La ugandesa Grace Nafungo Kutosi prefiere caminar 20 minutos y pagar un dólar para atenderse en la Clínica Beatrice Tierney, en la aldea de Bumwalukani, pues resulta menos costoso que trasladarse al centro de salud estatal gratuito.
"Sufríamos mucho. Incluso si lográbamos caminar los siete kilómetros hasta el centro de salud pública, existía la posibilidad de que no te atendieran. Con suerte, las enfermeras te daban Panadol y te decían que te fueras a comprar el medicamento a otra parte. En cambio, en la clínica privada tenemos todo", indicó Kutosi a IPS.
La salud estatal es gratuita desde 2001 en Uganda, pero los pacientes de la aldea de Bumwalukani, en el distrito de Bududua a unos 200 kilómetros de Kampala, prefieren pagar una pequeña suma en la clínica local y asegurarse que serán bien atendidos.
"Puedes venir aquí cuando estás enfermo y estar seguro de que recibirás medicación, lo que no ocurre en los hospitales estatales", señaló Kutosi, mientras esperaba a ser atendida con otras madres, hombres, niños y niñas.
La Clínica Beatrice Tierney fue creada por la Fundación para la Atención Médica Internacional para la Infancia para estudiantes de la Academia Arlington de Esperanza, pero también ofrece asistencia a la comunidad.
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Los residentes de la zona aprovechan el tratamiento que se ofrece a los familiares y no les importa pagar el equivalente a un dólar por visita y por adulto. La atención de los menores es gratuita.
"No es mucho dinero, ya que gastarías más yendo al hospital de Bududa", indicó Kutosi.
Además, la clínica cuenta con un médico voluntario que trabaja con enfermeras. En cambio, en los centros de salud estatales son ellas las que están a cargo y trabajan con una partera, dos colegas asistentes y otro auxiliar.
La presencia de un médico en la clínica atrajo a pacientes de distritos vecinos, desesperados por tener una buena atención, señaló Wilson Mangoye, coordinador de salud de Bumwalukani.
"A veces atendemos pacientes del hospital de referencia que quieren asegurarse los medicamentos", apuntó.
Sam Bulukwa, de 43 años, se trasladó unos 10 kilómetros desde la localidad de Bubiita para ser atendido.
Los servicios en el hospital local son deplorables, en especial para los pobres que no pueden sobornar al personal de salud, indicó Bulukwa. En los centros médicos del gobierno se supone que la atención es gratuita, pero muchos trabajadores extorsionan a pacientes desesperados.
"Los trabajadores de los hospitales estatales no tienen pasión por servir, no te respetan como paciente. Hasta el personal de limpieza te grita, pero no puedes decir nada", relató Bulukwa.
La clínica de la Fundación cobra una pequeña cuota por el servicio, pero no le alcanza para cubrir los gastos.
La médica residente Lisa Umphrey atiende a sus pacientes en un consultorio, por lo general niños y niñas con malaria (paludismo), enfermedades respiratorias, como neumonía y desnutrición entre otras.
Umphrey señala que es muy difícil trabajar en una clínica que carece de recursos.
"Nos vemos obligados a ser creativos para atender a todos los pacientes y tratar muchas enfermedades. Intentamos educar e incidir en las comunidades para evitar que los males lleguen al centro de salud", explicó Umphrey.
La clínica atiende entre 100 y 150 pacientes al día, indicó. La inclusión de programas comunitarios fue exitosa porque la gente ahora entiende las enfermedades y sabe cómo prevenirlas.
El gobierno trató en alguna oportunidad de lanzar programas externos similares, pero no tuvieron éxito por falta de fondos.
La asistencia médica y la infraestructura tienen una carencia crónica de fondos y una calidad muy variable.
El sistema de "costos compartidos", en que el hospital cobra a los pacientes, fue derogado por el gobierno por presión de activistas y dirigentes políticos, quienes pensaban que era muy caro, pues los ugandeses viven con menos de un dólar al día.
En el caso de la clínica, no se viola la normativa del gobierno porque el costo se fijó en acuerdo con la comunidad, explicó Umphrey.
"Utilizamos nuestro servicio de atención externa para educar a la comunidad sobre el concepto antes de comenzar. Lo aceptaron por los servicios que brindamos y porque sintieron que podían contribuir", indicó. Pero se necesita transparencia sobre la utilización del dinero.
"A fin de cada mes informamos a la comunidad qué se hizo con su dinero", explicó. Se utiliza para comprar medicamentos y pagar el traslado de pacientes a otros centros de salud, añadió.