Veinte grupos por los derechos humanos y laborales pidieron al gobierno de Estados Unidos que no renovara su ayuda militar ni sus ventas a Uzbekistán, considerada una de las dictaduras más represivas del planeta.
En una carta enviada esta semana a la secretaria de Estado (canciller) estadounidense Hillary Rodham Clinton, la coalición aconsejó distanciarse del gobierno de Uzbekistán, a pesar de su importancia geoestratégica para enviar suministros a las fuerzas estadounidenses y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Afganistán.
La coalición autora de la misiva está conformada por Amnistía Internacional, Human Rights Watch y la Federación Estadounidense del Trabajo – Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO por sus siglas en inglés), que reúne a diversos grupos.
Sin embargo, el consejo parece haber sido rechazado por el propio presidente Barack Obama. En una declaración el miércoles por la noche, la Casa Blanca informó que el jefe de Estado había hablado por teléfono con su par uzbeko, Islam Karimov, para felicitarlo por los 20 años de independencia de ese país asiático.
Obama también "prometió seguir trabajando para construir una amplia cooperación entre los dos países".
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Los activistas señalaron en la carta que "los últimos acontecimientos en Asia central y en todo Medio Oriente habían dejado en claro que el estatus de Uzbekistán como socio estratégico de Estados Unidos no debería eclipsar la preocupación por su vergonzoso historial en derechos humanos".
Además de la Primavera Árabe, que acabó con algunos regímenes que habían cooperado con Estados Unidos en su guerra antiterrorista, la carta citó como advertencia también el derrocamiento el año pasado del presidente Kurmanbek Bakiyev en Kirguistán, país vecino de Uzbekistán.
"Las revueltas populares por la corrupción y la represión en Kirguistán llevaron" al derrocamiento de su gobierno, "con el que los militares estadounidenses habían establecido estrechas relaciones", señala la misiva. El gobierno en Kirguistán "parecía, en su momento, tan estable como hoy el de Uzbekistán", añade.
En respuesta, la portavoz del Departamento de Estado, Emily Horne, señaló: "Uzbekistán y Estados Unidos tienen intereses comunes en la estabilidad regional", incluyendo "acuerdos para apoyar mejor a nuestras tropas en Afganistán".
"Consideramos a los derechos humanos una parte importante de nuestro diálogo con Uzbekistán, y son parte de los contactos de alto nivel", aseguró.
Karimov gobierna Uzbekistán con mano de hierro incluso antes del colapso de la Unión Soviética en 1991.
Washington se había distanciado de su régimen sobre todo después de la masacre en la ciudad de Andiján de 2005, cuando cientos de manifestantes, en su mayoría desarmados, fueron masacrados por las fuerzas de seguridad.
Las protestas de Estados Unidos y los llamados a una investigación internacional independiente sobre la masacre tuvieron como consecuencia la pérdida de acceso a la base aérea uzbeka Karshi-Khanabad, que era usada desde 2001 para enviar fuerzas occidentales a Afganistán.
Pero aun antes de la masacre, el Congreso legislativo estadounidense había restringido la ayuda militar a Uzbekistán a la luz del pésimo historial de ese país en materia de derechos humanos. En 2004, aprobó una ley que imponía estrictos límites al entrenamiento de militares uzbekos y una prohibición de fondos para transferencias de armas.
Según la norma, esas restricciones podían ser aliviadas o levantadas solo si el Departamento de Estado certificaba que el gobierno uzbeko estaba haciendo "progresos sustanciales y continuos" en derechos humanos. Pero ningún jefe de esa cartera lo ha hecho, ni siquiera Clinton, quien se reunió con Karimov en Tashkent en diciembre pasado.
La geopolítica ha convertido a Uzbekistán en un lugar clave, particularmente por ser eje central en la denominada Red Norteña de Distribución (NDN, por sus siglas en inglés), una serie de acuerdos comerciales entre miembros de la OTAN y ex repúblicas soviéticas por la cual son enviados suministros vía marítima y terrestre a las fuerzas en Afganistán, donde renace la insurgencia del movimiento islamista Talibán.
La NDN ha cobrado especial importancia en el último año, cuando se han incrementado las tensiones entre Estados Unidos y Pakistán. El territorio pakistaní había funcionado como ruta principal para las tropas de la OTAN hacia Afganistán.
Casi la mitad de todos los suministros externos para las tropas de la alianza occidental ahora son transportados a través de la NDN, y cerca de 98 por ciento pasan por Uzbekistán, según un informe de Eurasianet.
Como Obama prevé mantener 30.000 soldados en suelo afgano hasta el año próximo y la OTAN todas sus fuerzas hasta 2014, el Pentágono quiere asegurarse de que Uzbekistán conserve la línea de suministro sobre su territorio en ambas direcciones. Eso está siendo negociado con Tashkent y otros gobiernos de Asia central.
Según documentos diplomáticos estadounidenses revelados en el sitio WikiLeaks, Karimov habría utilizado su cooperación en la NDN para evitar una presión de Washington en temas de derechos humanos.
Un cable de febrero de 2010 indicaba que Karimov quería "legitimidad y reconocimiento" de Washington a través de una visita de Clinton a Tashkent, así como el "levantamiento o no aplicación de las restricciones del Congreso" sobre la ayuda y las ventas militares.
* El blog de Jim Lobe puede leerse en: http://www.lobelog.com.