en tales iniciativas es que no son de pura fachada sino que intentan corregir situaciones que están convirtiéndose cada vez más en problemas centrales en el microcrédito. Pero la cumbre no sólo deberá centrarse en esos problemas. Los delegados deberán también aprender de instituciones en las cuales decenas de miles de préstamos para estudiantes y becas escolares están yendo para niños cuyos padres son analfabetos y de programas a favor de quienes están en la extrema pobreza en áreas rurales y en las ciudades. Asimismo, aprenderán cómo hay organizaciones que están vinculando los microfinanciamientos con la salud y la energía limpia, la agricultura y el agua potable. Las discusiones incluirán innovaciones en materia de ahorros y de microseguros, así como en bancos móviles y en microfinanzas islámicas.
Muchos argüirán que el camino sin restricciones para maximizar las ganancias adoptado por algunas instituciones ha llevado al sector a este punto y este será uno de los temas del debate.
Precisamente sobre el tema de la maximización de las utilidades,Yunus, al reflexionar sobre la Cumbre del Microcrédito de 1997 escribió en su libro Banquero de los pobres:
Al estudiar economía aprendí acerca del dinero y ahora, como director de un banco, presto dinero y el éxito de nuestra empresa depende de cuántos arrugados billetes tienen ahora en sus manos nuestros antes hambrientos miembros. Pero el movimiento del microcrédito, construido alrededor del dinero, por y con dinero, irónicamente no tiene en su alma nada que ver con el dinero. Se trata, en su esencia, de ayudar a cada persona a alcanzar por completo su potencial. No se trata de capital en efectivo, se trata de capital humano. El dinero es una mera herramienta que libera los sueños humanos y ayuda incluso a los más pobres y más desafortunados del planeta a adquirir dignidad, respeto y significado en sus vidas.
Estas palabras son válidas para todos los seres humanos y no sólo para los que integramos el sector de las microfinanzas. (FIN/COPYRIGHT IPS)
(*) Sam Daley-Harris, cofundador de la Campaña de la Cumbre del Microcrédito y fundador de RESULTS.