Durante décadas, China fue el receptor de los artefactos y piezas fuera de uso de la industria electrónica mundial. Ahora, pese a las nuevas regulaciones que restringen el ingreso de esos materiales, se enfrenta a la ardua tarea de procesar millones de toneladas de residuos nocivos para el ambiente y la salud.
China, donde cada día aumenta la venta de productos electrónicos, genera 2,3 millones de toneladas de desechos al año, según un informe divulgado en 2010 por el Programa de las Naciones Unidas para el Ambiente (Pnuma).
Lo supera sólo Estados Unidos, que produce tres millones de toneladas al año y cuyos desperdicios en gran parte terminan en China, donde ahora está prohibido importar desechos, pero se tolera.
Este país carece de centros de reciclaje, pese a las mejoras de los últimos años, y recurre a métodos perjudiciales para el ambiente. Algunos desperdicios electrónicos se queman y una gran cantidad de materiales peligrosos se abandonan sin tratamiento, según un informe del China Environment News (noticias ambientales de China).
"China todavía no tiene un sistema adecuado para reciclar y gestionar los desperdicios electrónicos", dijo a IPS el investigador Peng Pingan, del Instituto Guangzhou de Geoquímica, de la Academia de Ciencias Sociales. "Grandes cantidades de dispositivos directamente se queman o se desmantelados en plantas sin licencia", indicó.
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Los desechos se siguen acumulando. Se prevé que este año se producirán 3,5 millones de toneladas, según un estudio de China Construction News (noticias sobre construcción), del Ministerio de Vivienda y Desarrollo.
El estudio del Pnuma proyecta que en 2020 los desechos de computadoras en China serán 400 por ciento más que los de 2007, en tanto los de teléfonos móviles se multiplicarán por siete.
El gobierno comenzó a tomar algunas medidas. El 1 de enero de este año, el Consejo de Estado chino fijó nuevas normas en el marco de las cuales creó un fondo para subvencionar el tratamiento de desperdicios electrónicos, ya sea recuperarlos o eliminarlos.
Pero la legislación todavía está en pañales y las leyes existentes son inadecuadas, indicó Peng. Eso hace que el tratamiento dependa de los beneficios que deja, esté disperso y desorganizado.
Hay 100 empresas e institutos dedicados a la recuperación y la eliminación de desperdicios electrónicos en China. Pero carecen de apoyo político y de plantas de tratamiento eficientes, apuntó.
El estudio del Pnuma insta a los países en desarrollo a mejorar sus plantas de reciclaje. El rubro permite crear empleo, reducir las emisiones de gases invernadero y recuperar una gran cantidad de metales valiosos como plata, oro, paladio, cobre e indio.
Pero no todo es negativo, hubo algunas experiencias exitosas. En Tianjin, una ciudad costera cerca de Beijing, la oficina municipal de ambiente estimó que unos cuatro millones de televisiones, refrigeradores, computadoras, lavarropas y aparatos de aire acondicionado fueron descartados en 2010, unas 38.000 toneladas de desperdicios electrónicos, informó el Diario del Pueblo.
Green Angel, una planta auspiciada por el gobierno de Tianjin, recicló 70.000 electrodomésticos en 2010, bastante por debajo de su capacidad de 200.000 unidades al año.
El mal manejo de los desperdicios tiene consecuencias sobre la salud y el ambiente. Metales pesados como el plomo, el estaño y el bario, pueden contaminar el agua subterránea y superficial. Además se queman los cables eléctricos al aire libre para sacar el cobre, dispersando cancerígenos en el aire.
Numerosos países comenzaron a enviar sus desperdicios electrónicos a China en los años 90, lo que trajo oportunidades y problemas.
Se abrió una posibilidad de obtener beneficios económicos, pero el país carecía de normas para regular de forma adecuada las plantas de tratamiento.
En la ciudad de Guiyu, en la sureña provincia de Guangdong, se registró el mayor grado de dioxinas del mundo, contaminantes perjudiciales para la salud humana, liberadas por la quema de plásticos y tarjetas de circuitos para extraer metales, según una investigación realizada en 2007 por la Academia de Ciencias.
El gobierno trató de impulsar el reciclaje mediante incentivos para que la gente cambiara sus viejos aparatos por nuevos. Las casas de electrodomésticos, como Gome y Dazhong, compraban máquinas usadas que luego vendían con descuento a empresas de tratamiento.
Pero algunas personas se aprovecharon del sistema comprando dispositivos baratos en plantas de reciclaje sin licencia, las que ya les habían quitado los componentes importantes, como cobre, oro o vidrio, y cuando llegaban a los centros registrados ya no tenían valor.
"En reuniones que tuvimos con la competencia, descubrimos que todos teníamos el mismo problema", señaló Lou Yi, de la empresa recicladora Taiding Environmentally Friendly Science and Technology Corp.
Pero el programa sigue siendo esencial para la supervivencia de empresas como las de Lou. "Si el gobierno central deroga esta política vamos a la quiebra", dijo a IPS.