Egipto se sacude vieja estructura sindical

Asestando un duro golpe al viejo orden, se desmanteló la federación sindical que el derrocado presidente egipcio Hosni Mubarak (1981-2011) utilizó para reprimir los movimientos de trabajadores y obtener apoyo para realizar elecciones fraudulentas.

El primer ministro egipcio Essam Sharaf ordenó la disolución del consejo ejecutivo de la Federación de Sindicatos Egipcios para cumplir con un fallo judicial que estipuló que el mismo era ilegítimo porque sus integrantes habían surgido de elecciones fraudulentas.

Activistas por los derechos de los trabajadores sostienen que el consejo estaba repleto de leales al ahora extinto partido gobernante que utilizaron su posición para controlar a los 3,5 millones de integrantes de la entidad.

"Desde su creación en 1957, la Federación fue un brazo del régimen (…) que llevó a cabo las políticas del gobierno, cuando debería haber velado por los intereses de los trabajadores", dijo Tamer Fathy, portavoz del Centro para los Servicios a Sindicatos y Trabajadores.

Bajo el régimen de Mubarak, una legislación laboral draconiana requirió que todos los sindicatos fueran parte de la Federación, y en términos generales prohibió huelgas y negociaciones colectivas a menos que fueran aprobadas por sus dirigentes.
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Según Fathy, la Federación apuntaló al régimen impidiendo que los trabajadores realizaran paros o adoptaran cualquier medida que desafiara al Estado o a sus políticas económicas. También movilizó a grandes cantidades de trabajadores para manifestaciones favorables al gobierno y dispuso autobuses para trasladarlos a los centros de votación durante las elecciones, a fin de que sufragaran por el partido gobernante.

"La disolución del consejo de la Federación fue un serio golpe a los remanentes del régimen", dijo.

Según fuentes del gabinete, la orden del primer ministro buscó implementar un fallo judicial de 2006 que invalidó al consejo de la Federación tras determinar que el año anterior sus líderes habían cometido fraude en sus propias elecciones. El gobierno previo había ignorado el veredicto.

La decisión de aplicar la orden judicial apenas semanas antes de las elecciones previstas para el consejo, parece haber sido impulsada por la evidencia de que los líderes de la Federación pagaron y organizaron a trabajadores para que atacaran a manifestantes pacíficos durante el levantamiento popular de 18 días que puso fin al régimen de Mubarak.

Hubo temores de que los miembros de la Federación volvieran a ser acusados de fraude en las inminentes elecciones parlamentarias y presidenciales.

El desmantelado consejo de la Federación arremetió contra el gabinete por lo que describió como una conspiración para perjudicar los derechos de los trabajadores egipcios.

Ex funcionarios sotuvieron que la orden judicial de 2006 se emitió contra los comités de los 24 sindicatos que forman la federación, no contra el consejo en sí mismo. También dijeron que actuarían legalmente para que se les restablecieran sus puestos.

Esta acción fue ilegal, dijo un ex integrante del consejo que se negó a formular más declaraciones.

Mohammad Trabelsi, experto regional en actividades sindicales en la Organización Internacional del Trabajo, dijo que el poder de la Federación estuvo en declive durante años.

Las varias huelgas que empezaron a fines de 2006 sacudieron a la clase trabajadora de Egipto, silenciosa durante mucho tiempo. Y también desafiaron la autoridad de la Federación e impulsaron los movimientos juveniles que jugaron un rol decisivo en la caída de Mubarak.

La Federación también enfrentó cada vez más desafíos de los sindicatos independientes. Los recaudadores del impuesto a la propiedad fueron los primeros en amenazar el monopolio de la entidad en materia de actividad sindical organizada, declarando un sindicato autónomo en 2009.

Desde entonces, decenas de agrupaciones de trabajadores y profesionales se organizaron en sindicatos independientes.

La mayoría de estas asociaciones se reunieron bajo la Federación Egipcia de Sindicatos Independientes, una entidad paralela que canibalizó a su rival controlado por el Estado.

El ministro de Trabajo, Ahmed El-Borai, manifiesto partidario de los sindicatos independientes, apresuró la caída de la Federación de Sindicatos Egipcios al cortarle su apoyo financiero. En marzo, el funcionario canceló todos los subsidios estatales a los sindicatos, despojando así a la Federación y a sus subsidiarias de casi 15 millones de dólares anuales.

También puso fin a las cuotas sindicales obligatorias, señalando que la membresía debería ser voluntaria.

Con la aparente muerte de la Federación de Sindicatos Egipcios, se especuló con que su lugar lo ocuparía la de Sindicatos Independientes. Pero El-Borai aseguró que esto no ocurriría. Él quiere que la entidad original se reforme y renueve su apoyo a los trabajadores egipcios con nuevos dirigentes.

El ministro designó a un consejo interino integrado por ex miembros de la primera federación, miembros de la oposición y activistas por los derechos laborales, hasta que haya nuevas elecciones.

Para que éstas se realicen se esperará a "tener nueva legislación que organice a los sindicatos según las convenciones internacionales", dijo El-Borai a IPS.

"Espero que este proyecto de ley se apruebe en menos de un mes", agregó.

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