CUBA-EEUU: Pugna electoral marcará agenda bilateral

Una nueva propuesta de diálogo lanzada por Cuba a Estados Unidos para discutir desde asuntos humanitarios hasta energéticos tiene, según analistas, escasas perspectivas de avance en el contexto de la venidera campaña en busca de un segundo mandato presidencial de Barack Obama.

Especialistas consultados por IPS coincidieron en que ese escenario, matizado por una situación interna compleja, resulta poco propicio para mayores cambios en la política estadounidense hacia esta nación caribeña.

"Habría que preguntarse que ganaría Obama en caso de hablar o negociar con Cuba", comentó un investigador que no quiso ser identificado.

Para esta fuente, "toda regla tiene su excepción", pero cuando se preparan para un segundo período, los gobernantes estadounidenses prefieren dejan fuera a Cuba. "En términos reales, creo que lo menos que quisiera Obama ahora es que le hablen de este país, sobre todo con tantos problemas internos que deben ser sus prioridades", consideró.

Desde Estados Unidos, el politólogo Arturo López Levy, conferencista en la estadounidense Universidad de Denver, dijo a IPS que cree que Obama nada "ganaría con revertir las flexibilizaciones de política ya adoptadas, pero tampoco tiene incentivos financieros o de votos suficientes para arriesgarse en pasos sustantivos de apertura hacia Cuba antes de las elecciones previstas para noviembre de 2012.
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"Con la mirada centrada en ganar los comicios en el sur de Florida, nada dramático debe esperarse de Washington en su política hacia La Habana", indicó el estudioso cubano residente en Estados Unidos.

Empero, aclaro que, "a pesar de las tensiones asociadas a la campaña electoral venidera, un diálogo como el propuesto por Cuba también interesa" a la Casa Blanca.

La pasada semana, el canciller cubano Bruno Rodríguez reiteró ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) su disposición e interés en avanzar hacia la normalización de las relaciones con Estados Unidos.

Cuba y Estados Unidos carecen de vínculos diplomáticos desde los años 60, aunque canalizan sus asuntos consulares mediante sendas Oficinas instaladas en sus respectivas capitales.

El menú de problemas bilaterales que se podrían solucionar mediante el diálogo abarca asuntos humanitarios, negociación de acuerdos de cooperación contra el narcotráfico, el terrorismo, el tráfico de personas, los desastres naturales y la protección del ambiente, incluso frente a derrames de petróleo como el registrado en la plataforma de la firma British Petroleum, en el Golfo de México.

Para López-Levy, avances en esas y otras áreas, entre las que incluye asuntos migratorios, "podrían derramar buena voluntad" hacia la relación bilateral toda, creando condiciones para un gran paquete, donde quepan soluciones incluso para los temas más difíciles. "La recriminación y el rechazo a dialogar no harán más manejables los conflictos", alertó.

"Se requiere un diálogo paciente entre las autoridades políticas de Cuba y de Estados Unidos, con lenguaje calibrado, y expectativas discretas en temas específicos, pensando en formas de destrabar los temas difíciles de la relación general", remató el experto, para quien se "impone preservar la comunicación entre los gobiernos a fin de evitar una secuencia de deterioro".

En su ofensiva diplomática en la ONU, a fines de septiembre, el canciller Rodríguez incluyó una visita al diario The New York Times, donde se refirió a las dos mayores dificultades con que tropieza en estos momentos cualquier intento de conducir las conflictivas relaciones bilaterales hacia la normalidad.

Por un lado está la situación del subcontratista estadounidense Alan Gross, condenado a 15 años de cárcel en La Habana acusado de implementar planes subversivos contra Cuba, cuya excarcelación es solicitada por Washington con insistencia. Según Rodríguez, la solución de este caso pasa por el discurso humanitario y la reciprocidad.

Según el diario neoyorquino, Rodríguez evitó vincular el caso de Gross al de los cinco agentes de la isla que cumplen severas condenas en distintas cárceles de Estados Unidos, aunque reiteró que Obama podría perdonarlos "como un acto humanitario, que sería agradecido por sus madres, esposas y todo el pueblo cubano".

López-Levy conjeturó que un tema donde las posibilidades de avance a corto plazo son mínimas es la negociación de gestos humanitarios recíprocos para la liberación de Gross y de los cinco cubanos arrestados en Florida en 1998.

"Aunque ambos gobiernos no consideran los casos como equivalentes, sus racionalidades contrapuestas no generan empatía hacia su contraparte", indicó.

Para La Habana, un indulto presidencial a los cinco cubanos no es una precondición para negociar otros temas, pero si un gesto humanitario o de justicia imprescindible.

"En la Casa Blanca, tal indulto, y el tipo de relación con Cuba que plantearía, son impensables desde el cálculo electoral actual", añadió el experto.

Tras recordar que Washington ha dicho que ningún gesto conciliatorio sustancial hacia Cuba va a ocurrir si Gross no es liberado, el académico consideró que la esperanza de un cambio de esas premisas es improbable antes de noviembre de 2012.

"Lo peor es que nada garantiza que noviembre de 2012 haga más manejable esas diferencias, particularmente si se produjese una victoria del hoy opositor Partido Republicano. Es una situación cruel, porque los incentivos políticos para resolver los casos de Gross y los cinco por separado y por sus propios méritos son escasos", opinó López-Levy.

En todo caso, este académico y otros especialistas coinciden en que el balance de estos tres años de gobierno de Obama respecto de Cuba es positivo, aunque insuficiente si se contrasta con las numerosas áreas en las que sería posible una mayor cooperación entre las dos naciones.

"Incluso sin hacer cambios fundamentales de política hacia Cuba, el presidente Obama creó un escenario diferente, con más facilidades de comunicación entre las familias, aumentaron los viajes, las remesas", comentó a IPS el ensayista Esteban Morales, estudioso de Estados Unidos y los vínculos con su país.

Puesto a pensar en el juego electoral estadounidense y su eventual impacto en las relaciones con La Habana, Morales estimó que el mejor escenario sería aquel en que Cuba supere sus dificultades económicas y Obama logre revertir la situación interna a su favor y resulte electo para un segundo mandato.

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