Los esfuerzos de Estados Unidos para erigir fuerzas de seguridad afganas capaces de frenar el resurgimiento del movimiento islamista Talibán afrontan varios retos, desde económicos hasta la renuencia de los pastunes en el sur a integrar un ejército nacional.
El subcomandante general para apoyo regional en la Misión de Entrenamiento de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), Guy "Tom" Cosentino, hizo el martes una evaluación de los progresos y desafíos en Afganistán en materia de seguridad.
"Cuando decimos que (los afganos) van a proveer seguridad, no me refiero a que la guerra va a terminar el 31 de diciembre de 2014", cuando las tropas lideradas por Estados Unidos cedan la responsabilidad de defender el país, dijo Cosentino durante un debate en el centro de estudios no gubernamental Atlantic Council, en Washington.
"El ejército y la policía afganos le brindarán seguridad a su propio pueblo, pero habrá ocasionales ataques", añadió.
El apoyo popular en Estados Unidos a la guerra una década después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington ha decaído, mientras aumentan los costos financieros y humanos del conflicto.
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Aun cuando Estados Unidos comienza a retirar los 33.000 soldados enviados a territorio afgano desde que asumió el presidente Barack Obama en 2009, el número de bajas sigue creciendo.
Agosto pasado fue el mes más mortal de la guerra para las tropas estadounidenses, con 66 fallecidos. En lo que va de este año, las bajas en las fuerzas de Washington llegan a 300, y a 1.750 desde que comenzó la guerra en 2001.
Las esperanzas de Estados Unidos de reducir su personal militar a 10.000 o 20.000 de un contingente actual de 100.000 uniformados dependen en gran medida de poder construir unas fuerzas afganas efectivas.
Luego de un intrincado comienzo, la Misión de Entrenamiento de la OTAN, inaugurada hace casi dos años, trabaja ahora para formar a más de 300.000 policías y soldados locales.
Cosentino dijo que la calidad de las fuerzas estaba mejorando, pero reconoció que la misión todavía tenía varios desafíos por delante.
Uno de ellos es la postura de los pastunes del sur la mayor fuente de reclutas del Talibán—, que ahora constituyen cerca de un tercio del ejército y de la policía, pero tienen poca representación en los altos mandos.
Si bien se sabe que 40 por ciento de los oficiales del ejército son pastunes, Cosentino afirmó no conocer el porcentaje de los que son originarios del sur.
Los tajiks, grupo étnico del norte que constituye solo 25 por ciento de la población afgana, están representados en 39 por ciento de los cargos oficiales del ejército. Los pastunes conforman 44 por ciento de la población afgana.
Solo 14 por ciento de los afganos entre 18 y 40 años (el principal sector de reclutamiento) saben leer y escribir, y la situación "es peor en el sur", dijo Cosentino. Debido a esto, el entrenamiento básico tanto para el ejército como para la policía incluye clases de lectura.
Y retenerlos en las filas "es todavía un desafío", señaló Cosentino. La tasa de bajas en el ejército fue de 32 por ciento en 2010.
La deserción, explicó, en parte se debe a que no hay ley que obligue a los uniformados a permanecer en las filas una vez que firmaron para ingresar, a diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos y otras naciones.
Para compensar la renuencia de los pastunes del sur a integrar las fuerzas nacionales, la OTAN promueve el reclutamiento de policías locales en una suerte de réplica de los "Hijos de Iraq", milicia conformada por sunitas que no deseaban integrarse al ejército iraquí, dominado por los miembros de la rama chiita del Islam.
Matthew Hoh, ex comandante de una compañía de infantes de marina de Estados Unidos y ahora director del Grupo de Estudio sobre Afganistán, dijo a IPS que Washington no podría superar la hostilidad local a su intención de crear un ejército nacional.
El experto opinó que había un resurgimiento del Talibán, reflejado en el creciente número de explosivos improvisados colocados contra objetivos de las fuerzas estadounidenses y afganas, así como en la resistencia del grupo a participar de negociaciones para una solución pacífica al conflicto.
En un mensaje con motivo del final del mes sagrado musulmán de Ramadán, el líder del Talibán, el mulá Omar, que se cree está en Pakistán, señaló: "El enemigo ha sufrido más bajas en almas y en equipamiento este año que el anterior".
Omar aludía a la muerte de 30 soldados estadounidenses, incluyendo integrantes de grupos de elite de la Marina, en el accidente de un helicóptero el 6 de agosto, y el asesinato el 12 de julio de prominentes oficiales afganos, entre ellos Ahmad Wali Karzai, jefe de la provincia de Kandahar, y el medio hermano del presidente Hamid Karzai.
Omar no hizo mención a la muerte del líder de la red Al Qaeda y aliado de Talibán, Osama bin Laden, el 1 de mayo en Pakistán.
*Barbara Slavin, del Atlantic Council, moderó la discusión con el general Cosentino.