En un lapso de 24 horas el canciller turco Ahmet Davutoğlu se reunió esta semana con un delegado de Libia, despachó un alto funcionario a Trípoli y viajó a Bahrein y Siria, todos regímenes que intentan sobrevivir a la imparable «primavera árabe».
Se trató de una acción típica del máximo diplomático de Turquía. Desde Libia hasta Irán y de Gaza a Afganistán, Turquía ha intervenido en crisis que han frustrado a naciones más poderosas.
Sin embargo, hasta ahora el logro diplomático más concreto de Ankara fue la liberación, el mes pasado, de cuatro periodistas de The New York Times que se encontraban en manos del régimen del líder libio Muammar Gadafi.
El Partido Justicia y Desarrollo (AKP) gobierna Turquía desde 2002, y obtuvo en 2007 una victoria sin precedentes, con 47 por ciento de los votos. Pero sus raíces islámicas pueden tener menos peso que el nacionalismo y el interés por el crecimiento económico.
Lo que algunos funcionarios turcos han calificado de "neo-otomanismo" está más cerca de un "neo-Gaullismo", dijo Omer Taspinar, director del programa sobre Turquía en la Brookings Institution, con sede en Washington.
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El rol de Turquía no refleja tanto el deseo del país de mejorar las relaciones con los vecinos musulmanes como "el orgullo nacional y una sensación de grandeza" de los turcos, señaló Taspinar.
"Hay una nueva confianza en sí mismos que linda con un orgullo desmedido", agregó.
Varios factores han contribuido con esa confianza. Turquía, que se manifestó en contra de que soldados de Estados Unidos invadieran Iraq desde suelo turco, se benefició de la percepción de que había elegido sabiamente. Y también se las arregló para restablecer sus cercanos vínculos con Bagdad e incluso con el gobierno autónomo de Kurdistán.
La oposición de Francia y Alemania a una rápida integración turca a la Unión Europea empujó a Turquía hacia Medio Oriente, Rusia y Asia, en un viraje que ahora parece profético dados los problemas económicos de Europa y el crecimiento turco de nueve por ciento anual.
El producto interno bruto (PIB) turco por persona se quintuplicó a unos 10.000 dólares desde que el AKP llegó al poder, cumpliendo el principal objetivo interno del partido.
Por otro lado, regímenes árabes esclerosados, combinados con los contratiempos causados por Estados Unidos, dejaron un vacío diplomático en Medio Oriente.
Turquía fue bien vista entre los árabes hace dos años, cuando condenó duramente la ofensiva de Israel contra Gaza. Sin embargo, eso debilitó su potencial como mediadora entre israelíes y palestinos.
Las relaciones con Israel se deterioraron, llegando casi a un punto de quiebre luego de que, el 31 de mayo de 2010, el Estado judío atacó el barco de bandera turca Mavi Marmara, que lideraba una flotilla humanitaria de seis navíos que intentaba romper el bloqueo a Gaza, mientras navegaba en aguas internacionales. Murieron al menos nueve civiles, ocho de ellos turcos.
Funcionarios turcos sostienen que en 2008 estuvieron cerca de mediar un acuerdo entre Israel y Siria y que podrían haberlo logrado de no ser por la ofensiva de Israel en Gaza.
Los turcos también se muestran sensibles ante las críticas a sus esfuerzos del año pasado por mediar un acuerdo con Irán para comerciar 1.200 kilogramos de uranio empobrecido a cambio de combustible para un reactor en Teherán destinado a la investigación en isótopos médicos.
Para cuando Teherán accedió a lo que inicialmente había sido una propuesta de Estados Unidos, ya había acumulado un arsenal más grande de uranio empobrecido y el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas estaba por aprobar una nueva resolución para imponer sanciones.
Al tiempo de rechazar la "declaración de Teherán" mediada por Turquía y Brasil, Estados Unidos y sus aliados diplomáticos accedieron a dialogar con Irán en Estambul a comienzos de este año, pero no se logró ningún avance.
El desafío más reciente para la diplomacia turca —la ola de levantamientos por la democracia en el mundo árabe— alentó una mayor actividad, pero también dio lugar a una serie de evasivas.
El primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan estuvo entre los primeros líderes extranjeros que exigieron la renuncia del presidente egipcio Hosni Mubarak.
Pero en cuanto a Libia, donde Turquía posee contratos de construcción por miles de millones de dólares, llamó a un cese del fuego que pudiera dejar a Gadafi en su puesto.
Turquía también es ambivalente en relación a Siria, un aliado crucial para acallar una persistente rebelión kurda.
El desempeño turco, además, está debilitando la buena voluntad árabe. Una columna de opinión publicada el martes por Gamal Sultan en el periódico egipcio Al- Mesryoon calificó a Turquía de "vergonzosa y oportunista" por negarse a condenar a Gadafi por las "masacres contra su pueblo" y dudar sobre si apoyar una zona de exclusión aérea contra las fuerzas del líder libio.
"Erdogan ganó mucho en el plano político y humano en el mundo árabe cuando adoptó una valiente posición ante el bloqueo impuesto por Israel en la franja de Gaza", escribió Sultan.
"Sin embargo, ahora Erdogan está perdiendo este crédito debido a su posición favorable a Gadafi y a sus hijos gángsters ¿Acaso la sangre libia en Misrata no es tan preciosa como la sangre palestina en Gaza?", planteó.
Turquía ha demostrado ser un valioso aliado de Estados Unidos en Afganistán, donde sus 1.700 efectivos militares actúan como pacificadores en Kabul y donde equipos provinciales turcos de reconstrucción han construido 80 escuelas y casi 50 hospitales.
A diferencia de otros miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Turquía ha dicho que mantendrá su presencia en Afganistán a largo plazo.
También está asumiendo un rol destacado en los esfuerzos por crear un contexto internacional para un acuerdo de paz en Afganistán. Una reunión realizada en junio pasado en Estambul arrojó una declaración preliminar. El principal enviado de la ONU a Kabul, Staffan de Mistura, quiere continuar trabajando sobre ella en otra conferencia que se efectuará este año en Turquía y en la que participarán los vecinos afganos y otros actores clave.
Cuando IPS le preguntó por qué Ankara se ha embarcado en tantas tareas diplomáticas complicadas teniendo tan pocas garantías de éxito, un funcionario turco que habló a condición de no revelar su identidad respondió: "Si usted toca un objeto caliente se quema, pero alguien tiene que hacerlo".