Un abrazo fuerte une a la chihuahuense Olga Reyes, quien perdió a seis integrantes de su familia, con la mexiquense Araceli Rodríguez Nava, madre de un joven policía federal desaparecido en Michoacán hace dos años. Ambas viajan en la Caravana de la Paz rumbo a la frontera de México con Guatemala.
Reyes y Rodríguez Nava luego abrazaron a Rosario Ocampo Cabañas, sobrina del maestro rural y líder del insurgente Partido de los Pobres Lucio Cabañas (1939-1974), cuya familia fue desplazada de su hogar y obligada a huir de su estado, el sureño Guerrero, tras el asesinato, hace dos meses, de la viuda del legendario guerrillero.
"Muchas gracias", musita suavemente Ocampo Cabañas, quien apenas hace dos días se sumó a la Caravana de la Paz, que encabeza el poeta Javier Sicilia y que se dirige hacia el sur para sumar adherentes al movimiento que se opone a la militarización del país en la lucha contra el narcotráfico.
En el cuarto día de la marcha, Sicilia fue recibido entre flores y copal por 16 pueblos indígenas de Oaxaca en el centro ceremonial zapoteco de Monte Albán.
"Esta caravana viene fortaleciendo la conciencia, viene fortaleciendo los corazones, y viene haciendo que los hombres se pongan de pie", dijo Carmelina Santiago Alonso, del Centro de Derechos Indígenas Flor y Canto.
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La caravana, que salió de la ciudad de México el viernes 9, llegará a Ciudad Hidalgo, en el sureño esta de Chiapas y fronteriza de Guatemala, para pedir una disculpa al vecino país, a nombre de los mexicanos, por los asesinatos de inmigrantes.
Posteriormente pasará por el territorio donde se mueve el insurgente Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que sólo llevó adelante acciones bélicas los 15 primeros días de 1994. Allí se festejará el viernes 16 un nuevo aniversario de la independencia mexicana de España.
El pasado fin de semana, la caravana cruzó por tres ciudades de Guerrero, donde recopiló nuevas historias de víctimas de la violencia inclemente que asola al país desde que el presidente Felipe Calderón lanzó su cruzada contra la delincuencia organizada, a comienzos de 2007.
En el sudoccidental puerto de Acapulco, uno de los principales centros turísticos de México, miles de personas vestidas de blanco salieron el domingo 11 a una insólita marcha por la costera, para expresar su apoyo al movimiento de víctimas.
A diferencia de las anteriores marchas que ha realizado Sicilia, en esta ocasión la cobertura de medios de comunicación es notoriamente menor. El poeta encabezó antes una caminata de Cuernavaca a la ciudad de México y una caravana de más de 3.000 kilómetros hacia la norteña Ciudad Juárez, en la frontera con Estados Unidos.
Los medios nacionales están concentrados en las campañas de los partidos políticos con miras a elegir a sus candidatos para las elecciones presidenciales de 2012 y en el comienzo de las sesiones ordinarias de la Cámara de Diputados.
"Parece que el sur no les importa", dijo a IPS una colaboradora cercana de Sicilia.
La caravana, sin embargo, permitió el encuentro de víctimas de la violencia que generó la llamada guerra contra el narcotráfico, impuesta por el gobierno federal, y la violencia estructural que criminaliza la protesta.
"En Guerrero siempre hubo violencia producida por la corrupción y la miseria, y siempre existió el tráfico de drogas, toda la heroína del país se produce en este estado", afirmó a IPS Ricardo Espinosa, tío de Adriana Morlett, una estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de México desaparecida desde el 6 de septiembre de 2010.
"Pero lo que hemos vivido en los últimos años es una violencia desmedida y una crueldad que nunca habíamos visto", apuntó.
En la Caravana de la Paz, como se llama esta nueva marcha, participan unas 600 personas, que se desplazan en 15 camiones y una decena de automóviles por las serpenteantes carreteras del sur y sudeste.
Los campamentos permiten la convivencia de víctimas de la lucha del gobierno mexicano contra la delincuencia organizada con grupos de larga tradición de lucha social.
Una de ellas fue Tita Radilla, hija de Rosendo Radilla, desaparecido hace 30 años y cuyo caso generó la única sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en contra del estado mexicano por este tipo de delito contra la humanidad.
Radilla responsabilizó al presidente Calderón del incumplimiento de la sentencia de la Corte, el brazo judicial que forma parte del sistema de la Organización de los Estados Americanos, y de la violencia que ya dejó más de 40.000 personas muertas, 10.000 desaparecidas y 700.000 desplazadas de sus hogares desde enero de 2007.
"La guerra de exterminio no es en San Juan Copala (pueblo que se mantiene sitiado y cuyos pobladores han sido desplazados de sus tierras), es en todo el país", aseguró, por su parte, Macario García, dirigente del Movimiento Unificador de Lucha Triqui Independiente.
"Esta caravana nos ha hecho sentir más fuertes", dijo a IPS el sonorense Nepomuceno Moreno, quien busca a su hijo, desaparecido desde julio de 2010.