La capital británica vive este miércoles una relativa calma tras el fuerte incremento de la presencia policial debido a los graves disturbios que se sucedieron los últimos tres días.
La violencia también afectó a otras ciudades británicas como Manchester, Birmingham y Nottingham.
El estricto control policial para evitar incendios y saqueos en Londres estuvo a cargo de 16.000 agentes el martes y esta madrugada, casi el triple de los destinados la noche anterior, cuando las fuerzas de seguridad se enfrentaron a una muchedumbre.
Pero en el barrio de Dalston no fueron necesarios los escudos antidisturbios ni las sirenas y luces azules porque los comerciantes turcos del lugar, que se negaron a cerrar sus locales, hicieron frente a los saqueadores y montaron guardia en las calles.
La mayoría de los hogares de ese barrio son de bajos ingresos con una fuerte presencia de inmigrantes de origen turco.
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La situación cambió en Dalston el lunes alrededor de las 11 de la noche, cuando los comerciantes decidieron que ya estaban hartos de los saqueos y de la violencia que sacudió a varias partes de la ciudad.
El periodista de Al Jazeera llegó al lugar minutos antes de esa hora para comprobar las denuncias de que jóvenes habían incendiado un autobús y luego saqueado y destrozado comercios y restaurantes de una de las principales calles del distrito. La policía ya había acordonando el vehículo quemado.
Miembros de la comunidad turca, que salieron a la calle tras los disturbios, se mostraron reacios a hablar con la prensa sobre lo que había ocurrido. Pero la ira pudo más y algunos relataron cómo resistieron los saqueos y, luego, vino la verdadera reacción.
Los protagonistas de los desmanes regresaron y deambularon por el barrio. Hubo un intercambio de insultos después de un extraño interludio en que uno de ellos ofreció estrechar la mano a algunos residentes desconcertados, pero se fueron.
Bajo control turco
Fue entonces cuando numerosos turcos, muchos con armas improvisadas, comenzaron la persecución. Sus gritos sólo fueron silenciados por el sonido de las sirenas de los vehículos policiales, esparciendo los escombros acumulados en la calle.
Cuando la policía llegó parecía que la situación estaba controlada. Los comerciantes empezaron a reunirse y festejar.
Desde las ventanas de los apartamentos, la gente les gritaba «¡ustedes son héroes!».
Grupos de comerciantes, algunos armados con palos, caminaron el martes por la acerca de la calle Kingsland High. La policía, cuya presencia era notoria en otras partes de la ciudad, mantuvo un perfil bajo en Dalston.
A diferencia de otras calles importantes de Londres, donde los comercios cerraron sus puertas temprano para evitar grandes daños, en Dalston muchos restaurantes y tiendas desafiaron los intentos de saqueos permaneciendo abiertos.
Algo similar ocurrió en otros barrios del sur como Lewisham y Eltham, donde una radio local informó que unas 2.000 personas estaban «recuperando las calles». En Enfield, en el norte, también hubo represalias menores.
Vecinos agradecidos
La respuesta de los comerciantes de Dalston podría considerarse una peligrosa forma de autodefensa, que a la larga pudiera incitar la violencia entre comunidades. Pero por el momento ellos muestra su orgullo y lo comentan en las redes sociales.
«Nuestros comerciantes locales se negaron a cerrar», comentó una persona. «Familias turcas se alinearon en las calles para repeler a la turba. ¡Qué geniales londinenses!», dijo otra.
«Los residentes del norte de Dalston parecen más ocupados que un sábado de noche con los turcos patrullando ¡Gracias por proteger a Dalston!», escribió otra persona, que añadió, «quién necesita policía antidisturbios cuando tiene comerciantes turcos».
«Digan lo que quieran sobre dejar a los turcos entrar a la Unión Europea, están cuando los necesitamos», comentó otra persona.
En lo que quizá fue un reconocimiento a lo realizado por integrantes de la comunidad turca, Gilbert y George, dos excéntricos artistas que cenan todas las noches en un restaurante turco de Dalston, ordenaron el martes su comida como siempre.