Los habitantes de la antigua Yugoslavia, donde por casi 50 años rigió un sistema socialista más flexible que en otros países de Europa oriental, gozaban de un alto estándar de vida en comparación con éstos, no necesitaban visa para viajar al exterior y tenían un gobierno participativo. Pero todo acabó hace dos décadas.
En la federación de seis estados que conformaban Yugoslavia, que tuvo un papel preponderante en la creación y marcha del Movimiento de Países No Alineados de la mano de su histórico líder Josip Broz "Tito", estaba permitida la propiedad privada, ya fueran viviendas o pequeños negocios, la educación y la salud eran gratuitas y el empleo seguro.
El 25 de junio de 1991, las repúblicas más desarrolladas, Croacia y Eslovenia, declararon su independencia de forma unilateral de la federación socialista, que Tito gobernó desde 1945 y hasta su muerte en 1980.
Los gobiernos de los dos estados escindidos consideraban al entonces presidente yugoslavo Slobodan Milosevic (1941-2006) como la encarnación del mal que pretendía que estuvieran sometidos al régimen autoritario de Belgrado en un mundo que había cambiado tras la caída del muro de Berlín en 1989.
Milosevic protegía a todos los serbios que vivían fuera del actual territorio de Serbia. Cientos de miles residían en Croacia y en Bosnia. Incluso declaró "todos los serbios deben vivir en un mismo país". "Ese fue el motivo de las guerras de los años 90", dijo a IPS el historiador Predrag Markovic.
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"Con la muerte de 150.000 personas y enormes pérdidas económicas es difícil saber cuáles fueron los beneficios de la independencia para los 24 millones de habitantes de Yugoslavia. Ahora cada uno está orgulloso de tener su propio país, pero falta la sustancia esencial de un estado serio si se los compara con la antigua federación", explicó.
Eslovenia, con dos millones de habitantes, Croacia, con 4,6 millones, Bosnia-Herzegovina, con 4,2 millones, Serbia, con 7,5 millones, Montenegro, con 650.000, y Macedonia con dos millones son lugares bien distintos.
Los tres líderes que encabezaron los países con mayor participación en las guerras de los Balcanes, el presidente de Croacia, Franjo Tudjman, el líder bosnio musulmán Alija Izetbegovic y Milosevic, están muertos.
El más desarrollado de ellos, Eslovenia, es, por ahora, el único miembro de la Unión Europea (UE), a la que ingresó en 2004.
Parece que Croacia le seguirá los pasos en 2013. Montenegro y Macedonia son candidatos. Serbia espera noticias para fines de este año, en tanto Bosnia-Herzegovina no logra recuperarse de la guerra de 1992 a 1995.
"La UE era nuestra única opción natural", dijo a IPS el economista esloveno Joze Mencinger. "Pero tenemos una ínfima incidencia, incluso menor que la de la antigua Yugoslavia", apuntó.
Además de las pérdidas de vidas humanas y de los daños de la guerra directa entre 1991 y 1995, hubo una "pérdida de valores como empatía y solidaridad", indicó el sociólogo Milan Nikolic. "Pero el mundo también cambió desde 1991. Todos tenemos que mirar hacia el futuro", añadió.
Entre las muchas consecuencias devastadoras de la desintegración de Yugoslavia, el factor económico es el más impactante.
La crisis de endeudamiento golpea a todos los países que integraron la federación por las consecuencias económicas de la guerra, en especial Bosnia.
La producción baja, las importaciones altas y la transición a la economía de mercado llevaron a la pérdida masiva de puestos de trabajo. La falta de inversiones extranjeras por la crisis global también golpea duro a estos países.
Eslovenia es la que tiene menos desempleo, alrededor de 10 por ciento de la población económicamente activa. En el otro extremo está Bosnia-Herzegovina con 40 por ciento.
La deuda de los seis países es de 171.000 millones de dólares, comparado con la de Yugoslavia que llegó a 24.000 millones de dólares. Macedonia es la menos endeudada con 2.500 millones de dólares y Croacia la que está peor, con 64.000 millones de dólares.
Salvo en Eslovenia, la producción no llegó a los volúmenes de 1989, el mejor año previo a la guerra, según analistas.
"Si no hubieran habido guerras, hace tiempo que Yugoslavia estaría en la UE y el desarrollo por lo menos se habría duplicado comparado con 1989", sostuvo Nikolic.
Pero esos conceptos no significan gran cosa para mucha gente. Una gran cantidad de jóvenes casi no saben de Yugoslavia, pues los libros de historia difieren sobre los hechos y dan un panorama superficial de lo sucedido.
"No sé qué es Dubrovnik", dijo Bojan Stancic, de 22 años, desde Kraljevo, Serbia, al ser consultado por IPS sobre el balneario más famosos de la costa croata del mar Adriático.
"¿Es Croacia? Es un país extranjero que planeo visitar algún día", añadió.
Pero también hay muchas personas mayores que tienen vínculos que datan de la época de la antigua Yugoslavia.
"Tengo familia en Belgrado y voy a visitarla", señaló Dara Buncic, de 65 años, jubilada de Zagreb. "Tiene el perfil de capital de gran país. Ahora somos todos pequeños, pero le digo a mis amigos que visiten Belgrado. Es parte de nuestra historia común, sin importar cuán orgullosos nos sintamos de que Croacia sea independiente", añadió.
"Desde los dos años hasta los 20 pasaba dos meses en la costa croata", señaló Sasa Jaksic, residente de Belgrado de 55 años.
"Tenemos familia allí. En los 35 años de Yugoslavia puedo decir que pasé casi seis en Croacia. Nadie me podrá sacar eso ni los recuerdos de los buenos tiempos de entonces", añadió.