El accidente en la central atómica de Fukushima, Japón, llevó a varios países europeos a repensar radicalmente sus políticas sobre energía nuclear.
En Alemania, la canciller (jefa de gobierno) Angela Merkel anunció que presentaría una nueva agenda energética dentro de tres meses.
Esto coincidió con la moratoria a la energía nuclear decretada por su gobierno el 14 de marzo, a pocos días del terremoto y el tsunami que devastaron la costa nororiental de Japón y dañaron en forma severa el complejo de Fukushima.
La moratoria de Merkel postergó incluso por tres meses la propia decisión del gobierno, en septiembre pasado, de prolongar un promedio de 12 años la vida útil de todas las 17 centrales nucleares que operan en el país.
Además de la moratoria, Berlín inmediatamente ordenó el cierre definitivo de dos de los más antiguos reactores atómicos, que funcionaban desde los años 70. Otros cinco, de la misma época, fueron también clausurados, aunque temporalmente. Uno suspendió su funcionamiento debido a problemas técnicos.
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Según datos oficiales, las 17 plantas nucleares alemanas generaban 23 por ciento de toda la energía consumida en el territorio. No obstante, el actual cierre de casi la mitad de la capacidad atómica instalada no ha causado escasez.
El ministro de Ambiente, Norbert Röttgen, dijo el 31 de marzo que, durante el periodo de tres meses que terminará en junio próximo, el gobierno verificaría la seguridad y los estándares técnicos en todas las centrales atómicas mediante simulaciones de terremotos, inundaciones y ataques con aeronaves.
"Tenemos que averiguar si nuestras plantas nucleares pueden resistir ese tipo de incidentes y qué riesgos pueden afrontar", indicó durante una conferencia de prensa en Berlín.
La catástrofe de Fukushima tuvo un gran impacto en la política nacional alemana. En los comicios parlamentarios regionales de los sudoccidentales estados de Baden-Wuerttemberg y Renania-Palatinado el 27 de marzo, el ambientalista Partido Verde, formado en su mayoría por activistas antinucleares, obtuvo una importante proporción de los votos.
En Baden-Wuerttemberg —baluarte de la conservadora Unión Demócrata Cristiana—, los verdes obtuvieron por vez primera el puesto de primer ministro del estado, quien formará una coalición con el Partido Socialdemócrata. Se espera una alianza similar en Renania Palatinado.
Verdes y socialdemócratas gobernaron Alemania entre 1998 y 2005, y aprobaron la eliminación gradual de la energía atómica. Estaba previsto que ello se concretara para 2022, pero la decisión de Merkel de septiembre pasado dejó sin efecto esa iniciativa.
Tras la crisis de Fukushima, expertos en energía reafirmaron que Alemania, sin sus plantas nucleares, no podría llegar a 2015 sin sufrir una escasez energética.
Pero Olav Hohmeyer, profesor de políticas energéticas en la Universidad de Flensburg y miembro del Panel Internacional de Expertos sobre el Cambio Climático, de la Organización de las Naciones Unidas, no está de acuerdo. "Podemos clausurar todas las centrales atómicas en pocos años sin mayor costo y sin sufrir escasez", aseguró a IPS.
La Unión Europea (UE) también anunció que realizaría "pruebas de presión" a 143 plantas nucleares en países miembros. Estos ensayos podrían llevar al cierre de varias centrales atómicas.
Durante una intervención en el Comité de Ambiente de la UE el 16 de marzo, el comisionado Gunther Oettinger dijo que las 143 centrales serán sometidas a pruebas de seguridad considerando los potenciales impactos de terremotos, inundaciones, accidentes aéreos y ataques terroristas sobre los sistemas de enfriamiento de los reactores y la estabilidad del suministro local de electricidad.
Aunque el anuncio de las pruebas fue celebrado en casi todas las instancias europeas, expertos en ambiente y energía subrayaron que los riesgos que representa la energía nuclear van más allá que la mera operación de los reactores.
Carl Schlyter, miembro del Parlamento Europeo en representación del Partido Verde de Suecia, señaló que los riesgos de la energía atómica "abarcan a toda la cadena de producción: la explotación de minas de uranio, el transporte, el trato de la basura y la seguridad de la planta".
Italia también suspendió su decisión de construir nuevas plantas. Este país, el único del Norte industrializado hoy sin energía atómica, las había eliminado luego del accidente de 1986 en Chernóbil, en lo que hoy es Ucrania.
La catástrofe de Fukushima echó por tierra la intención del gobierno italiano de construir cuatro nuevas centrales antes de 2020. El 23 de marzo, el ministro de Industria, Paolo Romani, anunció la suspensión de los planes "por un año".
En este contexto, expertos llaman la atención sobre varios reactores nucleares ubicados en zonas sísmicas de algunos países europeos como Bulgaria, Eslovenia y Rumania.
En Francia, el gobierno de Nicolas Sarkozy sigue negándose una revisión de su política, a pesar de que la oposición a la energía atómica ha crecido desde la crisis en Fukushima.
El 25 de marzo, el periódico Libération dedicó su edición a argumentar contra la energía nuclear. En su editorial, el diario señaló que ese sector en Francia era una "mitología nacional" y exhortó a París a cerrar los reactores "antes de 2050".
Numerosos expertos que colaboraron con esa edición se quejaron de que, a pesar del desastre en Fukushima, el gobierno y la sociedad de Francia seguían cerrando los ojos ante "los obvios peligros de la energía atómica".
"No podemos aceptar simplemente que serán cada vez más frecuentes las catástrofes nucleares, considerando que supuestamente cada vez más países quieren construir plantas", dijo a IPS el físico nuclear Bernard Laponche.
"La humanidad debe desarrollar a mayor escala y en el menor tiempo posibles la tecnología necesaria para usar todos los recursos de energía renovable que pueda dominar", añadió.