El gobierno español conserva activas las máximas medidas de seguridad antiterroristas impuestas el domingo tras conocerse la muerte del líder radical islámico Osama bin Laden, sin descartar acciones excepcionales para proteger el país y a sus embajadas en el norte de África.
"España tiene un nivel de alarma antiterrorista alto, por razones evidentes y pensamos que es suficiente para garantizar la seguridad, aunque ello no quiere decir que no se adopten medidas especiales", confirmó el vicepresidente del gobierno de España y a la vez ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Las "razones evidentes" a que alude el funcionario del gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero son los atentados atribuidos a radicales islámicos en Iraq y en los países del norte de África, el último de los cuales se perpetró el 28 de abril de la ciudad turística de Marraquech, en el occidente de Marruecos.
Otra razón es que, después de los disparos contra un policía francés y del hallazgo de muchas armas y explosivos en su poder, el gobierno no acaba de fiarse del alto el fuego declarado en enero por ETA, el grupo armado independentista del País Vasco con más de medio siglo de atentados en su haber.
"No levantaremos la guardia hasta que ETA (Euskadi ta Askatasuna, Patria Vasca y Libertad en vascuence) se disuelva y entregue las armas", declararon a IPS fuentes del Ministerio del Interior, que recuerdan los anteriores 18 treguas declaradas por esta organización y como, hasta ahora, siempre incumplieron sus promesas de paz.
[related_articles]
Las mismas fuentes confirmaron a IPS que, inmediatamente después del asesinato de Bin Laden, en Pakistán a manos de un comando estadounidense, salieron hacia Marruecos, Argelia, Túnez, Egipto y otros países árabes miembros del Grupo Especial de Operaciones de la policía española, especializados en acciones de alto riesgo, para resguardar embajadas y consulados.
Sin embargo, las medidas excepcionales en España apenas son visibles en el reforzamiento de la seguridad en embajadas y ministerios y por controles policiales nocturnos que el ciudadano atribuye más a la desarticulación de ETA y a la búsqueda de conductores ebrios que al temor de una posible presencia en el país de comandos de la red Al Qaeda, que lideraba Bin Laden.
La campaña electoral para las elecciones municipales y autonómicas a realizarse el 22 de este mes propicia un clima de normalidad, que se acentuó tras el comienzo de la temporada turística, que este año aparece especialmente activa gracias a que las revueltas en los países árabes han desviado la oleada de extranjeros hacia España.
Esta "pax romana" no puede obviar el recuerdo, presente en ciudadanos y gobierno en España, del atentado del 11 de marzo de 2004 contra los trenes de cercanías en la estación de Atocha, en Madrid, que causó la muerte a casi 200 personas y heridas a 2.000.
Los informes de la policía española y de la internacional (Interpol), el auto judicial y las posteriores sentencias probaron que ese atentado múltiple fue planificado y ejecutado por una célula de Al Qaeda y que formaba parte de una estrategia iniciada en el 11 de septiembre en Nueva York y Washington, con continuidad en el ataque contra el tren subterráneo de Londres en julio de 2004.
Por otra parte, el gobierno y la policía de España tienen datos sobre la fijación del terrorismo islámico en cinco naciones europeas, entre las que figura este mismo país, Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia. A estos se les ha sumado en los últimos años Bélgica, por ser sede de la Unión Europea, además de Holanda y Suecia, por la presencia allí de grupos antiárabes.
La presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, Ángeles Pedraza, al tiempo que "aplaude la ejecución de Bin Laden por parte de soldados estadounidenses, alertó que "hay que estar pendientes de posible represalias del terrorismo islámico". Esta entidad está integrada mayormente por heridos y familiares de los fallecidos en el atentado de Atocha.
Fernando Reinares, investigador sobre el terrorismo internacional del Real Instituto Elcano y catedrático universitario de ciencia política y seguridad, cree que la muerte de Bin Laden "no tiene porque suponer un cambio en la actuación de Al Qaeda".
Recordó, además, que el 29 de abril fueron detenidos tres terroristas en Alemania, que planificaban atentados semejantes a los de Madrid y Londres.
Su opinión coincide con la del juez español Baltasar Garzón, quien declaró en Quito que la muerte de Bin Laden es "una buena noticia pero, desgraciadamente, Al Qaeda encontrará un sustituto y seguirá cometiendo atentados".
Garzón resaltó que la ley de los Estados debe ser la misma ante estos casos de delitos internacionales y que se debe actuar de modo coordinado, contundente y, fundamentalmente, "dentro de los límites de la ley".
Estas declaraciones coinciden en España con dos noticias relacionadas con el tema. Una es la inesperada visita del rey Juan Carlos a Marraquech para solidarizarse con las autoridades de Marruecos, tras el atentado del 28 de abril en la plaza de la Yema y el café Argana, lugares de habitual presencia de turistas españoles.
La segunda información que ocupa las primeras planas es la legalización de las listas electorales vascas de la nueva agrupación política Bildu.
El fallo del Tribunal Constitucional, en discordancia con el veto resuelto por la fiscalía del Estado y el Tribunal Supremo de Justicia por considerar a Bildu dependiente de ETA y de su brazo político Batasuna, ha sido acatado por los gobiernos vasco y el de España, pero fuertemente criticado por el centroderechista Partido Popular, el principal de la oposición.
La coalición separatista podrá participar, con 254 candidaturas, en las elecciones del día 22 en el País Vasco y Navarra. Para los más pesimistas supondrá la presencia y vigilancia de ETA en las instituciones del Estado, pero para los más optimistas implica la desaparición definitiva del grupo armado.
Habrá que esperar a que, algún día, ETA y Al Qaeda sean solo reliquias del pasado.