La cooperación de Brasil en el campo diplomático eleva la demanda de autoridades africanas que ven en este país un socio para estructurar sus propios institutos de formación del servicio exterior.
Cada pedido es analizado en particular para evaluar la viabilidad de ofrecer apoyo al país interesado en desarrollar una cooperación en este terreno, dijo a IPS el director general del Instituto Rio Branco, Georges Lamazière, la entidad encargada de seleccionar y entrenar a los diplomáticos brasileños.
"Todos los años ofrecemos un sistema de becas para 15 alumnos extranjeros que van a Brasilia, la mayoría de países lusófonos de África", afirmó el embajador Lamazière.
Otra modalidad reciente es el Curso para Diplomáticos Africanos que dicta la Fundación Alexandre de Gusmão, creada por ley y también vinculada al Ministerio de Relaciones Exteriores.
El curso, en su segunda edición, se realiza entre el 12 y el 23 de este mes en Río de Janeiro, y reúne esta vez a delegados de 11 países anglófonos, además de Angola: Botswana, Ghana, Kenia, Namibia, Nigeria, Sudáfrica, Sudán, Sudán del Sur, Tanzania, Zambia y Zimbabwe.
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Según Itamaraty, el objetivo es consolidar la cooperación Sur-Sur y el intercambio de experiencias, a cargo de ponentes brasileños y africanos.
Eso cree la angoleña Isabel Patrícia Ribeiro, tercera secretaria de cooperación bilateral en el departamento África de la cancillería de su país. "Siempre es bueno buscar experiencia en diplomacia para nuestro país. Hoy Brasil y Angola cooperan en varios dominios, como educación, construcción civil e infraestructura para la posguerra", dijo a IPS.
La joven diplomática, única representante de Angola en el curso, vivió en Brasil ocho años, donde se graduó en estudios superiores de relaciones internacionales. Para ella no hay barreras a la cooperación bilateral ni una acción imperialista de Brasil.
"Un país que pasó por guerras necesita socios, no lo veo como una invasión. Debe haber apertura para que Angola se desarrolle", agregó en referencia a las guerras que sufrió su país desde 1975, tras la lucha por la independencia, y que se extendieron hasta 2002.
Para Bernard Kaporo Legoti, integrante del departamento de Brasil del Ministerio de Relaciones Exteriores de Sudáfrica, el curso brasileño fue, paradójicamente, un camino para acercarse a otros diplomáticos africanos y conocer sus realidades, muy distintas aunque todos vivan en el mismo continente.
"Es una oportunidad de estar más cerca y de conversar sobre otros temas para mejorar y compartir ideas en la diplomacia", añadió Legoti.
Además, Brasil y Sudáfrica, como miembros del foro IBSA junto con India, podrán profundizar la comprensión mutua de los desafíos que enfrentan los sudafricanos en materias como economía, salud y agricultura, destacó.
"Tenemos problemas en el área del sida. Tal vez Brasil pueda compartir más informaciones sobre la distribución de medicamentos. La pobreza también es un punto, Brasil tiene muchas medidas para reducir la miseria. Queremos saber cómo podemos hacerlo también".
Las relaciones entre las tres naciones IBSA no presentan desequilibrios, opinó. "No es una vía de una sola mano. No hay hegemonía de un país entre los emergentes", acotó.
Brasil es la segunda nación en cantidad de población negra después de Nigeria, pues la mitad de su población, de 192 millones de habitantes, se reconoce como tal. El país mantiene relaciones con todos los estados de África, donde tiene 37 embajadas.
Diecinueve de esas legaciones se instalaron en los últimos ocho años, coincidiendo con los dos mandatos del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011), que aceleró el ritmo y la dinámica de las relaciones con esa región.
"Nunca un presidente brasileño había viajado tanto a África como Lula: visitó más de 25 países. Esas visitas de alto nivel abrieron puertas", dijo a IPS el director del departamento de África de la cancillería brasileña, Nedilson Ricardo Jorge.
En el mismo lapso, 28 gobernantes africanos visitaron Brasil.
En esos vínculos se puso en juego una cooperación marcada por la reciprocidad, "de acuerdo con las demandas y necesidades del país que la está recibiendo", en lugar de la "unidireccionalidad" característica de la cooperación Norte-Sur, indicó.
"La cooperación Sur-Sur trae frutos también para Brasil y está basada en la solidaridad y el interés mutuo. Las áreas técnicas brasileñas que más progresan son las que prestan cooperación extranjera", aseveró.
"Tenemos visiones muy distintas de las de ciertos países sobre cómo ayudar a desarrollarse. No creemos que sea por medio de operaciones militares, sanciones, bloqueos u otro tipo de presión. Es por medio de la integración, y no del aislamiento", dijo Jorge.
Brasil de hecho acaba de superar o enfrenta problemas muy semejantes a los de las naciones africanas. "Hay un diálogo más natural, eso es un diferencial importante. Pesa el hecho de que no usamos la fuerza militar", abundó.
Y África se presenta como una región muy prometedora.
De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, de los 10 países con mayor crecimiento anual del producto interno bruto hasta 2015, siete son africanos: Etiopía (8,1 por ciento), Mozambique (7,7 por ciento) Tanzania (7,2), República Democrática del Congo (siete), Ghana (siete), Zambia (6,9) y Nigeria (6,8 por ciento).
No obstante, Brasil todavía enfrenta obstáculos para insertarse en el continente africano, advirtió Jorge.
El obstáculo principal es la falta de conectividad. "Son las conexiones aéreas y marítimas. Sin más rutas aéreas y marítimas realmente estamos llegando a un límite de expansión" del intercambio, dijo.
Más de 70 por ciento de los vuelos internacionales que salen de África siguen hacia Europa y apenas 0,4 por ciento se dirigen a Brasil.