La maldición del petróleo en Brasil se manifiesta por ahora solo en el campo político. Mientras el parlamento se divide en la discusión por la redistribución de los beneficios, cada vez más grandes, los últimos yacimientos descubiertos en el océano Atlántico reavivaron la industria naval.
La perspectiva de duplicar la producción actual de 2,1 millones de barriles diarios en el correr de esta década, cuando comiencen a explotarse los yacimientos de la llamada capa "presal" del subsuelo oceánico, sirvió de fundamental incentivo para el crecimiento de la actividad de puertos y astilleros.
Brasil tenía en los años 70 "la segunda mayor industria naval del mundo", pero sufrió luego una merma importante que solo logró revertir en parte en la última década, indicó Sergio Leal, secretario ejecutivo del Sindicato Nacional de la Industria de Construcción Naval (Sinaval).
Los 56.368 empleos directos en el sector registrados en junio superan con creces el mejor nivel del pasado. Los datos no incluyen cerca de 28.000 trabajadores de la industria náutica de pequeñas embarcaciones para esparcimiento.
Pero los observadores hacen hincapié en que los empleos indirectos son muy numerosos, ya que la cadena productiva es muy extensa. Una plataforma petrolera para producción en el océano se compone de miles de rubros y lleva más de un año solo su construcción.
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En la carpeta de proyectos de plataformas "ya volvimos al segundo lugar" en el mundo, celebró Leal en el Congreso Internacional Presal Brasil, que reunió a empresarios, autoridades y técnicos del lunes 24 al miércoles 26 en Rio de Janeiro.
El hecho de tener la mayor parte de sus reservas en aguas oceánicas profundas encarece la exploración y producción de petróleo y gas natural en Brasil, porque exige una amplia y costosa infraestructura, además de avances tecnológicos como los que le dieron el liderazgo internacional a la firma estatal Petrobrás.
Con el hallazgo de un inmenso yacimiento en la capa presal, sus reservas de hidrocarburos pueden quintuplicarse. Este país, que hasta ahora luchaba por asegurar su autosuficiencia, podrá convertirse entonces en exportador neto.
Pero esa riqueza está a casi 7.000 metros de profundidad y a más de 300 kilómetros de la costa mar adentro. El desafío de explotarla, con una política que favorece la producción nacional de los medios necesarios, impulsó la industria naval y su extensión denominada "offshore".
Esa política viene de antes. En 2003, el gobierno creó el Programa de Movilización de la Industria Nacional de Petróleo y Gas Natural, para fortalecer la cadena productiva del sector en territorio nacional.
El año siguiente la empresa Transpetro, subsidiaria de Petrobrás para el transporte, anunció el programa de expansión de su flota con 49 nuevos navíos petroleros, con un mínimo de 65 por ciento de componentes nacionales, índice elevado a 70 por ciento en la segunda fase iniciada en 2008, e inversiones totales por 4.600 millones de dólares.
El contenido local se impuso como regla general a partir de 2005 gracias a una resolución de la Agencia Nacional de Petróleo, el organismo regulador.
La industria naval brasileña, que estaba concentrada en Rio de Janeiro en el pasado, ganó nuevos polos.
El nordestito Puerto de Suape encabeza hoy el sector en toneladas de porte bruto (TPB), con un gran astillero instalado últimamente y que ya construye muchos navíos petroleros, aunque Rio de Janeiro ofrezca el doble de empleos en una producción más diversificada, explicó Leal.
En el extremo sur del país florece otro polo. Con dos astilleros operando y otros dos en construcción cerca de su principal puerto marítimo, el estado de Rio Grande do Sul tiene excelentes condiciones para aprovechar la oportunidad generada por el petróleo presal, según Vanderlan Vasconcelos, titular de la Superintendencia de Puertos e Hidrovías del distrito.
El estado ofrece una industria metalmecánica ya desarrollada, con 2.100 empresas, 167 del sector electrónico y 300 firmas geoceánicas, la mayoría servida por una hidrovía de 758 kilómetros que permite estrecha la conexión con el puerto Rio Grande y los astilleros, detalló.
Además, las lagunas y ríos locales pueden constituir una nueva red fluvial en el Mercosur (Mercado Común del Sur), con 1.530 kilómetros de extensión, contribuyendo a integrar las economías de Brasil, Argentina y Uruguay, que integran el bloque junto a Paraguay, acotó.
Otra ventaja del puerto de Rio Grande es la relativa proximidad con Sudáfrica y Asia, corroboró Wilen Manteli, presidente de la Asociación Brasileña de Terminales Portuarios, en contraposición a Suape, que está más en línea con Europa y Estados Unidos.
"El ciclo del presal durará 30 años como mínimo", estimó Aloisio Nóbrega, vicepresidente de la Agencia Gaucha de Desarrollo y Promoción de Inversiones. Por eso, una de las prioridades del gobierno de Rio Grande do Sul es la "industria oceánica", como él prefiere denominar a "offshore".
Esa industria no se limita a los astilleros, sino que integra una larga cadena que será beneficiada por el hecho de que este meridional estado cuenta con el segundo mayor parque industrial metalmecánico de Brasil, solo superado por São Paulo, arguyó. Añadió a ello la mejor calidad de vida en esta zona y un mercado de 11 millones de habitantes.
El campo de los hidrocarburos del presal oceánico, lejos de la costa sudeste de Brasil y extendiéndose por 800 kilómetros de largo y 200 de ancho, "necesita embarcaciones nuevas y mas eficientes", además de "instalaciones específicas" para atender sus actividades, aseguró Fernando Fialho, director general de la Agencia Nacional de Transportes Acuaviarios (Antaq).
A pesar de la multiplicación de puertos y astilleros, en Brasil aún urge un mayor esfuerzo y premura, porque los proyectos de infraestructura demandan mucho tiempo debido a la necesidad de sacar licencias ambientales y tener contratos e "ingeniería financiera" a largo plazo, alertó.
La capacitación masiva de mano de obra es otro desafío, acotó Fialho.
"El escenario futuro exige esfuerzos alternativos" y las hidrovías constituyen una prioridad de Antaq, porque llevan el desarrollo al interior del país y "la industria que sirve al presal no necesariamente tiene que estar en la costa", concluyó.