Los rebeldes en Libia son inferiores en número, armas y entrenamiento respecto de las fuerzas del régimen de Muammar Gadafi. No obstante, siguen combatiendo y avanzan hacia Trípoli.
Este lunes, los hombres de Gadafi y los rebeldes volvieron a enfrentarse en torno a la localidad de Ras Lanuf, donde existe una refinería de petróleo. Los insurgentes portaban fusiles de asalto AK 47 y lanzagranadas, mientras que las fuerzas del régimen contaban con aviones de combate y misiles.
La localidad fue evacuada antes de los ataques aéreos del domingo, pero los rebeldes no se rindieron.
El consejo rebelde en la nororiental ciudad de Bengasi, ya fuera del control de Gadafi, solicitó a la comunidad internacional que impusiera una zona de exclusión aérea sobre el país para igualar las fuerzas en el terreno. Hubo versiones de prensa indicando que los insurgentes contaban con aviones, pero no se ha visto ninguno en el cielo hasta ahora.
Los rebeldes se oponen al ingreso de fuerzas terrestres extranjeras, pero no rechazan la idea de que la comunidad internacional ayude a destruir el poderío aéreo de Gadafi.
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El hecho de que los rebeldes hayan ganado terreno a pesar de estar desorganizados y ser inferiores en número y armas es un milagro militar.
La mayoría de los voluntarios que se dirigen al sur para luchar contra Gadafi no sabrían cómo disparar un arma si la tuvieran.
La táctica de aquellos que tienen fusiles es disparar y correr, replegarse un poco si el fuego enemigo es intenso, para reagruparse y volver a atacar. Se trata más de un modo de combate callejero que una estrategia militar.
El sábado por la noche, Hatem Ali Mustafa, de 31 años, había abandonado la casa de su padre y se había dirigido a la batalla junto a cinco amigos. No llevaba armas ni teléfono ni dinero.
Consiguieron que los llevaran a Ras Lanuf, donde esperaban recibir armas y órdenes. Este lunes, Mustafa regresó a su hogar y se recuperaba de las heridas que sufrió cuando un camión que conducía fue impactado por un misil. Dos pasajeros murieron en el ataque.
"Había algunas personas distribuyendo armas, pero no eran suficientes para todos", contó. Tenía heridas en la cabeza y en una pierna.
"No había organización, y cada cual hacía lo que quería. No vi ningún oficial. Los residentes nos dieron comida y agua, pero teníamos que dormir en el suelo", añadió.
Los hospitales en Ras Lanuf y en Ajdabiya están llenos de heridos y cadáveres, señaló Mustafa. Pero añadió que, aunque las fuerzas de Gadafi estaban mejor entrenadas y organizadas, regresaría al frente una vez que se recuperara.
Fuentes militares en Bengasi dijeron que Gadafi nunca había confiado en la lealtad del ejército regular, y por ello sólo había equipado a las fuerzas especiales y a mercenarios. Ser soldado regular en Libia significa llevar uniforme, tener un salario y poco más.
Voluntarios que desean luchar contra Gadafi pueden ir directamente al frente de guerra o anotarse en un centro de reclutamiento en Bengasi para un breve entrenamiento previo.
Hasta ahora han sido entrenadas unas 2.000 personas para usar armas no más grandes que los fusiles AK 47, dijo el instructor Mohammed Abdullah, quien trabajó como guardia de seguridad en la embajada alemana en El Cairo.
"Hay muchas personas que no saben cómo usar las armas, y también están aquellos a los que no les gusta seguir órdenes", indicó. "Así que algunas personas vienen aquí a aprender un poco primero, y otros simplemente van a pelear sin ningún conocimiento ni armas".
"Gadafi tiene muchas armas y personas que siguen órdenes. Nosotros no estamos para nada organizados, e incluso peleamos entre nosotros. No hay estrategia. Gracias a Dios el pueblo de Ras Lanuf nos da mantas y comida", agregó.
Este lunes, el ex primer ministro libio Jadallah Azous Al-Talhi se dirigió a la población por la televisión estatal y llamó a negociar con los rebeldes, pero estos rechazaron la propuesta.