Desde los años 80 hasta hoy, y a pesar de una crisis social crónica, América Latina ha logrado significativos avances en su desarrollo económico e industrial. Ciertos momentos prósperos de las economías también han permitido el origen de una industria cinematográfica.
Digo origen porque la industria cinematográfica latinoamericana todavía se está afirmando, gracias a la mejora de las legislaciones correspondientes, y funciona mediante fondos disponibles para proyectos anuales y administrados por agencias nacionales.
Lo más significativo es que la producción hoy es posible gracias a la participación de los gobiernos nacionales, que actúan como protagonistas y fundadores de esa industria.
Con la apertura económica experimentada a partir de 1990 se ampliaron los problemas para la distribución y la exhibición de filmes nacionales, y hubo muchos casos en los que lo producido no llegaba a un número adecuado de salas.
Esto justificó una acción gubernamental para proteger el cine nacional, que sufre una grave falta de competitividad frente a los filmes estadounidenses, a excepción de dos o tres películas que logran números altos de taquilla.
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Según expertos y profesionales, el tema está también relacionado con la escasez de salas de cine en la región y el alto precio de las entradas para la vasta mayoría de la población.
Se necesita un complejo análisis de la información sobre este gran territorio que es América Latina, y ésta procede de instituciones oficiales cuyas metodologías para recolectarla difieren en gran medida unas de otras.
Argentina, Brasil, Chile, México y Uruguay son los países que proveen información más detallada, y por tanto facilitan el trabajo del investigador a la hora de interpretar el contexto real del mercado actual.
Es de destacar que los países latinoamericanos todavía trabajan por un mayor acceso de sus películas, buscando el sistema ideal para asegurar un movimiento más intenso de los filmes nacionales.
Este esfuerzo está representado por lo que hoy se llama Reunión Especializada de Autoridades Cinematográficas y Audiovisuales del Mercosur (RECAM), creadora del Observatorio Mercosur Audiovisual (OMA), cuyo objetivo es la unificación de los sistemas de información.
La propia agencia define que su propósito es "contribuir al desarrollo productivo y a la integración de la industria y la cultura audiovisual regional", con la producción de un sistema básico de información sobre la evolución de las actividades cinematográficas regionales para la remisión periódica a la coordinación regional del OMA.
En otras palabras, busca unificar los métodos de análisis de los mercados de la región.
Información de la Agencia Nacional de Cine (Ancine) de Brasil indica que, hasta diciembre de 2009, se aprobaron 527 proyectos para producir películas, mientras que en el mismo periodo se exhibieron sólo 108 filmes nacionales en 1.964 de las 2.110 salas de ese país.
Esto confirma que la mayor parte del contenido producido en Brasil no alcanza una difusión mínima en su propio territorio.
Brasil, con 191 millones de habitantes y donde hay una sala de cine cada 46.981 personas, sabe bien que el gran dilema para la distribución de la producción local reside en la capacidad de ampliar el mercado y crear más lugares de exhibición.
La situación se agrava cuando se intenta distribuir la producción a otros países de la región.
Según Gustavo Dahl, director de Ancine, "es claro que la distribución desigual de la riqueza limita el número de exhibiciones y la audiencia".
Un fenómeno destacable en Brasil fue la película "Tropa de elite" (2007), que cuenta en dos entregas la historia de un capitán del Batallón Especial de Operaciones de Río de Janeiro convertido en secretario de seguridad pública.
La primera parte fue galardonada con el Oso de Oro del Festival de Berlín en 2009. La secuela fue lanzada en 2010 y se convirtió en la película nacional más vista.
Este filme fue un hito para la industria cinematográfica brasileña, ya que su distribución fue 100 por ciento independiente. Fue producida por Zazen Produções, liderada por el cineasta Marcos Prado, y dirigida por Jose Padilha.
Hasta entonces, una película de estas características era algo desconocido en Brasil. Ningún filme local había sido tan taquillero ni había impactado tanto el mercado de Estados Unidos.
Es necesario esperar las estadísticas de 2011 para ver si las producciones brasileñas podrán competir, como en este caso, a la par de Hollywood.
En Argentina, en 2009 hubo solo un filme nacional entre los más vistos: "El secreto de sus ojos", que también ganó el Oscar a mejor película extranjera en 2010. Esto confirmó que no sólo que la audiencia nacional está ávida de cine argentino, sino que también interesa al público internacional.
En años anteriores algo similar había ocurrido con el filme de Daniel Burman "El nido vacío" (2008). También se ubicó entre las producciones más vistas del período. En 2007 fue "La señal", una obra maestra del popular actor Ricardo Darín. Sin embargo, a excepción de esos grandes éxitos, el resto de las películas más vistas son siempre estadounidenses.
Además, los encargados locales de la taquilla están por lo general vinculados a las principales distribuidoras de Estados Unidos, y por tanto mantienen un monopolio en el mercado.
Una gran proporción de los filmes locales no son considerados adecuados para la distribución y son incapaces de encontrar una audiencia más significativa debido a la persistente competencia de Hollywood.
En Argentina, así como en otros países, existe el llamado cine invisible: cuando se producen buenas películas, reciben el reconocimiento de críticos profesionales, pero no hallan un espacio adecuado en la agenda cinematográfica. Un buen ejemplo es "La sangre brota" (2008), dirigida por el joven cineasta Pablo Fendrik.
La distribución y exhibición plantean una serie de dificultades: ¿Cómo programar un alto número de películas en las relativamente pocas salas de teatro de América del Sur? Y una vez que encontraron su lugar en la agenda, ¿cómo competirán con las estadounidenses?
Es claro que la publicidad es un instrumento clave para cautivar al público que necesita la película. Debido a que la mayoría de las iniciativas gubernamentales se enfocan en los costos de producción, quedan pocos recursos para cubrir los de promoción. Muchísimos filmes nacionales, con nombres menos famosos que los de Hollywood, tienen grandes dificultades para promocionarse.
Una solución a este desafío puede ser la respuesta a la necesidad de expandir el número de salas, de forma tal que se harían más copias de los filmes locales. Existen algunos proyectos en esa dirección, con el objetivo de alcanzar audiencias vírgenes: en América Latina hay un considerable número de personas que nunca han acudido a una sala de cine.
Al igual que en otras regiones del planeta, el cine de América Latina sufre una persistente competencia de la producción estadounidense, líder absoluta del mercado. Frente a esto, los subsidios del gobierno están justificados por la necesidad de proteger el cine nacional.
Por otro lado, las películas de América Latina contienen un importante elemento social. Al usar dinero público para producir arte cinematográfico, la población y su gobierno esperan que la inversión de alguna manera beneficie a toda la sociedad.
Pero la realidad es que la mayor parte de la producción no llama la atención de la audiencia general. En última instancia, la industria justifica su existencia por su propio valor cultural.
De esta forma el cine latinoamericano se acerca mucho a la producción general de la Unión Europea, donde los gobiernos o las agencias nacionales involucradas también actúan como el principal estímulo para la producción y la protección de su cine contra el estadounidense.
A pesar de todos estos problemas, no hay duda de que el momento económico favorable que vive la región ofrece al cine latinoamericano una temporada próspera y un futuro promisorio.
Las autoridades reconocen el valor que tiene para la nación la actividad cinematográfica, aniquilada por regímenes anteriores, y lo proclaman abiertamente desde el inicio del siglo XXI.
En los últimos 10 años hubo un destacado estímulo en la cantidad y calidad de los filmes regionales. "Diarios de motocicleta" (2004), "Y tu mamá también" (2001) y "Ciudad de Dios" (2002), entre otros, expresan la madurez que ha alcanzado América Latina.