La guerra de Estados Unidos contra el terrorismo lanzada en Afganistán en 2001 desestabilizó las vecinas áreas pashtunes de Pakistán y las arrastró a la anarquía.
Las Áreas Tribales Administradas Federalmente (FATA) y la provincia adyacente de Khyber Paktunkhwa, de la cual Peshawar es capital, ahora están plagadas de armas, y cada hogar tiene por lo menos un rifle AK-47, también conocido como Kaláshnikov.
"Las armas fabricadas en las FATA o contrabandeadas desde Afganistán han inundado el país y causan un baño de sangre sin fin hasta Karachi", dijo Naveed Shinwari, jefe del Programa de Motivación y Evaluación Comunitaria, que hace campaña contra la proliferación de armas livianas.
Shinwari señaló que como cada hogar de las FATA posee armas de fuego, estas se usan para resolver los más pequeños asuntos de la vida cotidiana, provocando un gran número de muertos y heridos.
La situación aquí antes de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington "era pacífica, pero en los últimos cinco años, 35.000 civiles y 3.000 soldados han muerto en explosiones de bombas, tiroteos y ataques suicidas que se han puesto a la orden del día", dijo el ministro de Información de Khyber Pakhtunkhwa, Mian Iftikhar Husain.
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Cuando las fuerzas de Estados Unidos y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) invadieron Afganistán en 2001, entonces controlado por el movimiento islamista Talibán, los radicales huyeron a las FATA y rápidamente expandieron sus actividades a la vecina Khyber Pakhtunkhwa.
"Unos 200.000 de los ocho millones de habitantes de las FATA viven en campamentos por las operaciones militares. En seis de las siete agencias tribales de las FATA hay acciones militares en marcha que hacen miserable la vida de sus residentes", dijo a Husain a IPS.
De los 52.000 estudiantes inscriptos en la Universidad de Peshawar, 10.000 son originarios de las FATA, y ahora no pueden visitar su tierra natal.
"No podemos ir a casa porque las carreteras están cerradas por las operaciones militares", dijo Zawar Hussain, estudiante universitario a punto de recibirse y originario de la Agencia Kurram, otrora popular destino turístico.
Miles de universitarios que se animaron a visitar sus hogares en las FATA durante el mes sagrado musulmán de Ramadán y en la festividad de Eid Al Fitr, el 28 de agosto, se encuentran ahora varados, esperando que la situación mejore para regresar a Peshawar y reanudar sus estudios.
"Desde 2005, los militantes (combatientes islámicos) han cerrado unas 800 escuelas, dejando a miles de niñas y niños sin clases en un territorio donde la tasa de alfabetismo es menor a 43 por ciento", dijo Omar Ali, alto funcionario de educación de las FATA.
Ali señaló que los padres están extremadamente preocupados por el futuro de sus hijos, y muchos que tienen los medios los envían a estudiar a otras partes del país más seguras.
Unos 400 centros de salud pública en las FATA y en Khyber Pakhtunkhwa fueron destruidos por los islamistas en su campaña de sabotaje contra instalaciones estatales.
"La mayoría de los residentes ahora se trasladan a Peshawar y a otras ciudades más seguras para recibir tratamiento por enfermedades menores", señaló del director de Salud de las FATA, Fawad Khan.
El funcionario dijo que, antes de que los combatientes islámicos lanzaran su ofensiva, las FATA tenían buenas infraestructuras de salud. Un promedio de 250.000 pacientes eran examinados y unos 29.000 operados cada año.
Khan señaló que el personal médico y de enfermería tiene miedo de ir a trabajar por la creciente violencia.
Mahmood Shah, ex secretario de Seguridad de las FATA, dijo a IPS que Pakistán había pagado un gran costo en derechos humanos y en dinero por la guerra contra el Talibán. "El gobierno necesita acelerar sus operaciones militares y matar a todos los alborotadores", señaló.
"El Talibán quiere que se aplique su propia versión del Islam. El gobierno puede derrotarlo con el apoyo público que está recibiendo ahora", opinó Shah.
"La lucha contra los terroristas debe continuar hasta su eliminación por la seguridad de nuestro pueblo, de nuestro país y de nuestra región", agregó.
"Después del asesinato de Osama bin Laden (el 1 de mayo), la ola de golpes terroristas se incrementó, y el Talibán ahora ataca mezquitas y mercados para matar la mayor cantidad de gente posible", señaló Afrasiab Khattak, senador y presidente del Partido Nacional Awami, que gobierna Khyber Pakhtunkhwa.
Khattak dijo a IPS que todos los actores involucrados en las áreas tribales, incluyendo a los gobiernos de Afganistán y Pakistán, deberían "abandonar sus políticas divergentes si son sinceros en su deseo de resolver este embrollo en la región".
Pakistán debería revisar su estrategia antiterrorista, porque el país ha pagado un alto precio por sus "políticas fracasadas" que solo consintieron los intereses militares de Estados Unidos.
"Rechazamos totalmente la noción de que Estados Unidos es el bien y el Talibán es el mal. Todos son animales. No tienen respeto por la humanidad", indicó Khattak. "Una vigorosa operación militar en las FATA es extremadamente importante para matar a los terroristas instalados allí desde hace una década".
"Hemos pedido durante mucho tiempo a Estados Unidos y a la OTAN que abandonen Afganistán y dejen que la gente decida su futuro", añadió.