Macadamia salva a productores dominicanos

Los árboles de macadamia empleados para reforestar zonas dominicanas devastadas hace 32 años por el huracán David, son ahora una vía para sacar de la pobreza a pequeños cafetaleros de este país caribeño.

El huracán David azotó República Dominicana en 1979 con la etiqueta de "tormenta categoría cinco". Mató a 2.000 personas y arrasó 70 por ciento de la agricultura del país.

En 1980, el empresario local Manuel Arcenio Ureña, junto con la organización ambientalista dominicana Plan Sierra, introdujo el árbol de macadamia, originario de Australia, como medio para reforestar la isla y recuperar la tierra erosionada. Esto último se logra gracias a que el árbol echa raíces a poca profundidad.

Durante 15 años, estos árboles simplemente se plantaron. Empezaron a producir nueces, pero las cáscaras eran muy duras y no se conocía su contenido.

Como no había mercado para ellas, se dejaba que las nueces de la macadamia –las más caras del mundo— se pudrieran en el suelo.
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Como se consideraba que los árboles no tenían ningún valor, los campesinos empezaron a talarlos y usarlos para hacer carbón.

Entonces llegó Jesús Moreno, fundador de la empresa local Helados Bon, quien estaba comprometido con la preservación de la ecología de su país. Introdujo el helado de nuez de macadamia como sabor base de una línea gourmet de estas golosinas y así creó un mercado seguro para las nueces.

Diez años después, en 2005, la producción local de macadamias excedió el mercado de los helados, y Moreno comenzó a empacar las nueces comercialmente bajo la marca "La Loma".

Actualmente se venden pequeñas latas de las delicadas nueces en tiendas de productos finos y comercios para turistas. Su eslogan es: "Cultivadas con amor en la República Dominicana".

Pero Moreno vio la posibilidad de que este árbol pudiera hacer más aún por su país.

Al crecer, la macadamia llega incluso a 15 metros de altura, y por lo general empieza a producir nueces al cumplir seis años. El primer año, un árbol puede generar 18 kilogramos de nueces.

Como sus raíces son bastante superficiales, puede plantarse al lado de cafetales ya existentes, que le brindan la sombra necesaria.

Moreno pensó que esto podría beneficiar a los 10.000 pequeños productores de café, que son pobres y habitualmente poseen predios de menos de una hectárea. La nuez de macadamia podría sacar de la pobreza a la generación actual y a las futuras.

Conduciendo el camión de la empresa por las lluviosas colinas del central Bonao, Edison Santos, gerente general de La Loma, habló sobre los árboles con el entusiasmo de alguien que descubrió oro.

"Tenemos un plan de negocios para la agricultura sustentable. Cultivamos los árboles en un vivero hasta que tienen dos años y luego se los damos a los pequeños productores de café junto con el apoyo técnico que necesitarán", dijo a IPS.

"Les aseguramos que les compraremos las nueces. Actualmente pagamos 2,70 dólares el medio kilogramo. Tenemos que capacitar a los agricultores y ayudar a cuidar los árboles jóvenes, dado el tiempo que les llevará producir nueces. Pero luego de eso las producirán durante 100 años", explicó.

"No necesitan muchos cuidados, simplemente fertilización cada seis meses y protección de las ratas, a las que les encanta comer las nueces", continuó.

"Pero las nueces en sí son fáciles de preparar para el mercado, ya que se secan solas en el árbol y no hay que ocuparse de ellas, como ocurre con los granos de café", agregó.

En un predio de una hectárea, un agricultor puede plantar unos 200 árboles, para una primera cosecha de 2.500 dólares, con la posibilidad de que el futuro rendimiento se acerque a los 21.000 dólares anuales según los precios actuales. Dado que la mayoría de estos agricultores ganan menos de un dólar al día, esos números parecen una fantasía.

Pero hay agricultores que ya han visto los resultados.

Servio Martínez cultiva árboles de macadamia desde hace 12 años. Plantó 250, pero no todos a la vez.

"Empecé a cultivar estos árboles dentro de mi plantación de café", dijo a IPS. "Estoy muy satisfecho con este proyecto, así que cuando alguien me pregunta yo digo que de algo estoy seguro: tengo una plantación con un producto que definitivamente tiene un futuro seguro. Así que aliento a otros agricultores a unirse al proyecto".

El año pasado, Martínez vendió nueces por 8.000 dólares. No todos sus árboles dan frutos todavía.

El proyecto La Loma ha contado con asistencia financiera internacional, para que los cultivadores puedan recibir los árboles y la ayuda técnica gratuitamente. Pero Santos explicó cómo planean sostener la iniciativa.

"Hemos diseñado una pequeña caja con un árbol de plástico, que tiene la historia de nuestro proyecto registrada. Estamos seleccionando hoteles en los cuales colocarlas. Entonces los turistas que se alojen allí podrán convertirse en patrocinadores de un árbol en particular", dijo.

A cambio, "los hoteles recibirán las cáscaras de las nueces, que son muy duras y hermosas, para usarlas" como decoración en sus jardines.

"Luego, cuando los árboles de un agricultor estén produciendo, le devolverá al proyecto el costo original de sus plantas, en el curso de cinco o seis años, para que podamos dar árboles a otros cultivadores", explicó.

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