«Comenzamos con 10 organizaciones y ahora tenemos 22 cooperativas con más de 19.000 integrantes que cultivan y exportan con un enfoque ambiental, social y económico», dice entusiasmado Marvin López, de la Coordinadora Guatemalteca de Pequeños Productores de Comercio Justo.
En América Central, miles de cooperativistas han optado por el esquema de comercio justo, cuyos principios defienden la protección ambiental, la igualdad de género, el respeto a los derechos humanos y el pago de precios que permitan un modo de vida digna para los productores, entre otros beneficios.
La Coordinadora Guatemalteca de Pequeños Productores de Comercio Justo produce al año unos 289.460 quintales de café y 830 toneladas de azúcar, los cuales son exportados, principalmente, a Estados Unidos y Europa, y cuyos ingresos representan una oportunidad para mejorar la calidad de vida de más de 100.000 personas.
"Buscamos una oportunidad para las organizaciones de pequeños productores en la generación de ingresos a través de acceso al mercado especial diferenciado con un enfoque social y económico", dijo López a IPS.
El camino andado no ha sido fácil. La falta de financiamiento, acceso a la tecnología, infraestructura para la producción y falta de conocimientos de mercadeo, son parte de una larga lista de limitantes que les impiden crecer frente al monstruo del comercio global.
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"Tenemos que ser competitivos y trabajar bastante en estos aspectos para asegurar una buena producción y un abastecimiento con los clientes", agregó López, un productor cafetalero del norte del país.
Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala y Belice congregan 43 millones de habitantes, 40 por ciento de los cuales viven en la pobreza.
"El comercio justo viene a favorecer a los pequeños productores porque te garantiza un precio mínimo del producto y te da un pequeño incentivo", dijo a IPS Nelson Guerra, de la Coordinadora Hondureña de Pequeños Productores de Comercio Justo.
El cooperativista recordó que en 2000, durante la crisis del café, los precios del quintal del grano cayeron hasta los 43 dólares en la bolsa de valores de Nueva York. Sin embargo, las cooperativas certificadas de comercio justo lo vendían a 135 dólares.
"Lo que el comercio justo viene a ser para los pequeños productores es un seguro de la venta de su producción que siempre estará arriba de sus costos y que generará utilidades para mantener a su familia el resto del año", explicó.
A esto se debe el empuje que ha tenido en ese país el comercio justo, al punto que, mientras en 2002 producían unos 5.000 quintales bajo este esquema, en la actualidad son 200.000, según el empresario de pequeña escala.
Sin embargo, esta rama del comercio aún es ínfima si se compara con el comercio global en la región.
Según Guerra, de los más de cinco millones de quintales de café producidos en Honduras al año, apenas cinco por ciento es comercializado bajo este esquema, mientras que el resto se hace mediante del modo tradicional, una situación similar a la de sus vecinos.
"Esto se debe básicamente a dos cosas: el 80 por ciento de la caficultura en Honduras está en manos de pequeños productores y es difícil organizarse. De los 105.000 productores de café, solo 10.000 están organizados en cooperativas", dijo.
Y. por otro lado, "está la falta de acceso al financiamiento porque la producción agrícola en el mundo necesita recursos, pero en Honduras, un país con vocación agrícola, solo un banco privado financia 80 por ciento de la producción cafetalera", señaló.
Costa Rica comparte los mismos desafíos. "En relación con el comercio global del país ocupa un porcentaje muy pequeño en las exportaciones, pero poco a poco aumentan sus exportaciones y el número de mercados a los que envían sus productos", indicó a IPS Sonia Murillo, de la Coordinadora Nacional de Comercio Justo de Costa Rica.
Algunos cooperativistas estiman que la producción destinada al comercio justo en ese país, principalmente de café, caña de azúcar, frutas frescas, cacao y banano, no llega ni al uno por ciento.
No obstante, "agrupa a muchos pequeños productores organizados en cooperativas y asociaciones que han mejorado su condición y las de sus comunidades", según Murillo.
Factores como el cambio climático, el comercio global y la falta de políticas de gobierno impiden el despegue de las pequeñas empresas, que han visto en el comercio justo "una tabla de salvación" porque les ofrece un trato diferenciado, agregó.
Pero según los economistas, hay un aspecto clave para que el comercio justo pueda expandirse y es que las grandes economías mundiales deben eliminar los subsidios.
"Los grandes exportadores de alimentos del mundo, como Estados Unidos y la Unión Europea, entregan subsidios a su producción agrícola y eso no nos permite competir en esos mercados", explicó a IPS Pablo Urrutia, de la no gubernamental Asociación de Investigación y Estudios Sociales.
El experto también abogó por la intermediación comercial, reducida al mínimo en el comercio justo. "Hay muchas personas que no tienen acceso a mercados porque no tienen intermediarios, cuando estos son mecanismos que facilitan el comercio", apuntó.
Urrutia también consideró importante otros factores como la competitividad, el mejoramiento de las aduanas y el fortalecimiento de los tratados de libre comercio porque "el comercio justo tiene aquí inmensas posibilidades".