Postergado desde la década de 1970, comienza a ser realidad el proyecto de un submarino nuclear brasileño: estratégico para custodiar riquezas como el petróleo de aguas profundas y para mostrar que este país está a la altura de sus aspiraciones globales.
Unas placas apiladas en el suelo de un galpón de la empresa mixta Nuclebrás Equipamentos Pesados (Nuclep), en Itaguaí, a unos 80 kilómetros de Río de Janeiro, anuncian que se trata de "chapas para submarinos".
Lo confirma la presencia de la presidenta Dilma Rousseff para inaugurar el sábado 16 la fábrica de las estructuras cilíndricas que formarán los cascos de los submarinos, donde cortó simbólicamente la primera placa de acero para producirlos.
"Hoy es un momento especial", dijo Rousseff, poniendo en marcha el Programa de Desarrollo de Submarinos (ProSub) de la armada brasileña, que construirá inicialmente cuatro de estos buques convencionales S-BR con tecnología francesa.
"Brasil da un paso más para afirmarse en su condición de país desarrollado, de país con una industria sofisticada y, por lo tanto, de un país capaz de absorber, dominar y utilizar tecnologías avanzadas", agregó.
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El ProSub nació de un acuerdo alcanzado en diciembre de 2008 entre el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, y el entonces mandatario de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.
En esa alianza, Francia se comprometió a transferir conocimiento tecnológico a las industrias brasileñas concernidas en el desarrollo y construcción de los submarinos.
Además, se comenzó a construir un astillero, una base naval y una fábrica de estructuras metálicas y, según destacó la marina de guerra, más de 30 empresas nacionales comenzarán a producir más de 36.000 piezas.
Brasil creó la empresa Itaguaí Construções Navais, en asociación con el grupo francés DCNS (ex Direction des Constructions Navales et Services), la gigante de la construcción brasileña Odebrecht y la marina nacional con derecho a veto.
El esfuerzo es parte de un plan más ambicioso. Según el Ministerio de Defensa, representa "el primer paso para la construcción de un submarino a propulsión nuclear brasileño (SN-BR)", que se prevé entregar en 2023.
Brasil, que ya domina el ciclo de enriquecimiento de uranio necesario para producir combustible nuclear, quiere utilizar esa tecnología para la propulsión del submarino.
Se trata de una tecnología altamente sensible, dominada hasta ahora apenas por un selecto grupo de países: China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia.
Para el politólogo Mauricio Santoro, de la Fundación Getulio Vargas, se trata del proyecto más importante y simbólico de la armada brasileña en las últimas décadas.
Países desarrollados, como Estados Unidos, consideran la propulsión nuclear fundamental en sus flotas de guerra, dijo Santoro a IPS. Por eso sería "esencial" para Brasil dominar esa tecnología como "prototipo de producción", aplicable después a otros vehículos navales militares como portaaviones.
La marina sostiene que el submarino nuclear es "uno de los más complejos medios navales" concebidos, por sus ventajas tácticas y estratégicas, como su mayor autonomía de inmersión y de velocidad respecto de submarinos a propulsión diésel-eléctrica, que le permiten patrullar por más tiempo áreas más amplias del océano.
Brasil tiene razones históricas, recordó Santoro. El detonante de la participación de este país sudamericano en las dos guerras mundiales del siglo XX fue precisamente el ataque de submarinos alemanes a la marina mercante nacional en el Atlántico Sur, cuando el país no tenía condiciones para defenderse.
Asimismo, argumentan siempre los oficiales de la marina, el resultado de la Guerra de las Islas Malvinas, librada en 1982 entre Gran Bretaña y Argentina por la posesión de ese archipiélago austral, habría sido otro si el vecino sudamericano hubiera tenido una flota de submarinos nucleares para garantizar su defensa.
"Desde el punto de vista estratégico, es tal vez el arma defensiva más eficiente de la marina", subrayó Santoro.
La función de defensa, y no de ataque, es remarcada siempre por el gobierno de Brasil.
"Este proyecto tiene un objetivo fundamental que es modernizar la marina y darle armas para dominar la tecnología de la producción de submarinos a propulsión nuclear, en un cuadro de defensa y no de ataque, porque somos un país comprometido con los principios de paz", destacó Rousseff.
Se trata de una aclaración importante para mostrar que "Brasil no tiene intención expansionista ni agresiva", especialmente en relación a sus vecinos sudamericanos, opinó el especialista en relaciones internacionales de la Universidad Estadual de Río de Janeiro, Williams Gonçalves.
Es un mensaje para "que estén conscientes de que Brasil tiene necesidades estratégicas específicas, pero que no está señalizando una carrera armamentista ni quiere convertirse en una potencia militar", dijo a IPS.
Para Gonçalves, un submarino nuclear se justifica porque las "necesidades estratégicas de Brasil también cambiaron".
Este país de 190 millones de habitantes debe custodiar sus 3,6 millones de kilómetros cuadrados de territorio marítimo, sobre todo a partir del descubrimiento de nuevos yacimientos petrolíferos, situados a gran profundidad y debajo de una capa de sal, que podrían garantizar su abastecimiento y exportación en el futuro.
En palabras de Rousseff, "nada más justo que tengamos en la marina uno de los medios para garantizar la soberanía de este país y la protección de sus riquezas".
Además, añadió Gonçalves, Brasil "tiene cada vez responsabilidades mayores de orden internacional" en asuntos políticos, energéticos, comerciales y ambientales. No es "una potencia militar ni pretende serlo, pero es un actor internacional cada vez más relevante", enfatizó.
Santoro agregó otros motivos estratégicos, como la necesidad de vigilar 95 por ciento de su comercio exterior, que circula por mar.
Un submarino nuclear mostraría "la importancia que tiene para Brasil la agenda de defensa" y la mejora de su capacidad tecnológica.
El analista también mencionó el deseo de Brasil de obtener un lugar permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Necesitaría "de fuerzas armadas más habilitadas para ejercer esa función", opinó.
Santoro, como Gonçalves, cree que el énfasis en la función defensiva del ProSub es "para afirmar esa idea de país tradicionalmente pacífico, que no tiene una agenda expansionista", que "no quiere aumentar su territorio ni conquistar otros países, que no quiere una carrera armamentista ni imperialista".