«Si este pueblo herido no se une, seguirá el camino de sus muertos», dijo el poeta Javier Sicilia ante cientos de mexicanos reunidos en el monumento a Benito Juárez en esta ciudad de México, fronteriza con Estados Unidos.
Las palabras de Sicilia eran un mensaje de conciliación hacia el movimiento por la paz con justicia y dignidad que, luego de un recorrido de siete días y 3.400 kilómetros llegó a Juárez —el "epicentro del dolor", la calificó el poeta—, para firmar con organizaciones sociales un "pacto ciudadano" por la paz.
El acuerdo, propuesto el 8 de mayo en el Zócalo de la Ciudad de México, bordeó aquí la ruptura por la decisión del grupo convocante de dar una oportunidad al diálogo con las autoridades.
Finalmente se presentó un documento de trabajo de 70 puntos, entre los que se destacan la desmilitarización inmediata, la eliminación del fuero militar, y la creación de una Ley de Víctimas que establezca un fondo para ellas procedente de los bienes confiscados a la delincuencia organizada y de las prerrogativas de los partidos políticos.
Ciudad Juárez es un símbolo del fracaso de la llamada guerra contra el narcotráfico, lanzada en 2007 por el gobierno del conservador Felipe Calderón. La matanza de Villa de Salvárcar, en la madrugada del 31 de enero de 2010, inauguró una modalidad de violencia que no se había visto aquí.
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La tasa de homicidios en 2010 fue de 234 por cada 100.000 personas.
"Estamos dispuestos a expresar las demandas, reclamos y propuestas sociales como un emplazamiento a los poderes, formales y fácticos, de Estado y de gobierno, no porque tengamos confianza en ellos ni les queramos legitimar, sino porque están obligados a responder a nuestro emplazamiento ético, que es el terreno donde radica nuestra identidad y fuerza", señala en su introducción el texto, que también plantea una ruta de acciones de resistencia civil si no hay respuesta a las demandas.
Con Sicilia firmaron el pacto el Obispo de Saltillo, Raúl Vera, los defensores de derechos humanos Miguel Concha y Óscar Enríquez, el ex vicario de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas, Gonzalo Ituarte, también Leticia Chavarría, del Comité Médico Ciudadano de Juárez, y cientos de víctimas y activistas que participaron en el acto.
La manifestación tuvo réplicas en unos seis estados del país y una decena de ciudades en el mundo, entre ellas Madrid, donde ciudadanos mexicanos se manifestaron en la Puerta del Sol, corazón del movimiento de los "indignados" españoles.
En Estados Unidos, el portavoz del Departamento de Estado (cancillería), Mark Toner, manifestó su apoyo a la propuesta de paz y admitió que la violencia es un desafío compartido entre los dos países.
"Reconocemos que es un desafío que compartimos con México. Y colaboramos tanto en el lado policial como en el lado de la sociedad civil", aseguró Toner.
El gobierno mexicano, a través de la Secretaría de Gobernación (Ministerio del Interior), se declaró listo para el diálogo. La Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) anunció para esta semana el primer operativo conjunto para atacar delitos del fuero común, en el cual participarán más de 300.000 policías locales en todo el país.
"Es el mayor esfuerzo que hayan realizado los estados de manera conjunta, paralela, permanente y coordinada para el combate a la delincuencia", aseguraron el gobernante del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, y el gobernador de Chihuahua, César Duarte.
La caravana por la paz mantuvo la atención de los medios de comunicación y compitió por los titulares con la detención del exalcalde de Tijuana, Jorge Hank, del opositor Partido Revolucionario Institucional (PRI), y del exgobernador de Chiapas, Pablo Salazar. Unos 200 periodistas cubrieron la ruta en sus distintas facetas.
En Ciudad Juárez, el recibimiento fue apoteósico. La gente se apostó en la carretera para verla pasar, y decenas de automóviles colmaron la ciudad para escoltar a los visitantes a Villas de Salvárcar, colonia popular donde fueron masacrados 16 jóvenes en enero de 2010.
"No había visto algo así desde que Indios, el equipo de fútbol local, pasó a la primera división", comentó admirado un reportero local.
"Mi hijo Abraham García fue muerto el 15 de octubre 2009 en esta ciudad. ¿Y sabe para qué ha servido la sangre de su hijo y el mío? Para abonar esta tierra", dijo a Sicilia al pastor evangélico Eduardo García.
Javier Sicilia cambió los versos por la prosa política para movilizar a la sociedad mexicana luego del asesinato de su hijo el pasado 28 de marzo.
El 25 de mayo, las autoridades detuvieron a un hombre que, de acuerdo con los cargos en su contra, pertenece al cartel del Pacífico y fue el asesino de Juan Francisco Sicilia y seis personas más. El poeta manifestó su intención de reunirse con el acusado.
El gobierno de Calderón concentró su estrategia de seguridad en Juárez. En cuatro años, 8.000 agentes federales y 5.000 militares llegaron a esta ciudad a enfrentar a grupos del narcotráfico. En ese plazo, la violencia se multiplicó. Los asesinatos pasaron de 100, en 2006, a 3.100, en 2010.
Más de 200.000 personas abandonaron la ciudad en los últimos dos años. Se ven colonias casi desiertas, con casas vacías y semi-destruidas y negocios cerrados.
La estrategia militar es responsable de los 40.000 muertos registrados en el sexenio, según expertos. El gobierno, en cambio, asegura que sólo uno por ciento son víctimas inocentes, lo que fue contradicho por los deudos en decenas de testimonios recogidos en la caravana.
Pero no hay investigaciones suficientes para distinguir las causas de todas las muertes. Sólo 2 por ciento de los delitos cometidos en este país tienen castigo, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
"Quiero preguntarle al presidente Calderón si su guerra ha valido la pena (…) Yo le digo que es equivocada, que tiene una deuda con estas víctimas, y que no debió haber salido a esta guerra cuando las instituciones nos están mostrando que están podridas porque son cómplices", planteó el propio Sicilia, luego de escuchar en Chihuahua, la capital del estado, decenas de denuncias.
Luego colocó una placa donde fue asesinada en diciembre de 2010 Marisela Escobedo, madre convertida en activista tras el asesinato de su hija Rubí y que fue abatida a las puertas del palacio de gobierno. La caravana por la paz reactivó la esperanza en Juárez.
El viernes por la mañana, Sicilia repitió el mensaje que fue tejiendo en la caravana, que el dolor no se convierta en un muro de lamentos, sino que impulse una transformación política en el Campo Algodonero, donde en noviembre de 2001 fueron encontrados los cadáveres de ocho mujeres.
El caso de esas mujeres derivó en la primera sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos contra el Estado mexicano por violencia de género.
"Exigimos al gobierno que cumpla su trabajo, que dejen de humillar a Juárez", dijo el poeta. "Esto no es un campo de algodones, es un campo de sangre", señaló haciendo un juego de palabras con el nombre del lugar.
Luz María Dávila, madre de dos jóvenes asesinados en Villa de Salvárcar y devenida en un emblema de las víctimas, recogió los tres sentimientos que permearon la caravana, el dolor de las víctimas, la irritación contra los gobiernos y el consuelo surgido de la esperanza de caminar con otros que comparten su dolor.
"Usted sí es bienvenido, señor Sicilia, como no lo era para mí el presidente Calderón, porque no ha hecho nada bien", señaló.
Sicilia convocó a llenar las plazas con los nombres de los muertos "para que no olvide el gobierno, para que no olvide cada uno. Para que México no caiga en la amnesia social".