«Hoy lanzamos en el Caguán la nueva campaña por la desmovilización. Semillas de esperanza contra el terror de las FARC», escribió en Twitter el ministro de Defensa de Colombia, Rodrigo Rivera. Se trata de la zona sureña donde el 7 de este mes fueron secuestrados tres contratistas chinos y su traductor.
Zhau Hong, Yang Jing y Tang Guo Fu, interceptados en el amazónico valle del río Caguán por las insurgentes FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), trabajan para la corporación Emerald Energy, con sede en Gran Bretaña y filial del gigante petroquímico chino Sinochem. Del traductor no se pudo confirmar aún su identidad ni nacionalidad.
[related_articles]El paraje donde fueron secuestrados es harto conocido para los periodistas, pues está en el trayecto entre el poblado San Vicente del Caguán y el corregimiento Los Pozos, sede este último desde enero de 1999 y por tres años del fracasado diálogo entre el gobierno de entonces de Andrés Pastrana (1998-2002) y las FARC.
Tras el fin de las conversaciones en febrero de 2002 estallaron de nuevo las hostilidades, ya con dinero y participación estadounidenses en apoyo de las fuerzas gubernamentales. Las fumigaciones antidroga del llamado Plan Colombia forzaron al desplazamiento de sus hogares de centenares de miles de cocaleros que conformaban una potencial población de apoyo a la guerrilla.
Los bombardeos de las primeras horas en esa ocasión de la Fuerza Aérea Colombiana sobre Los Pozos fueron registrados por los satélites brasileños que monitorean la quema de bosques en la Amazonia como una gran mancha de calor, más devastadora que todos los incendios detectados, juntos y multiplicados.
Seis meses después, y hasta agosto de 2010, sobrevinieron dos mandatos del presidente derechista Álvaro Uribe, quien centró su administración en golpear a las FARC.
Estas se replegaron inicialmente, pero en 2005 volvieron a circundar las cabeceras municipales, aunque la fuerza pública se estableció y permanece en dichos centros urbanos.
Vinieron luego operaciones militares masivas y de largo aliento: el Plan Patriota, seguido del Plan Consolidación, a los que terminó adaptándose esta guerrilla campesina comunista que desde 2008 comanda el antropólogo bogotano que lleva como nombre de guerra «Alfonso Cano».
[pullquote]1[/pullquote]Bajo su dirección, desde hace un año y medio, las FARC dispusieron una reestructuración, «que solo se comenzó a sentir en agosto», en coincidencia con el comienzo del gobierno de Juan Manuel Santos, ex ministro de Defensa de Uribe, dijo a IPS el analista militar Ariel Ávila, del Observatorio del Conflicto Armado del centro de pensamiento Nuevo Arco Iris.
San Vicente del Caguán-Los Pozos es circundado al occidente por una columna de fuerza de élite guerrillera denominada Teófilo Forero, al norte por el Frente Yarí, al sur por el Frente 15 y al oriente por tres columnas del Frente 14 de las FARC.
Pero la selva donde se perdió el rastro de los chinos y de su traductor es aún más compleja.
A la zona está penetrando el paramilitar Ejército Revolucionario Popular Anticomunista (Erpac), creado por alias «Cuchillo», un narcotraficante abatido por la policía en diciembre y que llegó a asistir a los consejos de seguridad locales que convocan las autoridades civiles y militares para abordar asuntos del conflicto armado.
¿Y los militares? La búsqueda de los rehenes chinos y de su traductor está a cargo de la Fuerza de Tarea Omega, una poderosa unidad combinada y altamente entrenada. Frente al Erpac, «total complacencia», estimó Ávila.
Tierra de petroleras y mineras
Sobre la cuenca del Caguán avanzan dos de las «locomotoras» de los planes económicos de Santos: minería e hidrocarburos.
Los paramilitares del Erpac quieren ser los intermediarios de las petroleras que, a su vez, subcontratan a empresas locales.
«Hay una especulación brutal» con la tierra, advirtió Ávila, los hombres del Erpac llegaron a comprar predios o a desplazar campesinos para arrebatársela, «como pasó en la Costa Atlántica hace 10 años», una de las regiones con mayor número de víctimas de la ofensiva ultraderechista de entonces.
Como en toda la inmensa Orinoquia, con pocos habitantes y casi nulo Estado, la propiedad de la tierra no ha sido formalizada. Los campesinos la poseen, pero no cuentan con títulos, situación que facilita el despojo.
Y en esa escena entran las FARC con su reestructuración, que les exige más fondos para una ofensiva armada. Su práctica es cobrar un «impuesto» a las empresas petroleras.
En la zona donde ocurrió el secuestro de los chinos, la guerrilla de izquierda echó a rodar el rumor: «Vienen petroleros. Y vienen con paracos (paramilitares de ultraderecha). Y no vamos a dejar que esto pase», escuchó Ávila en un reciente viaje allí, aunque él subraya que para las FARC no se trata de defender a la gente y el dinero es la prioridad.
El regulador colombiano Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), creado por Uribe, organiza periódicamente la «Ronda Colombia», en la que se entregan pozos petroleros.
El investigador de Nuevo Arco Iris sostiene que las petroleras, gracias a esta mecánica de acceso a la tierra, «están corrompiendo a todo el mundo» en el área, ya sean alcaldes, gobernadores departamentales y hasta gobernadores indígenas.
Para Ávila, la situación semeja «el oeste americano (estadounidense) hace dos siglos y medio, es decir que es tierra de nadie y la consigna es sálvese quien pueda».
«Ese proceso de desinstitucionalización ha causado que las FARC se vuelvan héroes para una parte de la población, que estaba muy cansada de la guerrilla pero que ahora la ve como una salida», sentenció.
«En ese marco, las FARC se están tomando la vocería de las comunidades», agregó. El secuestro de los empleados de Emerald Energy «es un mensaje».
¿Y el gobierno chino? Portavoces dicen que se está haciendo todo para la libertad de sus ciudadanos.
¿Y el gobierno colombiano? Sin precisar, advierte que expulsará del país a toda empresa que pague extorsión (o rescate) a la guerrilla. Nada dice del Erpac y, mientras, aspira a cosechar muchos guerrilleros desmovilizados.