Miles de seguidores recibieron este sábado al expresidente de Honduras, Manuel Zelaya, derrocado hace casi dos años por un golpe de Estado cívico militar, y exigieron la «refundación» del país.
Zelaya regresó desde República Dominicana, donde estuvo exiliado 16 meses.
"Vengo a vivir aquí, a morir en mi tierra", declaró Zelaya, flanqueado por el canciller de Venezuela, Nicolás Maduro, su familia y varios de sus exfuncionarios que abandonaron el país después del golpe, mientras su madre y su esposa lloraban y se abrazaban.
También lo acompañaban el expresidente de Panamá, Martín Torrijos, y la senadora colombiana Piedad Córdoba, además de representantes de delegaciones humanitarias y políticas de América Latina y Europa.
La llegada del exgobernante, quien goza de una amplia simpatía popular, se demoró más de tres horas.
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Los ansiosos seguidores, agrupados en el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), montaron una vigilia desde la noche del viernes y organizaron actos culturales en la plaza "Isis Obed", denominada así en honor a uno de los mártires del golpe, asesinado el 5 de julio de 2009, cuando el infructuoso intento de Zelaya de llegar a Tegucigalpa en avión.
Música contestaria, rostros tatuados con la figura del "Ché" Guevara, banderas rojo y negro y rojo y blanco de su partido, el opositor Liberal, dieron color y calor a la bienvenida, mientras a una distancia de al menos cinco kilómetros, cordones de policías y militares resguardaban los alrededores de la plaza, a petición de los organizadores del recibimiento.
Antes del discurso de Zelaya, la gente gritaba "sí se pudo, sí se pudo".
"Estoy aquí gracias a ustedes, a su lucha, a su esfuerzo, pero también a la voluntad del presidente (Porfirio) Lobo y de la comunidad internacional, porque sino hubiera habido voluntad política, esto no sería posible y lo reconozco", declaró.
"Vengo lleno de optimismo y esperanzas a buscar salidas y espacios a la crisis que generó el golpe, sin olvidar a los mártires caídos en este proceso de crisis", apuntó, tras destacar la mediación de Colombia y Venezuela.
"Vamos a la búsqueda del poder de la nación y vamos a una cruzada para organizar políticamente al frente de resistencia y dar la batalla política por volver al poder y transformar a Honduras", añadió.
Durante el discurso, muchos de los simpatizantes se desmayaban producto de la deshidratación, la falta de alimento y las largas horas de viaje que hicieron para estar en el recibimiento de su líder, precedido de una ligera llovizna.
Zelaya se trasladó luego a la casa de gobierno donde el presidente Lobo lo esperaba con el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, además de la canciller de Colombia, María Ángela Holguín, quien junto con su par de Venezuela fueron los mediadores del llamado "Acuerdo de Cartagena", que permitió su retorno y el de sus allegados.
El acuerdo también permitió prebendas políticas a sus partidarios del FNRP para constituirse en una opción política viable dentro del sistema político hondureño.
El retorno de Zelaya es el elemento que faltaba para la readmisión de Honduras a la OEA, de la que fue suspendida tras el golpe de Estado. La formalización del reingreso está prevista para la semana próxima, pese al voto en contra de Ecuador que arguye que antes hay que castigar a los responsables del episodio de junio de 2009.
La readmisión de Honduras a la OEA "no se puede alargar ya que el país ha cumplido con todos los requisitos exigidos por la comunidad internacional y el Acuerdo de Cartagena", señaló el jurista internacional Roberto Herrera Cáceres.
Fue una muestra de un "pacto de caballeros" que no puede ser sujeto de adiciones a lo interno de la OEA como quiere Ecuador", añadió.
Con la llegada de Manuel Zelaya "se abre otra página en el país y su presencia marcará el contexto político interno, pero para la OEA y la comunidad internacional, la página quedará cerrada. Habrá ahora que revisar la Carta Democrática de la organización porque la crisis de Honduras fue mal manejada", dijo Herrera a IPS.
El Acuerdo de Cartagena deja muchas dudas, en especial en materia de derechos humanos. Organizaciones de la sociedad civil advirtieron que las violaciones perpetradas durante la crisis política no deben quedar en la impunidad.
Bertha Oliva, del Comité de Familiares Detenidos-Desaparecidos en Honduras (Cofadeh), saluda el regreso de Zelaya, pero siente un "sabor amargo".
"No vemos claridad sobre cómo y cuándo se va a castigar a los responsables de los delitos de lesa humanidad cometidos durante y posterior al golpe", dijo a IPS.
El Cofadeh, junto a otras 20 organizaciones humanitarias hondureñas e internacionales, envió una nota a los miembros de la OEA solicitando que no aprueben el reingreso de Honduras porque "no están dadas" las condiciones.
También anunciaron nuevas medidas de lucha para impedir que se afiance la impunidad en el país.
"Hoy es el inicio de un nuevo capítulo que reposiciona el liderazgo de Zelaya, pero no es la solución a la crisis del país, hay que esperar otras batallas, ahora en el plano del debate y de las propuestas políticas", dijo a IPS el analista político Raúl Pineda.
Manuel Zelaya fue derrocado el 28 de junio de 2009 cuando promovía una consulta popular para reformar la Constitución, pese a tener impedimentos legales.
El viernes Zelaya se despidió del presidente de República Dominicana, Leonel Fernández, con quien se trasladó de Tegucigalpa a ese país en calidad de huésped distinguido el 27 de enero de 2010, cuando asumió Lobo.