Los neoconservadores de Estados Unidos, en especial el ala más belicista del opositor Partido Republicano, criticaron los recortes en la maquinaria militar que implicará el acuerdo alcanzado entre líderes del Congreso legislativo y el gobierno de Barack Obama para elevar el límite de la deuda.
"Si se mantiene esa política en la próxima década será difícil que Estados Unidos siga siendo la única superpotencia", alertó el editor de The Weekly Standard e ideólogo neoconservador, William Kristol.
"Es el mejor día que hayan tenido los chinos. Este acuerdo encarna un país en decadencia", añadió con sarcasmo.
John Bolton, exembajador de Estados Unidos en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), no fue menos hiperbólico y calificó las posibles consecuencias militares del acuerdo de por lo menos "catastróficas". Su análisis recorrió el lunes los blogs derechistas del país.
"No se equivoquen, el acuerdo es como una daga en el corazón de la seguridad nacional", alertó Bolton, quien ahora trabaja en el American Enterprise Institute for Public Policy Research (instituto empresarial estadounidense para la investigación en políticas públicas).
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Por su parte, los analistas militares más moderados tampoco quedaron satisfechos con el paquete, pero por razones totalmente opuestas a las que esgrimen los también llamados halcones republicanos.
"El acuerdo no llega a frenar el presupuesto militar que, en términos reales, es el más alto desde la Segunda Guerra Mundial (1939-1945)", señaló Lawrence Korb, influyente funcionario del Pentágono durante el gobierno de Ronald Reagan (1981-1989) y que actualmente trabaja en el grupo de estudio Center for American Progress (centro para el progreso estadounidense).
"A corto plazo, el presupuesto presentado por el presidente y legisladores influyentes le da total libertad al Pentágono", se lamentó William Hartung, director del proyecto de seguridad sobre armas, del Center for International Policy (centro de política internacional).
El gasto militar se reducirá en menos de uno por ciento como máximo en los próximos dos años y los recortes mayores cobrarán vigencia en 2013, apuntó.
El paquete legal debe ser aprobado por ambas cámaras del Congreso legislativo y promulgado por el presidente Barack Obama este martes para asegurar que el país pueda seguir pagando sus compromisos.
El acuerdo elevará el techo de la deuda de 14,3 billones de dólares e implicará recortes en el gasto federal proyectado de unos 2,4 billones de dólares en la próxima década.
Entre 900 millones y un billón de dólares se ahorrarán en programas discrecionales en los próximos 10 años y no podrán compensarse con el aumento de impuestos ni otras formas de "mejoras" de ingresos.
De ese monto, 350.000 millones de dólares se sacarán del Pentágono; son 50.000 millones de dólares menos de lo que Obama ya le había dicho a altos mandos que previeran.
El ahorro de los restantes 1,4 o 1,5 billones de dólares, que a diferencia del primer paquete se puede lograr reformando el código impositivo, será fijado por una comisión legislativa de 12 miembros, integrada en partes iguales por legisladores republicanos y del gobernante Partido Demócrata.
Tiene plazo para fines de noviembre, justo para las vacaciones del día de Acción de Gracias, para formular un paquete. El Congreso deberá aprobarlo a fines de diciembre.
Pero si la comisión no se pone de acuerdo o alguna de las cámaras no aprueba el paquete, el recorte de 1.200 millones de dólares será automático.
La mitad de los recortes se harán al programa estatal Medicare y otros gastos discrecionales internos. Pero el resto se aplicará al presupuesto de "seguridad", incluido el Pentágono.
Precisamente esa posibilidad alarma a los halcones, que ya se quejaban por los 400.000 millones de dólares menos que ordenó Obama para los próximos 12 años y que aprobó en abril, aunque no con entusiasmo, el exjefe del Pentágono, Robert Gates, y otros altos mandos.
El actual presupuesto básico del Pentágono es de 550.000 millones de dólares, al año, o más. Cuando se sume el costo de las guerras en Afganistán e Iraq, el monto total superará los 700.000 millones de dólares en 2011, o casi el doble de lo que gastaba antes de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.
El presupuesto se diseña sobre la base de una noción que surgió después de la Guerra Fría: Washington debe ser capaz de librar dos grandes guerras convencionales simultáneas. La estrategia es cada vez más criticada dado el grado de participación del país en combates totalmente distintos en la última década.
Con el crecimiento del déficit, en especial tras la crisis financiera mundial que comenzó en Estados Unidos en 2008, se fue instalando un gran debate sobre el futuro del presupuesto para defensa.
La mayoría de los demócratas reclamaron profundos recortes presupuestales.
Los republicanos, en cambio, están divididos entre halcones, como Kristol y Bolton, que sostienen que Washington debe mantener su dominio a toda costa, y los que piensan que la defensa no queda exenta de las necesidades de disminuir los gastos.
"Para evitar reducciones arbitrarias y antojadizas es necesario tener un objetivo estratégico claro", señaló el coronel retirado del Ejército, Andrew Bacevich, quien trabaja en la Universidad de Boston y en los últimos años publicó varios libros criticando la estrategia de Estados Unidos durante la Guerra Fría y a posteriori.
"La gran cuestión no es cuantos miles de millones deben salir del abultado presupuesto del Pentágono", sostuvo.
"Dadas nuestras dificultades económicas y a la luz de las enormes catástrofes de la última década, la pregunta es ¿cuál es el papel adecuado de Estados Unidos en el mundo?", preguntó.
"La repetición de clichés sobre liderazgo global no recortará el presupuesto. Es momento de tomar decisiones difíciles", añadió.