El paisaje político en el disputado estado indio de Jammu y Cachemira adopta un nuevo contorno al desdibujarse la línea que dividía a quienes defienden la independencia de este territorio y los que quieren seguir formando parte de India.
En esta región en la que por 15 años prevaleció el poder de las armas, el camino hacia la paz y el diálogo es accidentado.
"Es muy interesante, no solo los defensores de la unidad se apropian del lenguaje político de los separatistas, sino que estos últimos hacen lo mismo", dijo a IPS el analista Gul Mohammad Wani, profesor de la Universidad de Cachemira.
Una destacada figura del proindio Partido Popular Democrático (PPD) presentó un proyecto de ley para eliminar la sección 3 de la Constitución de Jammu y Cachemira, que señala que este es un estado integral del territorio de India, con el argumento de que, "si somos sinceros respecto de que Cachemira está en disputa, la ley fundamental debe ofrecer un espacio para resolverlo".
La asamblea legislativa de Cachemira, en la que están representados diferentes partidos favorables a la unidad, aceptó un proyecto de ley pidiendo clemencia por Afzal Guru, un ciudadano de esta región condenado a muerte por el Tribunal Supremo de India por su papel en el atentado de 2001 contra el parlamento nacional.
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Pero la iniciativa fracasó cuando un legislador del Congreso Nacional Indio acusó a su contrincante, el Partido Bharatiya Janata, de fraude en las elecciones legislativas de comienzos de este año.
La disputa parlamentaria fue interpretada como un intento de frustrar el pedido de clemencia para Guru.
El columnista Javid Iqbal señaló el incidente como ejemplo del cambio en el espectro político de Cachemira. "La clemencia para una persona como Guru no había concentrado el interés de los partidos favorables a la unidad", dijo a IPS.
Por su parte, las agrupaciones separatistas comenzaron a discutir sobre el desarrollo económico del estado y la incapacidad del gobierno de ofrecer servicios básicos a la población local, asuntos que evitaban para concentrarse en la logística de la escisión.
Era muy raro escuchar a dirigentes separatistas hablar sobre gobernanza, pues solían "considerarla insignificante a menos que se llegara primero a una solución respecto de Cachemira", dijo Iqbal a IPS.
Los separatistas fueron muy criticados por la población por supeditar los problemas económicos, ambientales y culturales de Cachemira a la "lucha por la libertad". El cambio de estrategia puede apuntar a mantener su legitimidad frente a la población local.
Especialistas y líderes sociales reconocen que el proceso de separación es largo y requiere de la participación y el consenso de tres actores, Cachemira, India y Pakistán, una realidad ignorada por los separatistas hasta ahora.
Los dos países reclaman para sí este estado del Himalaya y ninguno controla la totalidad de su territorio. Un tercio está bajo dominio pakistaní y los otros dos controlados por India.
El resentimiento hacia el gobierno indio de Cachemira, además de viejos reclamos de autodeterminación de un significativo sector de la población, estallaron en una rebelión armada en 1988.
En los años siguientes, miles de personas tomaron las armas, supuestamente suministradas por Pakistán, lo que desató un conflicto que dejó 50.000 personas muertas, según cifras oficiales.
Los enfrentamientos comenzaron a menguar en 2002. Al año siguiente, insurgentes y contrainsurgentes disminuyeron sus ataques contra dirigentes políticos y activistas, lo cual permitió abrir un pequeño espacio político.
La relajación del conflicto obedeció también al agotamiento de hombres y recursos, dijo Gul Wani a IPS.
"La capacidad de combate decayó y muchos cachemires estaban deseosos de buscar alternativas", apuntó, y añadió que una de las opciones era aumentar la participación en el proceso electoral.
Un ejemplo del cambio ocurrió en 2008, cucando el ingeniero separatista Abdul Rashid logró un asiento en la asamblea estadual con la promesa de tratar de buscar una solución "pacífica" al conflicto.
Ese compromiso político era impensable unos años antes y es emblemático de los cambios fundamentales que ocurren en la región. Los partidos favorables a la unidad se acercan al reclamo de libertad de los separatistas, y estos apuntan a mantener vigencia participando en política.
El crecimiento económico y militar de India de la última década, sumado a la cada vez más compleja situación de Pakistán, incidió en los cambios políticos de Cachemira, según Gul Wani.
"Una de las razones más importantes de la disminución de la violencia fue la guerra contra el terrorismo en Pakistán, siguiendo la estrategia diseñada por Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001" contra Washington y Nueva York, explicó.
El enfoque antiterrorista del expresidente pakistaní Pervez Musharraf para lidiar con la "cuestión de Cachemira" modificó de forma significativa la política local, añadió.
"Además, la simpatía de Pakistán hacia dirigentes favorables a la unidad como Omar Abdullah, de la Conferencia Nacional, y Mehbooba Mufti, del PPD, emitieron un claro mensaje a los líderes separatistas", observó.
La Conferencia Nacional, que encabeza la actual coalición de gobierno en Cachemira, apoya la autonomía en el marco de la Constitución de India, aunque no descarta otro plan que pueda ser negociado entre Nueva Delhi e Islamabad.
El PPD, por su parte, se inclina por la autonomía para los dos territorios, el que controla Pakistán y el que está bajo dominio de India, por los que ambos países mantuvieron tres guerras.
Los cambios de los últimos tiempos generan optimismo en la región, varios analistas coinciden con Iqbal en que "además de algunos puntos en común en la agenda, la cuestión fundamental se mantiene, los partidarios de la independencia quieren una solución fuera de la Constitución de India, en tanto los otros aspiran a regirse por ella", remarcó.